El mayor Hugo Parra Martínez pasa sus días tras las rejas en constante tensión: no sabe cuándo saldrá o si las autoridades migratorias terminarán deportándolo a Venezuela, donde asegura que su vida corre peligro.
“Caí en un saco y estoy en el fondo. Perdí todo: mi familia, mi casa. Lo que hice no valió nada. No veo una salida”, cuenta desde el Winn Correctional Center de Louisiana, una de las cárceles en las que la administración del presidente Donald Trump retiene a miles de inmigrantes mientras se resuelven sus casos de asilo.
Este mayor de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), de 42 años, ya no sabe a quién pedir que interceda por su caso.
“Aquí dentro solo me acompañan la biblia y Dios, a quien le imploro todos los días para que me ayude a salir pronto”, dice en conversación telefónica con Noticias Telemundo Investiga.
Han pasado más de ocho meses desde que se entregó a las autoridades migratorias estadounidenses en el Puente Internacional número II de Nuevo Laredo, México, el pasado 11 de abril. Desde entonces, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) lo ha trasladado de centro de detención dos veces, le ha negado dos peticiones para salir bajo fianza y aún no le ha programado una cita para ver a un juez de inmigración.
#AHORA “Reconozco a nuestro presidente, ingeniero @jguaido y estaré en lucha con el pueblo venezolano” afirmó a @heiderlogatto de la #VOA el Mayor del ejército venezolano Hugo Parra Martínez tras desertar, el anuncio fue hecho en el puente de #Tienditas en #Colombia pic.twitter.com/GuIE0kf2f7
— Voz de América (@VOANoticias) February 23, 2019
Parra es uno de los más de 100 militares venezolanos que se levantaron contra el gobierno de Nicolás Maduro cuando, a principios de 2019, el diputado opositor Juan Guaidó puso en marcha la llamada ‘Operación Libertad’ y prometió sacar a Venezuela de la crisis, un gobierno de transición y nuevas elecciones.
Guaidó, reconocido por unos 60 países como presidente interino, llamó a los militares a ponerse “del lado correcto de la historia” y les prometió “amnistía y garantías”. Pero el apoyo del brazo armado no fue suficiente y su intento de sacar a Nicolás Maduro de Miraflores fracasó.
Los soldados con quienes he hablado han respondido a su deseo de vida y futuro para sus hijos que el Usurpador no les garantiza.
Soldado venezolano, el mensaje es claro: haz lo que te manda la Constitución. Habrá amnistía y garantías para quienes se pongan del lado del pueblo. pic.twitter.com/pvbbVbXWFt
— Juan Guaidó (@jguaido) February 23, 2019
Casi un año después de que el país sudamericano fue sacudido por masivas protestas que dejaron decenas de muertos y miles de heridos y detenidos, la oposición se encuentra profundamente fragmentada y los venezolanos continúan huyendo en estampida, como parte de la segunda crisis de refugiados más grave del mundo, encabezada por Siria.
A pesar de que Estados Unidos fue el primer país en reconocer y apoyar a Guaidó, catalogar al gobierno de Maduro como una dictadura y reconocer la crisis política y humanitaria, continúa deteniendo y deportando venezolanos, para los que se ha mostrado reacio en aprobar un Estatus de Protección Temporal (TPS).
Mientras tanto, decenas de militares que se levantaron contra Maduro han tenido que abandonar el país para vivir como refugiados, la mayoría en España y América Latina.
Otros como el Mayor Parra vinieron a EE.UU. a buscar refugio en el mismo país que durante los días de la insurrección les mostró su apoyo. Pero después de casi un año, este militar se siente abandonado por Guaidó, quien también aseguró que los protegería.
Huyendo de Colombia
El 23 de febrero de 2019 fue la fecha de inflexión política para Venezuela que sellaría el destino de decenas de militares como Parra.
