A Francisco Volcán, un venezolano común, Inglaterra le otorgó asilo político por considerar que en Venezuela sí existe persecución política

GIULIANA CHIAPPE

EL UNIVERSAL

El nombre de Francisco Volcán puede decirle muy poco a la mayoría de los venezolanos. Son escasos los interlocutores que pueden ofrecer algo más que una mirada de despiste cuando les preguntan por él. Incluso en los buscadores del ciberespacio se torna difícil encontrar un par de párrafos que cuenten su historia. Pero Francisco Javier Volcán Ramírez, para más señas, tuvo mucho que decir y que contar en Londres, donde convenció a las autoridades de otorgarle asilo como perseguido político del gobierno de Hugo Chávez. Le fue concedido porque las autoridades británicas determinaron que el Estado venezolano no puede garantizar, e incluso puede llegar a romper, el respeto a los derechos humanos que contemplan las legislaciones internacionales.

Así que Venezuela, de ser un país cobijo, albergue, amparo, de otrora refugiados políticos, pasó a ser origen de ellos. Y, ante los jueces internacionales, a pintarrajearse con características de lo que se denomina Estado Forajido.

Un refugiado como cualquiera
Lo particular de Francisco Volcán es que no se trata de un Pedro Carmona o un Carlos Ortega, hartamente conocidos en el proceso político local. Es el caso de un venezolano de 36 años, técnico superior en Organización Empresarial, vecino del kilómetro 4 de El Junquito, integrante del movimiento Gente de Pueblo (el mismo de Carlos Melo) que promovía el voto revocatorio en los barrios del oeste caraqueño.

Durante el paro, formó parte del grupo de Seguridad de Carlos Ortega y Patricia Poleo. Pese a su bajo perfil público, o precisamente por ello, fue perseguido y acorralado por la policía política, recibió amenazas telefónicas e incluso vio morir a amigos cercanos, según su propio testimonio.

Volcán habla, ahora, desde su casa en Newcastle, ciudad ubicada al norte de Londres. En sus palabras se amalgaman decepción, agradecimiento y alivio. Se entremezclan malos recuerdos, experiencias desagradables y decisiones favorables. Se vierten toneladas de esperanza sobre el futuro personal mientras contempla, forzosamente desde lejos, el turbio panorama venezolano.

Volcán recuerda claramente el día que estalló el infierno: el 24 de agosto de 2003, cuando se entregaron, ante el CNE, aquellas primeras firmas contra el presidente Chávez. “Desde Miraflores nos declararon objetivo político, y aunque después anularon las firmas, la persecución continuó. Al mes y medio del acto, uno de los coordinadores del grupo fue golpeado y baleado. Es Luis Eduardo Goncalves, hoy en situación de asilo en Estados Unidos”.

Miedo tenían, dice, pero estaban tan esperanzados con el referendo que “nos echamos Dencorub y seguimos adelante”. La persecución era constante, a cualquier hora llegaban a su casa funcionarios policiales a amedrentar, lo marcaban en restaurantes, lo interceptaban con camionetas amarillas sin placas. “En febrero de 2004 acudí dos veces al Ministerio Público, y fui atendido por la fiscal 86 nacional, Esther María Pucci, que investigó mi caso y me dijo que en la Disip me acusaban de ser el brazo armado de Carlos Melo. Pero será armado de banderas, pancartas y pitos, porque yo no cargaba armas”.

Los nervios se duplicaban en la pareja Volcán: “Mi esposa estaba en crisis. Llegó a decirme que resolvía definitivamente las cosas o compraba ya la urna para mí”. Eso fue después que mataron, de cinco tiros, a uno de sus amigos más cercanos, Manuel Campos. A Volcán lo acababan de dejar en la parada del bus cuando ocurrió el ataque.

