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La periodista Alicia De La Rosa leyó la carta que envió la jueza Afiuni a Olivares, donde dedicó su historia “a las mujeres, inocentes o no, que han sido víctimas de abuso” (Oswer Díaz Mirelis)

Para Francisco.

Hoy es jueves 21 de noviembre, 12:30 pm. Mi amiga Alicia me sugirió que le escribiera unas letras a Francisco para el día del bautizo del libro. Como siempre lo dejé para última hora, creo que me acostumbre a hacer las cosas sin tiempo suficiente, producto de mi experiencia laboral, donde siempre había retraso y poco tiempo para hacer las cosas bien, pensadas, corregidas y revisadas.

Cuando tomamos la decisión de que Francisco narrara mi historia, en un principio se había acordado omitir ciertos episodios, pues consideraba que no estaba preparada para enfrentar públicamente los ataques sufridos durante el tiempo de detención.

También por temor a las represalias que pudieran tomar todas aquellas personas, -que son muchas- que se involucraron y que de alguna forma facilitaron que todas estos capítulos tan nefastos ocurrieran.

En fin, la decisión fue tomada y Francisco: te confieso que aún no estoy preparada. Para esta hora, muchas personas han leído la reseña de prensa y leo en silencio las reacciones en twitter y tiemblo, de la misma manera que cada vez que intuía que algo iba a suceder en el Penal. Algunas internas y otras que han sido liberadas me han escrito agradeciendo que por fin saldrá a la luz pública la vida en un internado judicial femenino. Me llena de satisfacción, me permite concluir, que esta historia esta dedicada a todas aquellas mujeres, inocentes o no, que padecen y han padecido situaciones peores de las narradas y que no tuvieron voz, sino una palmada de alguien extraño en el penal, y tener que levantarse, porque la lucha por la vida es diaria, sin tiempo de sentir compasión por uno mismo, son los momentos donde uno comienza a desarrollar los instintos más primitivos de sobrevivencia.

Trabajar con francisco fue una experiencia bonita, es un hombre muy especial, parece una persona distante y fría, pues no expresa mucho sus emociones, pero luego te das cuenta que es una persona que tiene una percepción excepcional, y un observador como pocos. Creo que aprendió a leerme entre líneas, y estoy convencida que fue la persona perfecta para que plasmara en sus páginas este relato. Aprendí a quererlo, respetarlo y es uno de esos ángeles que Dios me envió para compartir esta carga tan pesada que me ha tocado.

Solo me resta decirte Apreciado amigo, que fue una experiencia maravillosa compartir contigo esta historia, con tu pluma exquisita, con una sensibilidad insuperable, te deso el mayor de los éxitos.

DIOS TE BENDIGA

María Lourdes Afiuni.

LA PRESA DEL COMANDANTE.