Maduro ha perseguido, apresado y torturado a compatriotas del ejército que se rebelaron en el 2017, pero se ha mostrado indulgente con un episodio similar protagonizado por guerrilleros colombianos en septiembre pasado.
Uno de los hechos más sonados en las Fuerzas Armadas venezolanas de los últimos años ha sido el asalto del Fuerte Paramacay, liderado por el capitán retirado de la Guardia Nacional Juan Carlos Caguaripano Scott.
La acción, bautizada como ‘Operación David’, ocurrió el 6 de agosto de 2017 y consistió en tomar por sorpresa a los soldados en horas de la madrugada, llegar hasta el Parque de Armas y llevarse cerca de un centenar de fusiles. Duró cuatro horas. Poco más de dos años después, el 14 de septiembre de 2019, un grupo de guerrilleros de las FARC asaltó el fuerte militar Ambrosio Plaza, en Elorza, en el estado Apure, donde robaron municiones y fusiles.
Sin embargo, y pese a las similitudes, hay varias diferencias que emergen entre estos dos hechos en relación al trato por parte de la Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), los tribunales y los cuerpos de inteligencia.
Caguaripano Scott es un capitán retirado de la Guardia Nacional Bolivariana. No es cierto que haya sido expulsado por narcotráfico de la Fuerza Armada, como dijo la periodista Madelein García. Él fue uno de los militares que participaron en la polémica detención de Rodrigo Granda, el canciller de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Caguaripano, a quien la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) detuvo en el 2009, publicó en el año 2014 un video en el que denunció la presencia de cubanos en los cuarteles venezolanos.
Durante el asalto al Paramacay fue difundido un video que recorrió el mundo. En él aparecen 18 integrantes de la ‘Operación David’, entre los cuales está Caguaripano Scott diciendo que lo acompañan en la operación tropa y oficiales de la 41 Brigada Blindada “del verdadero ejército forjador de libertades”. “Nos declaramos en legítima rebeldía unidos, hoy más que nunca, con el bravo pueblo de Venezuela para desconocer la tiranía asesina de Nicolás Maduro”, se lo escucha decir en la grabación. Además, aclara que “esto no es un golpe de Estado. Esta es una acción cívica y militar para restablecer el orden constitucional, pero más aún para salvar al país de la destrucción total, para detener los asesinatos de nuestros jóvenes y familiares”.
En realidad, al capitán lo acompañó un grupo de militares retirados. Contaron con el apoyo del primer teniente Jefferson Gabriel García Dos Ramos, plaza de la 4101 Compañía de Comando, oficial encargado del parque de armas del Fuerte. En total, unos 28 hombres de la Operación David fueron los que tomaron la Unidad Blindada. Se llevan 89 Fusiles AK-103 y 175 cargadores de este tipo de fusil; 5 lanzagranadas múltiples de 40 mm; 140 granadas de 40 mm; 41 bayonetas, 6 pistolas, además de dos fusiles y dos cargadores del 412 Batallón Blindado José Francisco Bermúdez; seis Fusiles AK-103 y seis cargadores del 413 Batallón Blindado Pedro León Torres. Entonces, el personal de la instalación militar logró la captura de ocho de los integrantes del grupo de Caguaripano, uno de los cuales resultó herido y fue trasladado al hospital, pero llegó sin signos vitales.
El Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, dijo además que resultaron heridos el primer teniente Gerardo Silva, quien estaba en terapia intensiva, el distinguido Wilfredo Antonio Rivas Villamizar y el soldado Jonadas Saldeño. Caguaripano se convirtió en el hombre más buscado por los cuerpos de seguridad del país. Hubo muchos allanamientos y presos. El 11 de agosto, cinco días después del asalto al Paramacay, fueron detenidos Caguaripano y García Dos Ramos. El capitán fue brutalmente torturado, le desprendieron los testículos por efectos de la electricidad, sufrió golpes en todo el cuerpo, además de haber sido incomunicado durante muchas semanas. Durante este tiempo ha sido sistemáticamente torturado física y psicológicamente. Al cumplirse dos años de su detención, su esposa, Irene Olazo, denunció que no ve a su esposo desde el año 2018.
