Valentina*, de 27 años, salió hace cuatro de Carabobo, Venezuela, porque el dinero era insuficiente en casa. Ahora, vive en Colombia, en la ciudad fronteriza de Cúcuta, y, aunque no es profesional, sabe y le gusta la informática, aunque no ha podido permitirse atender a la universidad. Para sobrevivir se dedica a reciclar en la calle -recoger residuos o desperdicios para su posterior uso- y a la actividad sexual.
Como ella, muchos migrantes venezolanos se dedican a la protistución en Colombia “como único medio de sobrevida”, lo que, según Jaime Valencia, director de la organización Aid for Aids, se denomina “sexo por supervivencia”.
De acuerdo con un estudio elaborado entre el 2021 y el 2022 por esta organización, junto al programa Conectando Caminos por los Derechos, de USAID, el 92,6 % de los trabajadores sexuales de los 18 a 25 años, no está afiliado a ningún servicio de salud, corriendo así riesgos de contagiarse de una grave enfermedad a causa de su oficio.
En su gran mayoría estas personas ingresaron a Colombia de manera irregular. Los hallazgos indican que el 93,2 % de las personas encuestadas no tiene su pasaporte sellado, agrega el informe, elaborado en Barranquilla, Bogotá, Cali, Cúcuta, Maicao y Medellín, con los testimonios de 600 personas refugiadas venezolanas.
Es el caso de Valentina, quien ingresó a territorio colombiano por las trochas o pasos irregulares, con 2 dólares en la mano para ella y una amiga. A pesar de tener el Permiso por Protección Temporal PPT, ha sobrevivido gracias a trabajos informales.
La contactan por teléfono, Facebook o por una página en la que está inscrita. Incluso, personas desconocidas que, a pesar de verla sucia, debido al reciclaje, le ofrecen hasta 10 dólares y, al no tener qué comer, ella accede sin reparo.
Aunque ha escuchado de las mafias que explotan a los migrantes, a través de actividades sexuales, dice que, cuando se presenta esa oportunidad, prefiere trabajar por su cuenta. “Son personas que explotan a uno… Uno lo hace por necesidad, no por hacer rico a otro”, añade.
Quisiera regresar a Venezuela, allí tiene a toda su familia, pero también sueña con emprender en Colombia.
Y así como Valentina, Sandra* jamás pensó que la prostitución sería la manera de sobrevivir.
Tiene 21 años, nació en San Cristóbal y tiene dos hijos. Aunque siente miedo de contraer alguna enfermedad, trabaja por ellos, por “darles un futuro”. “Me da mucho miedo porque yo tengo mi dos niños y trabajo honesto por ellos”, explica.
Llegó a Colombia a los 15 años. Trabajó en un puesto, vendiendo verduras, en Cúcuta, donde vive hace un año, pero “por ser venezolana”, afirma que recibía solo 80.ooo pesos (menos de 20 dólares) por semana y suplía el trabajo de sus compañeros.
Al no encontrar otra opción de trabajo, una mujer le ofreció trabajar en un bar y allí empezó “haciendo ratos… De trabajadora sexual, o sea, vender mi cuerpo”, afirma.
Si su país mejorara la oferta laboral, regresaría. Pero, por ahora, sueña con ahorrar y montar “un puesto de perros y hamburguesas”, ya sea en Colombia o Venezuela.
Valentina piensa igual. Si hubiese una mejor oportunidad, no dudaría en cambiar de oficio, pues dice que, con el reciclaje, gana entre 25.000 y 40.000 pesos (entre 3 y 6 dólares) y como trabajadora sexual, alcanza a recoger entre 10 a 17 dólares diarios.
Violencias y enfermedades
Para Valencia, el director de Aid for Aids, uno de los factores más preocupantes es “la vulneración profunda a los derechos que tienen esta poblaciones”, al no encontrar otros medios para sobrevivir. Incluso, dice que estas personas enfrenan violencias de todo tipo: sexual, física y emocional.
Según el estudio, casi el 4,4 % manifiesta que tenía VIH en el momento de tener sexo. Valencia afirma que “muchos de ellos no tienen acceso a tratamientos ni información”.
A pesar de ejercer el trabajo sexual y de no tener otra manera de sobrevivir, el 91,4 % de las personas encuestadas tiene la intención de permanecer en Colombia.
Valencia enfatiza en que es una población vulnerada por muchos frentes: migrantes, algunos con una orientación sexual diferente y con alguna enfermedad de transmisión sexual.
Es el caso de Sasha Sánchez, una mujer transexual que, además, se contagió de VIH.
Recuerda que “en ese momento que ya tenía ya hambre y que estaba tirada”, decidió vender su cuerpo por dinero. Esta venezolana, de 26 años, llegó a Colombia hace 3, con la ilusión de practicarse algunas cirugías. Pero, como ella dice, aunque todo pintaba “color de rosa, no fue así”.
No ha podido conseguir trabajo estable y ha padecido discriminación. A pesar de conocer todas las habilidades de una peluquera y estilista, llegó un punto en el que el dinero no lo era suficiente y decidió dedicarse a la prostitución.
“He vendido caramelos, pero más que todo, no sé, aquí, la prostitución. Siento que la prostitución es el desembale más rápido”, contó a la Voz de América.
Ha vivido en Bogotá, Cúcuta, Cali, Bucaramanga y Pamplona, pero Medellín es su ciudad favorita, donde sueña montar su propia peluquería, a pesar de no tener documentos en regla. Antes, ayudaba a su madre a limpiar las casas de familia, pero debió migrar para buscar “un mejor futuro”.
Sin embargo, confiesa que ha sido víctima de abusos. Incluso, que se ha sentido “violada”, pues en ocasiones se cansa y no quiere tener relaciones.
Incluso, recuerda que ha sido golpeada y maltratada. Pero dice que su situación ha mejorado, en comparación a cuando llegó a Medellín: “No me importaba lo que me iban a dar… Le decía… ‘Dame comida, quiero comida’. No me importaba nada, sino que solamente tenía hambre”.
Ha pensado en retirarse de la prostitución. Desde que contrajo VIH confiesa que le agarró “fobia al sexo”. Y, aunque dice estar bien de salud, sabe que quiere cambiar de vida “con tal de que nos acepten”, dijo a la VOA.
Aunque el estudio fue elaborado en Colombia, el director de Aid for Aids señala que en otras parte de la región, la situación puede ser similar, muchos migrantes dedicados al sexo por supervivencia.
Liz Lizama, vocera de la OIM, precisó a la VOA que “los traficantes continúan explotando a los migrantes y a las personas en situaciones vulnerables, difundiendo información errónea sobre las rutas migratorias y las fronteras, y dejando a la gente en situaciones muy vulnerables”.
En Colombia, los migrantes que se encuentran en situación irregular tienen inconvenientes a la hora de conseguir un trabajo estable o de emprender, pues no cuentan con los documentos necesarios para optar por esta opción. Algunos de ellos dicen que también sufren discriminación o se les paga muy poco, por el hecho de ser venezolanos.
* Los nombres reales no fueron revelados para proteger la identidad y seguridad de las migrantes.
Con información de la Voz de América