Vista aérea muestra a las fuerzas de seguridad venezolanas en Cúcuta el 25 de febrero, luego de haber bloqueado el paso de la ayuda humanitaria para impedir su ingreso a Venezuela. Foto: (Getty Images)
Ese sábado Guaidó cruzó por el Puente Internacional de Tienditas, en el estado venezolano de Táchira, hacia la ciudad colombiana de Cúcuta. Allí, decenas de voluntarios esperaban pasar hacia Venezuela unas 600 toneladas de ayuda humanitaria, almacenada en varios contenedores. Maduro, negando que necesitaran tal ayuda, se rehusó a permitir la entrada y calificó el gesto internacional como un “caballo de Troya” para sacarlo del poder.
Además de los civiles, Guaidó necesitaba a los militares para completar la operación. Ese día, unos 1,200 efectivos decidieron dar un paso que no sabían que los empujaría poco después hacia el exilio: jurar el apoyo al líder de la Asamblea Nacional.
Parra fue uno de los primeros cinco en hacerlo, y el de mayor rango. El video de su encuentro con Guaidó le dio la vuelta al mundo. Las expectativas eran altas.
“Había mucha esperanza”, recuerda desde el centro de detención en Louisiana. “Pero no hubo el apoyo necesario de Guaidó y su gente para aniquilar al gobierno de Maduro. Él tuvo que haber sido más contundente, más radical”.
Luego de un enfrentamiento entre las fuerzas chavistas y los que intentaban pasar la ayuda, la operación fracasó. Con miedo de regresar a Venezuela y ser perseguido por la policía política de Maduro, los militares desertores como Parra se entregaron en Colombia, donde fueron albergados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
El mayor Hugo Parra y el primer teniente Erick Molina cruzan el Puente Internacional número 2 en Nuevo Laredo, México, donde se entregan a las autoridades migratorias de EEUU el 11 de abril. Foto: (Cortesía de Raynell Martínez)
Parra, quien en un inicio se hospedó en una casa parroquial y luego en el hotel Acora de Cúcuta, asegura que él y sus compañeros recibieron amenazas de muerte y fueron atacados con un carro bomba por agentes de Maduro de los llamados ‘colectivos’. La inseguridad hizo que muchos salieran también del país vecino.
En su caso, escapó junto al primer teniente Erick Molina a México en avión. Allí ambos se entregaron a las autoridades migratorias en Nuevo Laredo.
La odisea recién comenzaba.
Sin abogado ni fecha de corte
Luego de pasar dos meses detenidos en el Rio Grande Detention Center (Laredo, Texas) a Parra lo trasladaron al Tallahatchie County Correctional Facility (Mississippi) en mayo. Dos meses después, en julio, fue cambiado de prisión nuevamente, esta vez a Winn.
La embajada de Venezuela en Washington le asignó un abogado pro-bono, pero ambos llegaron al acuerdo de que no seguirían trabajando juntos, luego de que Parra reclamara por la falta de resultados y el defensor respondiera que estaba haciendo cuanto podía en el tiempo libre que le quedaba de sus otros casos.
Ahora este militar se encuentra detenido sin representación legal, en uno de los estados con menos beneficios de asilo otorgados por las autoridades migratorias.
“De unos 40 casos que he atendido en los últimos meses en este estado, a ninguno le han otorgado el asilo. Y no conozco a nadie en un centro de Louisiana a quien se lo hayan dado”, dice la abogada de inmigración Lorena Pérez, quien actualmente trabaja para varios clientes como pro-bono.
Pérez dice que los largos tiempos que el gobierno obliga a los inmigrantes a esperar por respuestas a sus casos dentro de centros de detención tienen el objetivo de desgastarlos, para que soliciten ser devueltos a sus países.
“Es una carrera para ver quién aguanta más, quién es más fuerte”, comenta.
Vista del Winn Correctional Center en Louisiana, donde Parra se encuentra detenido por ICE desde junio. Foto (Louisiana Department of Public Safety & Corrections).
Noticias Telemundo Investiga comprobó que el número de expediente de Parra no figura en el registro de las cortes de inmigración, lo que puede significar que luego de ocho meses detenido su caso ni siquiera haya comenzado a ser procesado en el sistema.