La decisión de marcharse la tomaron después del referendo. “Ni mi esposa ni yo habíamos salido nunca de Venezuela. Decidimos venir a Londres porque tenemos unos amigos aquí. Los llamamos y nos ofrecieron su casa. Buscamos asesoría de la asociación VIVE, de Alfredo Romero y Mohamad Merhi, quienes nos ayudaron a escribir cartas y presentar documentos sobre nuestra situación”.

Con sus amigos apenas estuvieron una semana. Enseguida, el Gobierno británico los envió a un “hotel de refugiados” donde debían firmar asistencia diaria y compartir con exiliados de todo el mundo. “Fue una experiencia horrible. Había iraquíes baleados, africanos que comían sobre la mesa en el comedor común, gente muy distinta a nosotros. Allí estuvimos desde el 24 de noviembre hasta principios de enero. Cuando el caso pasó a un tribunal, nos mudaron a un apartamento en Newcastle. Mucho mejor…”.

Por esto y por aquello

La sentencia favorable a los esposos Volcán fue promulgada el 20 de junio de 2005. Al decir del juez, el “solicitante” (Volcán) cumple cinco condiciones: se encuentra fuera de su país por miedo a ser maltratado; el maltrato que temía era suficientemente grave como para considerarlo persecución; su miedo de persecución era bien fundamentado; la persecución respondía a una de las causas establecidas en la Convención Internacional de DDHH (en este caso, opinión política) y el solicitante estaba incapacitado, o debido al miedo, renuente a buscar protección en su propio país.

El juez dijo más, fundamentado en el Reporte que el Departamento de Estado de EEUU presentó sobre Venezuela el 28 de febrero de 2005, donde se habla de torturas, violaciones a derechos humanos, actos ilegales por parte del Gobierno, ataques verbales protagonizados por Hugo Chávez, presuntos ajusticiamientos extrajudiciales y sucesos violentos como los ocurridos en los terribles días que los venezolanos bautizaron como La Guarimba.

Antecedente firme

Aunque es, todavía, una diáspora tímida, la condición de perseguidos políticos de algunos venezolanos ya es reconocida formalmente en diferentes países. Y la sentencia del tribunal londinense que otorga asilo a Volcán es un antecedente firme en pro de los demás refugiados del régimen de Hugo Chávez, según Alfredo Romero, abogado miembro de VIVE y de Fuerza Integradora.

“Esta sentencia confirma lo planteado ante instancias internacionales: El clima de persecución política y los actos ilegales de amedrentamiento e intimidación del Gobierno actual”, afirma Romero.

Volcán no es el único venezolano que ha huido por sentirse víctima de la persecución política. En VIVE, manejan los casos de familiares de víctimas del 11 de abril, de activistas de plaza Francia, de miembros de partidos políticos, que son pocos conocidos en la opinión pública. Los que han logrado salir se han refugiado, en su mayoría, en España y Estados Unidos.

“El de Volcán es un antecedente firme para casos similares de persecución política. En VIVE hemos recibido denuncias importantes de torturas, que han sido presentadas ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya. Tenemos denuncias que han sido comprobadas dentro de lo razonable y que tienen elementos en común”, explica.

Este surgimiento de exiliados políticos venezolanos va en contra de la tendencia mundial. Según cifras de Acnur, la organización de las Naciones Unidas para los refugiados, el número total de solicitantes de asilo en 2004 fue el más bajo desde 1998, reportando 368 mil personas en esta situación. Y a Europa nunca habían llegado tan pocos refugiados desde 1986.

Mientras tanto, Volcán inicia una nueva vida, bajo la condición de refugiado político venezolano. El gobierno británico les facilita la adaptación: “Ya machucamos el inglés porque estudiamos el idioma en Cambridge y tenemos empleo (suministrado por las autoridades). Por ahora, trabajo en un almacén de alfombras pero cuando mejore mi dominio del idioma, mejorarán también los oficios que me asignen. No podemos salir de Gran Bretaña, y menos volver a Venezuela, durante cinco años pero al menos estamos vivos. Y por eso, le agradeceré todos los días al gobierno inglés y a la organización VIVE porque, si no fuera por ellos, estaría muerto”.