El Gobienro venezolano recurre a la práctica ilegal de espiar las conversaciones privadas de sus adversarios políticos y difundirlas al país en cadena de radio y televisión. (El País)
El Gobienro venezolano recurre a la práctica ilegal de espiar las conversaciones privadas de sus adversarios políticos y difundirlas al país en cadena de radio y televisión. (El País)
El Gobienro venezolano recurre a la práctica ilegal de espiar las conversaciones privadas de sus adversarios políticos y difundirlas al país en cadena de radio y televisión. (El País)

Octubre 17, 2015.- La presentación, por Cabello y Maduro, de un audio entre Lorenzo Mendoza y Ricardo Hausmann constituye un delito solo posible porque en el país no hay democracia

Lo “normal” es que los Gobiernos espíen a sus adversarios políticos; lo que no se tolera, en todo caso, es que eso se descubra. En Panamá, Ricardo Martinelli enfrenta una investigación(entre varias) por supuestamente “pinchar” los teléfonos de políticos rivales. Y en Colombia “el escándalo de las chuzadas” llevó al desmantelamiento del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y a una condena a 14 años de cárcel a María del Pilar Hurtado, su directora. Este, como el de Watergate, que llevó a la destitución de Richard Nixon, son casos extremos del celo con el que los poderes judiciales independientes castigan el delito de escuchar conversaciones privadas.

El caso extremo, pero en sentido contrario, es el del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien el jueves, en cadena nacional de radio televisión, mostró una conversación privada, obtenida (al menos que se sepa) sin una orden judicial, entre el empresario Lorenzo Mendoza y el economista venezolano Ricardo Hausmann.

El día anterior, el mismo video fue exhibido, sin pudor, por el “número 2” (¿o será el número 1, en realidad?) de la “revolución bolivariana”, Diosdado Cabello, quien de tan púdico que es para otras cosas, demandó a tres medios de comunicación venezolanos, hace meses, porque reprodujeron una información del diario español ABC que lo tildaba de narcotraficante.

En todo caso, los dos principales cabecillas del Gobierno venezolano, su presidente (Ejecutivo) y el presidente de su Legislativo, no solo no tienen empacho en espiar a sus oponentes (en el caso de que Mendoza, un empresario, y Hausmann, un académico, sean “oponentes” del chavismo), sino que hasta se ufanan de ello. Es un striptease moral, nada raro viniendo del mismo Gobierno que inventó la figura de los “patriotas cooperantes“, es decir, delatores anónimos.

De seguidas, inventan una historia de conspiraciones que, quizás por vergüenza ajena, tiene que salir a confrontar el Fondo Monetario Internacional; porque de eso trata la conversación entre Mendoza y Hausmann. Hablan sobre una salida institucional para el despelote económico que ha convertido a Venezuela en el país con la mayor inflación del planeta (inflación que genera la emisión inorgánica de dinero para cubrir un déficit fiscal espantoso) y con un Producto Interno Bruto que caerá 10% este año.

Inmediatamente, Maduro y Cabello salen a decir que Mendoza y Hausmann “conspiran contra Venezuela” y que están pidiendo “50, 60 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional” para “atentar contra la Patria”. La respuesta del FMI, sucinta, por aquello de la vergüenza ajena, es que solo le presta a Estados, no a particulares.

El fondo del asunto es que a Maduro y a Cabello les molesta Mendoza. Les molesta porque es una piedra en el zapato; porque el chavismo nacionalizó prácticamente toda la industria de alimentos, menos a Empresas Polar, porque por su tamaño, no ha podido reducirla, muy a pesar del constante hostigamiento productivo y fiscal al que la somete.

Y mientras las empresas nacionalizadas por los desvaríos petroleros de Hugo Chávez se encuentran improductivas y en quiebra, Polar sigue llevando sus productos al mercado, y si no fuera por ella, la crisis de escasez que se vive en Venezuela se convertiría en una hambruna al estilo de las que se han vivido en todos los países comunistas –y que finalmente han derivado en la caída de esos regímenes.

Hausmann, quizás el mejor economista venezolano vivo, es otro objeto de la furia del chavismo, porque sus comentarios, cuando los hace, tocan los nervios sensibles de lo que ha sido la locura de la “revolución bolivariana” durante todos estos años. No han recurrido al expediente de llamarlo “judío” y no venezolano, porque eso demostraría demasiado claramente el abierto fascismo del régimen. Pero en muchas oportunidades, Hugo Chávez jugó con el antisemitismo, así que no se descarta que terminen haciéndolo.

Y Mendoza, en tanto, responde al Gobierno con un comunicado. Les señala, primero, que grabar conversaciones ajenas es ilegal, y así lo establece la Constitución venezolana; que él consulta regularmente con economistas sobre la grave crisis que vive el país; y que está abocado a producir para alimentar a los venezolanos. Una respuesta institucional, que por ello mismo retrata la matonería, el abuso y la profunda ignorancia del duo mandón del país.

¿Por qué Maduro y Cabello se pueden permitir tan abierta violación de la Ley con impunidad? Porque el Poder Judicial es un títere, lleno de Susanas Barreiros, dispuestas a hacer lo que se les pida por un plato de lentejas.

El problema para ellos es que esta situación no será permanente; que en menos de dos meses, los venezolanos (lo dicen todas las encuestas) le pondrán un parado a este estado de las cosas. Los venezolanos están hartos de la inflación, la escasez, la inseguridad y los malos servicios públicos; pero con este deterioro, ha venido también un hartazgo creciente de este estilo de hacer las cosas, en el que se le dio todo el poder a un militar y este se lo transfirió a un hombre ignorante, lerdo y errático, que no toma decisiones, sino que busca excusas, y con esto, agrava la crisis. Y los venezolanos también lo saben: Mientras 92%o evalúa positivamente a Empresas Polar, 63% consideran que Maduro “miente regularmente”.

Probablemente, a los venezolanos que conocen el inmenso expediente de corrupción, violencia institucional y abuso de poder de los personajes, que los juzguen por “pinchar” teléfonos les puede parecer poco; pero hay que recordar que a Al Capone lo metieron preso no por sus asesinatos, sino por evadir impuestos. La justicia es lenta, y solo condena por lo que puede probar, pero es mucho mejor que la alternativa que representan los Maduros y los Cabellos de este mundo.

http://es.panampost.com/pedro-garcia/2015/10/16/venezuela-tiene-un-gobierno-que-se-ufana-de-espiar-a-sus-adversarios/