Erick Molina corrió con un poco más de suerte. Luego de que los separaron, pasó otros tres meses detenido y le fue concedido el parole con fianza. Ahora espera en Austin, Texas, por una respuesta sobre su caso de asilo político, pero en libertad.
La exmayor Raynell Martínez, otra militar retirada de la Fuerza Aérea Venezolana que entró a EE.UU. en 2014 bajo condiciones similares, los ha ayudado a ambos desde que llegaron a México. A Molina lo ayudó a conseguir la fianza a través de la embajada de Guaidó en EE.UU. Por Parra ha podido hacer menos.
“Se han hecho todas las diligencias para que el embajador de Guaidó en EE.UU., Carlos Vecchio, apoye (a Parra) con un abogado, pero no se ha obtenido respuesta aún”, lamenta.
“Mal vistos” por Estados Unidos
Hay quienes consideran que el costo de la desatención a los casos de los militares disidentes será grande.
José Antonio Colina, exmilitar y presidente de la organización de venezolanos exiliados Veppex, protesta en Miami a mediados de diciembre para pedir la liberación de unos 400 connacionales presos en cárceles de ICE. Foto: (Belisa Morillo).
Dejar a estos militares en el olvido y con poca o ninguna protección podría alejar a potenciales aliados dentro y fuera del territorio venezolano y desalentar a otros militares para futuros alzamientos, según el exteniente de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela José A. Colina, exiliado en Miami y presidente del grupo Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex).
“Si este gobierno reconoce que en Venezuela hay violación de los derechos humanos, que hay una dictadura que oprime al pueblo y que la gente está muriendo, entonces a los venezolanos que llegan aquí les deberían dar algún tipo de protección”, dice Colina.
El exmilitar, a quien entrevistamos a mediados de diciembre durante una marcha del exilio venezolano en la que reclamaban libertad para unos 400 connacionales en centros de detención de ICE, cuestiona que senadores, congresistas y otros funcionarios estadounidenses critiquen al gobierno de Maduro, pero no tomen suficientes medidas para proteger a quienes huyen de él porque temen por su vida.
Colina asegura que ha pedido en varias ocasiones a Guaidó y al Departamento de Estado que intercedan por una decena de militares en la misma situación que Parra y Molina, pero que no ha habido respuesta.
Unos 4,7 millones de venezolanos —el 16% de la población del país— han huido del territorio nacional desde que la economía sufriera una contracción del 65% en 2013. Foto: (AP).
El gobierno de EE.UU. –dice este exteniente– se demora más con los casos de militares porque les toma tiempo determinar que en realidad son perseguidos políticos que apoyaron a la oposición y no agentes chavistas que buscan beneficios migratorios o vienen como espías de Maduro.
El caso de Parra, cuyo apoyo a Guaidó quedó registrado en video y tuvo amplia repercusión en los medios, no debería haber demorado tanto, reclama Colina.
Los militares como él, que ya no tienen cabida en la Venezuela de Maduro, también son “mal vistos” por el gobierno estadounidense. “Son vistos como parte del sistema (chavista)”, advierte.
Guaidó está “al tanto”
Noticias Telemundo Investiga se comunicó con el Departamento de Estado para obtener comentarios sobre los casos de militares como Parra, pero rehusaron contestar. Hasta el momento de publicación de esta nota el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) tampoco había respondido a una solicitud de información.
El diputado opositor Juan Guaidó saluda a un grupo de seguidores durante una manifestación contra el gobierno de Nicolás Maduro en Caracas, en mayo de 2019. Foto: (Getty Images).
Por su parte, el director de Asuntos Consulares de la Embajada de Venezuela en Washington, Brian Fincheltub, dijo que Juan Guaidó está al tanto de la situación que atraviesan los militares disidentes como Parra y Molina, pero que el diputado no solamente tiene este “incidente” del que hacerse cargo.
