El libro hace un inventario de la violencia oficial contra los universitarios durante el año pasado y hasta febrero de 2015. (El Venezolano)
El libro hace un inventario de la violencia oficial contra los universitarios durante el año pasado y hasta febrero de 2015. (El Venezolano)

Julio 28, 2015.-Un libro escrito por un joven periodista venezolano deja el registro de los horrores padecidos en 2014-15 por quienes enfrentaron al Gobierno de Nicolás Maduro

Contra una hegemonía comunicacional que tiende a imponer una visión única de la realidad, en Venezuela se alzan otras voces, que aunque no tienen detrás la potencia de todo el Estado, tienen como ventaja el arma poderosa de la verdad.

Es el caso del joven periodista (23 años) Carlos Javier Arencibia, militante del partido Bandera Roja (quizás el que está más a la izquierda en el espectro ideológico de partidos que componen la denominada Mesa de la Unidad Democrática, la coalición opositora venezolana), quien acaba de publicar el libroTestimonios de la Represión, que recoge, a modo de inventario, testimonios de los estudiantes que fueron víctimas de torturas y malos tratos por parte del Estado venezolano, durante las protestas universitarias del año pasado.

El libro está publicado por la editorial Libros Marcados y su prologuista es María Corina Machado, lo cual es otra muestra de la amplitud de la oposición venezolana, pues la destituida diputada es una voz de la centroderecha.

“Estas crónicas son el relato de la rebeldía democrática surgida en Venezuela desde ese 2 de febrero de 2014 (…) Es un movimiento social que libra una batalla histórica contra el autoritarismo y por la democracia de todos los venezolanos”, señala la dirigente política en su introducción al texto.+

Por su parte, Arencibia indica que “ella (María Corina Machado) es liberal, él (Leopoldo López, detenido por promover las protestas desde hace 18 meses) es socialdemócrata, y Bandera Roja es comunista. Las tres propuestas económicas y políticas del mundo contemporáneo unidas en una sola causa: Luchar contra la dictadura venezolana y trabajar por una sociedad de bienestar justa, democrática y popular”.

El libro comienza con el primer torturado en las protestas, Juan Manuel Carrasco, joven hispano-venezolano que ha denunciado ante la Unión Europea una violación con la punta de un fusil, por parte de la Guardia Nacional Bolivariana (rápidamente, como señala Testimonios de la Represión, desmentida por la obsecuente fiscal General venezolana, Luisa Ortega Díaz); esto ocurrió el 13 de febrero.

Culmina con el asesinato del adolescente Kluiverth Roa,  de apenas 14 años, baleado a quemarropa por un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana el 24 de febrero de este año, en una manifestación estudiantil en San Cristóbal (Táchira) en la que ni siquiera participaba, porque estaba defendiendo a otro muchacho al que los policías golpeaban.

El libro hace mención a Nicolás Maduro, presidente venezolano, afirmando que Kluiverth “pertenecía a una secta creada por la CIA”, cuando su única participación en grupos era, como dijo su padre, a los Scouts. “Presidente, no diga tantas idioteces”, le aconsejó el acongojado progenitor del joven asesinado, un fotógrafo periodístico.

En el camino se cuentan casos como el de Marvinia Jiménez, la joven golpeada salvajemente por una funcionaria de la GNB (que por cierto está libre) y además fue detenida; de Clider Martínez, colocado con delincuentes comunes en El Rodeo III, una de las cárceles más peligrosas del país, por acampar frente a las oficinas de la ONU en Caracas, y más protegido, paradójicamente, por estos reos que por el Estado venezolano; o de la dirigente estudiantil Sairam Rivas, cuyo pecado fue derrotar al “chavismo” en la única escuela de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en la que siempre fue mayoría, la de Trabajo Social

Se reseñan también, con detalles, las 49 víctimas de la violencia durante los meses de las protestas estudiantiles, y cómo murieron, para evitar que el Gobierno de Maduro (que sostiene que las víctimas son responsabilidad de Leopoldo López, aunque no se ha atrevido a levantarle cargos por homicidio) imponga su verdad oficial.

Testimonios de la Represión hace también, sin embargo y quizás sin quererlo, una crítica a la división opositora en Venezuela. Claramente proclive hacia ese segmento opositor que propugna que no puede haber ninguna concesión ni negociación con el Gobierno de Maduro, distancia a estos, más radicales dirigentes, como Machado, López o el también encarcelado alcalde de Caracas Antonio Ledezma, de aquellos más conservadores en sus estrategias, como el excandidato presidencial y gobernador de Miranda Henrique Capriles, o de Jesús “Chúo” Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD.

Es un libro sin concesiones ni ambages, que llama a las cosas por su nombre, que está redactado en un estilo directo y conciso, y que causa dolor en lo más profundo a quienes tenemos la edad suficiente como para ser padre de esos estudiantes torturados y asesinados.

En un país que ve marcharse a centenares de sus ciudadanos más jóvenes cada día, en el que la desesperanza va ganando cada vez más espacio, es conmovedor ver cómo este grupo de muchachos que no han conocido una realidad más allá del chavismo (que lleva 16 años en el poder), pelean por la restitución de una democracia plena; observar los maltratos de los que han sido objeto, de cómo las instituciones que deberían defenderlos (tribunales, fiscalías) se convierten en parte de la maquinaria de su demolición moral y física, es un llamado de atención para el futuro.

En naciones que han pasado por procesos similares, como Argentina o Chile, la justicia continúa buscando responsables, 30 o 40 años después. Muchos de quienes mantienen el poder a sangre y fuego en la Venezuela de hoy podrán mirarse en esos espejos, y temer, con sobradas razones, al pequeño e indispensable libro de Carlos Javier Arencibia; porque si algo tienen de su parte estos muchachos valerosos que pelean contra el Gobierno de Nicolás Maduro, es el tiempo.

http://es.panampost.com/pedro-garcia/2015/07/28/testimonios-de-la-represion-hace-inventario-de-torturas-en-venezuela/