La cruzada de Andreina Feo por garantizar espacios amigables para personas con trastornos del espectro autista comenzó cuando su hija Gabriela fue diagnosticada con autismo severo. “Al principio, cuando uno arranca este camino, tienes muchas inquietudes, muchas preocupaciones porque realmente no sabes hacia dónde vas”, cuenta Feo, de 55 años.
Cuando su hija se hizo mayor de edad, no había lugar para ella en el instituto de educación especial donde era atendida, lo que aumentaba la incertidumbre de Feo. “Cuando ella era pequeña, yo no me planteaba lo que hoy en día me da vueltas en la cabeza todos los días de mi vida y es ¿qué va a pasar cuando nosotros ya no estemos?”.
Fue a partir de esos cuestionamientos que, junto con otras dos madres, creó la Fundación “Autismo Dejando Huella”, donde hoy, a sus 28 años, su hija Gabriela y otros cincuenta jóvenes y adultos con condiciones similares comparten aulas y sitios de recreación.
“Dentro del autismo hay 3 niveles. Nuestra población es la más comprometida, entonces para ellos no había ninguna alternativa. Nosotros venimos a ser la única alternativa que ellos tienen. Tenemos un caso aquí de un muchacho que tiene 50 años y te imaginarás la edad de sus padres”, relata.
En sus instalaciones trabajan 35 médicos, psicólogos y psicopedagogos; que proveen las herramientas para que estos “muchachos” – como les gusta llamarlos- puedan desarrollarse plenamente.
“No solamente le estoy brindando una alternativa a mi hija, sino a muchos que están dentro de la misma condición igual que ella. Me llena venir todos los días y ver la felicidad de cada uno de ellos. Cada uno, dentro de su mundo, te expresa algún sentimiento que tú dices: este esfuerzo vale la pena. Lejos de sentirme triste o frustrada, me siento totalmente bendecida”, dice.
Uno de cada 160 niños en el mundo tiene un trastorno del espectro autista, según la Organización Mundial de la Salud. Algunos no logran hablar, pero se comunican a su manera; por ello, la preocupación sobre qué pasará cuando se hagan mayores y sus padres no estén vivos sigue vigente.
“El proyecto macro es poder concretar una residencia donde ellos, cuando nosotros ya no estemos, puedan vivir y puedan tener una vida digna, llena de cariño como si estuvieran en casa”.
La Fundación “Autismo Dejando Huella” ha becado a 28 de los 52 jóvenes y adultos que se educan en sus espacios, pero continúan buscando alianzas y donaciones para poder financiar a la mayor cantidad posible de pacientes, para que los padres con pocos recursos económicos tengan un lugar donde sus hijos queden en buenas manos.
Con información de VOA