diego_arria_10jul2015Julio 10, 2015.- Hace veinte y dos años, en abril de 1993, una misión del Consejo de Seguridad de la ONU, que tuve el privilegio de presidir, fue enviada a Srebrenica (Bosnia Herzegovina, en la Antigua Yugoslavia) para conocer la situación en el terreno e informar al Consejo, que unos días antes había aprobado la Resolución 819 declarando Srebrenica como una “zona segura”.

 Fue la primera “zona segura” declarada en el mundo. Y la primera misión del Consejo de Seguridad a un teatro de Guerra. Tomó solo pocas horas, después de visitar el enclave de Srebrenica, para concluir que no era el “zona segura” que pensábamos, y que habíamos pretendido crear. Lo que encontramos era, claramente, una especie de “cárcel abierta” donde la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas había incluso asistido en la negociación para la capitulación del enclave a los agresores serbios.
En la escuela, en Potocari hablé con miembros de la comunidad con convicción y emoción. Les dije: “estamos aquí, los embajadores de Francia, Hungría, Nueva Zelanda, Pakistán, Rusia y yo, desde Venezuela, en representación de la cúpula política más importante del mundo: el Consejo de Seguridad de la ONU. Hemos venido a decirles que, después de haber observado su situación, los protegeremos e impediremos que sigan siendo víctimas del vandalismo de las fuerzas paramilitares serbias que los rodean y controlan su ciudad, y que se han convertido en sus carceleros”
Estando en Srebrenica, declaré a la prensa, que estábamos presenciando un “Genocidio en Cámara Lenta”. Fue la primera vez que tal descripción se hiciera. A nuestro regreso a Nueva York preparamos un informe que presentamos al Consejo de Seguridad el 30 de abril. Describíamos claramente las condiciones inhumanas imperantes en Srebrenica, que no era para nada una “zona segura”. Hoy Rusia, con la complicidad de Venezuela, niega y usa su poder de veto, a pesar de conocer todas las decisiones del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia y la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Veinte meses después, entre el 10 y el 11 de Julio de 1995, nuestra alerta del genocidio en cámara lenta en progreso, trágicamente se había materializado.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la comunidad internacional habían incumplido el compromiso de asistir al pueblo de Srebrenica.
En realidad, aún hoy, después de veinte años, no han aceptado la realidad de semejante traición, manteniendo que no podían anticipar tal resultado monstruoso. Precisamente, el que yo personalmente temía desde nuestra visita, y llamé “Genocidio en Cámara lenta ante los ojos del mundo”. Y no puedo olvidar y sentir el dolor, al recordar las palabras que el presidente Izetbegovic nos dijo en Sarajevo, para ellos, nuestra visita “representa un símbolo de esperanza para todos los de su pueblo”. A todos ellos les fallamos.
Llamar a lo que sucedió en Srebrenica masacre, tragedia, catástrofe, cualquier otra cosa, darle cualquier nombre que no sea genocidio, no sólo frustra la posibilidad de la reconciliación, sino que refuerza a los que niegan el genocidio. Es trivializar el dolor y el sufrimiento de las víctimas del genocidio. Es re-victimizar a los sobrevivientes, y minimizar la enormidad del crimen.
Repito: este genocidio es lo que hoy Rusia, con la complicidad de Venezuela, no solo niega, sino que usa su poder de veto, a pesar de conocer todas las decisiones del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia y la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Informe de la Misión del Consejo de Seguridad de la ONU presidida por el Embajador de Venezuela, Diego Arria
http://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/s_25700.pdf