“Todos los días en Venezuela hay millones de emergencias y cientos de casos como este que están pasando”, puntualizó. Y agregó que los recursos de la misión diplomática del presidente interino en el país son limitados y que tienen restricciones para actuar “sobre todo en temas migratorios”.
“Hemos hecho énfasis en esos casos (de los militares) porque reconocemos que tuvieron la valentía de hacer lo que hicieron. Sin embargo, no es una decisión nuestra que el gobierno de Estados Unidos haga el proceso más rápido o más lento”.
Fincheltub asegura que la Embajada ha hecho reclamos tanto a ICE como al DHS, pero no han obtenido respuesta: “Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos”.
Esclavo de una promesa
EE.UU. ha deportado a Venezuela a militares, luego de denegarle sus solicitudes de asilo político, y a pesar de haber expresado su miedo de regresar.
Uno de los más conocidos es el caso del exintegrante de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana Helegner Tijera, quien llegó en 2016 luego de desertar y pasó dos años detenido por ICE antes de perder su caso ante un tribunal de apelaciones y ser enviado de vuelta.
A pesar de haber salido bajo fianza, Erick Molina dice que vive con un “terror” a ser devuelto a Venezuela.
“Pensamos que como Estados Unidos es aliado de Guaidó, hablarían entre ellos y nos ayudarían con el proceso migratorio”, explica. “Pero todos los militares que pasamos a Cúcuta estamos en la nada. Flotando”.
Estados Unidos ha deportado a militares venezolanos desertores en el pasado, como fue el caso de Helegner Tijera, quien luego de unirse a la oposición vino pidiendo asilo y pasó 2 años preso por ICE antes de ser devuelto. Foto: (AP).
Molina asegura que son más de 100 y que actualmente andan desperdigados por varias partes de la región: “Estoy seguro de que (Guaidó) no sabe ni quiénes son ni dónde están. Andan regados por toda América Latina: Argentina, Brasil, Perú, Chile”.
Respecto a la promesa de protección y garantías del presidente interino dice que “no se cumplió en ningún momento”. “Ya él se volvió esclavo de su promesa”, asevera.
En una entrevista reciente con el diario español El País en la que niega que la ‘Operación Libertad’ haya sido un fracaso, Guaidó dijo que es necesario buscar un mayor respaldo de las Fuerzas Armadas para lograr concretar un gobierno de transición.
Molina piensa que luego de ver cómo se han desenvuelto las cosas, al líder opositor le será incluso más difícil lograr apoyos del sector con poder de fuego en un futuro, algo necesario para hacerse con el mando político en Venezuela, donde el aparato estatal se encuentra profundamente militarizado.
“Dentro de las Fuerzas Armadas más de uno no va a querer levantarse en contra de un régimen, apoyando a una persona que luego no le va a cumplir”, advierte.
Sin arrepentimientos
Mientras tanto, en el centro de detención de Winn, Hugo Parra asegura no arrepentirse del paso que dio el 23 de febrero, cuando le estrechó la mano a Juan Guaidó y le dijo: “Ordene, mi comandante en jefe”.
En Caracas, señala, su casa y la de su madre fueron ocupadas por el gobierno de Maduro. El único vehículo de la familia fue confiscado. Su mamá, que se recupera de una cirugía por un cáncer, tuvo que huir a Colombia a la casa de familiares, por la inseguridad. En el país vecino su esposa también logró conseguir trabajo y se llevó a sus hijos con ella.
De ellos no ha tenido muchas noticias desde que ingresó a esta prisión, donde asegura que solo permiten llamadas locales.
Dice que si tuviera a Guaidó en frente le recomendaría poner “un poco más de cariño y corazón a lo que quiere”, para que pueda “lograr sus objetivos”. Sin embargo, reitera que no se arrepiente: “Lo volvería a hacer”, asegura.
“La libertad de Venezuela vale más que la mía. Estoy orgulloso de lo que hice. En algún momento Dios siempre recompensa al justo”.
Con información Telemundo