9 de julio de 2013 | 2:43 pm 

La conducción del mandato

La conducción del mandato 

Leonardo León

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En el prólogo de un libro sobre la crisis de la justicia penal en Latinoamérica, el Profesor argentino, Eugenio Raúl Zaffaroni, puntualiza el acierto de Galeano en cuanto a que Alicia no necesitaría atravesar el espejo para meterse en el mundo al revés de hoy, bastándole para ello asomarse a la ventana. Añade Zaffaroni, que son muchos, los que tomando el espejo por la ventana, creen que todo está en orden, cuando en realidad se hallan inmersos en una confusión que denomina autismo como respuesta corriente al disparate y expresión superlativa de la disparidad entre realidad y norma. Por ello, el título del presente editorial, concebido desde la ventana que nos permite ver el abismo entre realidad y norma, ha determinado que en lugar de referirme al mandato de conducción, lo haga en los términos de La conducción del mandato, en la idea de simbolizar ese mundo que denota Zaffaroni de la mano de Galeano.

Un estado de cosas, cuyo abismo entre realidad y norma, permite explicar desde la ventana y sin necesidad de atravesar el espejo: primero, el hecho de que se utilice la fuerza pública para forzar a que nombre un abogado para la defensa de mis derechos ante la acusación que el Gobernador del Estado Mérida ha interpuesto mi contra; segundo, el que se interprete y aplique una norma para conducirme, mediante un órgano policial, a los fines de ejercer el derecho constitucional de defensa que me asiste; tercero, el que haya recibido del juez que ha ordenado la conducción, y en audiencia pública, un trato propio de una indulgencia o condescendencia, como si los derechos del debido proceso que me asisten hacen parte de un favor o dispensa de un sistema de justicia que se muestra temeroso, apresurado e inquieto ante las necesidades políticas de la acusación y el acusador; y, cuarto, el que la persona denunciante de unos hechos delictivos que ocurrieron en la ciudad ante la mirada omisiva de las autoridades y de los funcionarios policiales, termine siendo perseguido y criminalizado, por exigir, a través de la denuncia pública, la intervención de dichas autoridades y funcionarios.

Dicho en una frase, un mundo al revés, en atención al cual, las normas constitucionales han sido derogadas por la realidad en tanto que el SEBIM, en lugar de perseguir a quienes delinquen impunemente, persigue a quienes denuncian los delitos y exigen la salvaguarda del orden público. He aquí el por qué de La conducción del mandato y no El mandato de conducción.

http://comunicacioncontinua.com/la-conduccion-del-mandato/

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