07-16-2013
POR JOSÉ PERNALETE
DIARIO LAS AMÉRICAS
Luego de los ocho años y cuatro meses que pasé confinado en el SEBIN, en condiciones inhumanas, con el aire enrarecido de un lugar encerrado, durante ese tiempo, desarrollé 19 patologías, la mayoría de ellas graves. Los problemas que provocó ese encierro afectaron mi sistema gástrico, circulatorio, el sentido de la vista, entre otros. Pero los más graves son la osteoporosis severa y una contracción en dos vértebras a causa de una vieja lesión por un salto en paracaídas. Esta última empeoró por la falta de tratamiento.
Por estas complicaciones, en la pierna derecha tengo 30% menos de masa muscular que en la otra extremidad. Durante el presidio en el SEBIN, en promedio por el poco tiempo que tuve contacto con la luz natural, sólo me expuse aproximadamente a 13 días de sol.
Además, los 10 calabozos que hay en los dos pasillos de los sótanos del helicoide, sede del SEBIN, no cuentan con un sistema de circulación de aire. La propagación de bacterias era común por el reducido espacio, que había que compartir con un baño paor cada decena de celdas. La consecuencia de todas estas injusticias, causaron daños irreversibles en mi organismo. Para tener una idea de lo perjudicial del ese ambiente, si alguien llevaba una planta para alegrar un poco la cárcel, no pasaban 3 días para que muriera.
Ahora me encuentro en Ramo Verde, una cárcel militar en la que son muy distintas las condiciones de reclusión, sin embargo ya el daño está hecho. La última evaluación determinó que el avance de la osteoporosis que padezco, podría corresponder a la de una persona de 65 años de edad y tengo 53 años.
A estas alturas, yo debería recibir una fisioterapia de alto nivel, con máquinas y equipos especiales. Por el contrario, ni siquiera me han realizado exámenes ni radiografías para evaluar a profundidad mi condición real. Hay ejercicios que no puedo practicar por el desconocimiento que hay ante la falta de esos análisis.
La dirección de Ramo Verde envió un presupuesto al Ministerio de la Defensa para aprobar la adquisición de lo requerido. Algunas cosas son sencillas pero otras son muy costosas. Tendremos que esperar.
Por otra parte, seguimos esperando desde mayo del año pasado una respuesta oficial a mi solicitud de contar con régimen de trabajo. Luego de cumplir con un cuarto de la pena, además de otros requisitos, yo podría entre semana ir a trabajar durante la jornada laboral y pernoctar en un centro nacional de reclusión. Para eso se requiere una serie de entrevistas con un equipo multidisciplinario del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Ya ha pasado más de un año desde esa petición.
Actualmente, tengo autorización de salir a caminar en el área soleada desde las 8:00AM hasta las 5:00PM, mi familia puede visitarme con mayor frecuencia y me suministran las medicinas necesarias. Sobre la dieta, afortunadamente puedo contar con un régimen bastante sano. El problema que persiste es el tiempo prolongado que permanecí en la policía política.
Sin embargo, con todo lo que ha pasado, quiero decirles a aquellos amigos que han estado pendientes de mi caso que lo más importante es aprender de nuestros errores. Si olvidamos todo lo que hemos sufrido, lo que hemos padecido, no valdrá la pena el sacrificio que muchos estamos haciendo o el de otros que hasta han perdido la vida en defensa de sus principios, como Franklin Brito. No podemos permitir que todo esto se olvide.
Yo tengo que soñar, sino dejaré de existir, esa es mi esperanza de todos los días. Apenas me levanto para comenzar un nuevo día, sueño con mi libertad y con la de Venezuela. Sé que algo va a ocurrir porque la vida no es estática y mi país no va a estar por siempre sumido en el desastre en el que se encuentra, sometido por una justicia bizarra.
Gracias por la cantidad de bondad que han manifestado hacia mi persona, sin ustedes, esto sería insoportable”