El asalto al Paramacay significó largas transmisiones en los medios de comunicación, mucho centrimetraje, entrevistas y videos de los jerarcas de las Fuerzas Armadas. En el fondo, todos justificaron las torturas contra el que llamaron “traidor” por haberse atrevido a asaltar un cuartel.
Lucas, el comandante de Elorza
Poco más de dos años después del asalto al Paramacay, el 14 de septiembre 2019, un grupo de guerrilleros de las Fuerzas Armadas revolucionarias de Colombia (FARC) asaltó el Fuerte GB Ambrosio Plaza en la población de Elorza, municipio Rómulo Gallegos del estado Apure.
Alrededor de las 7 de la tarde de ese día, el soldado Wilfran Doanger Quijada Echenique, encargado esa noche de la guardia del parque de armas, se extraña al oír ruido en el depósito de munición inservible. Cuando llega al lugar y ve a seis individuos uniformados saliendo apresuradamente.
El soldado da aviso al oficial de día de la unidad, quien comienza una persecución contra los individuos, por lo que el teniente coronel Francisco Augusto Rojas Moratinos, comandante del 911 Grupo de Caballería Blindada e Hipomóvil se percata de la situación y ordena formación a todas las unidades del fuerte. Al chequear las municiones se da cuenta que faltan 22.176 cartuchos.
Dos días después, los militares que buscaban lo que había sido robado se enfrentaron a integrantes de las FARC, intercambiaron disparos y capturaron a un grupo de veinte guerrilleros que fueron trasladados a Guasdualito, capital del municipio Páez del estado Apure. Entre ellos figura el comandante Lucas de las FARC y quince guerrilleros más, armados e indocumentados. Además, de varios venezolanos, incluyendo militares.
A diferencia de lo ocurrido con Caguaripano, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha guardado silencio. No hubo ni una sola información oficial al respecto, lo que podría evidenciar la protección a la guerrilla colombiana y ocultarle al país que el fuerte fue asaltado por fuerzas irregulares que están en territorio venezolano.
Tampoco ha salido el ministro de Defensa, ni el comandante Estratégico Operacional ni comandante alguno de los componentes a repudiar el hecho. Tampoco ha salido la periodista Madelein García a presentarlo como terrorista, aunque en el caso del comandante Lucas esta calificación sí le corresponde, por ser la FARC catalogada como tal. Al parecer, la institución castrense se sintió lesionada cuando un venezolano y capitán de la FANB asaltó el Paramacay, pero ni siquiera se ofendieron cuando guerrilleros colombianos se les metieron en un comando militar.
De no ser porque un alto oficial insistió en precisarnos que el comandante Lucas sí está detenido en el Centro Penitenciario de Occidente (CPO) cárcel de Santa Ana del Táchira, uno pudiera pensar que lo sucedido en el fuerte Ambrosio Plaza no es más que una leyenda urbana de las tantas que corren en los llanos venezolanos.
Las FARC incluso recurrieron a Diosdado Cabello, presidente de la oficialista Asamblea Constituyente, para que liberara al comandante Lucas. A principio de octubre, una comisión de familiares y compañeros de los 15 colombianos que quedaron presos, porque cinco venezolanos fueron dejados en libertad, estuvieron en Caracas reuniéndose con diversos funcionarios para lograr su libertad y argumentando que de ninguna manera podían ser deportados a Colombia.
El problema de fondo es un enfrentamiento interno entre los jefes locales de las FARC, porque unos reconocen a Iván Márquez y otros a Timochenko. Arturo y Lucas no reconocen como jefe a quien el Gobernador de Apure el coronel retirado Ramón Carrizales ha considerado el verdadero interlocutor. Lo único bueno que ha salido de todo este caso es que, por ahora, las FARC decidieron suspender el cobro de “vacuna” o extorsión a los ganaderos de la zona.
Co información de Sebastiana Barráez en su artículo publicado en Infobae