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Marzo 17,2015.- Rodolfo González, ‘el Aviador’, es la primera víctima documentada del sapismo de los patriotas cooperantes.

La delación de estos sujetos es el primer paso que enreda la madeja, con que se teje una justicia podrida y perversa, que dispara primero y averigua después. La estructura del Poder Judicial para lo único que funciona es para obedecer las órdenes que vienen del imperio castrista y que sus mandaderos locales ejecutan con una rapidez inusitada. El engranaje represivo está debidamente aceitado, y un grupo de mujeres están dispuestas a apretar todas las tuercas para conseguir el objetivo de silenciar las voces disidentes, cueste lo que cueste.

Para poner preso a González, de 64 años, un soplón cooperante lo acusó de tener una bomba molotov, “miguelitos” y armas de fuego. Acto seguido el hiperbólico antimperialista norteamericano y servil pro imperialista cubano, acusó a este jubilado de ser el cerebro de las guarimbas. Argumento más que suficiente para que Luisa Ortega Díaz designara a la fiscal 20 provisoria, Katherine Nayarith Harintong Padrón, para que llevara el caso hasta sus últimas consecuencias, lo que efectivamente hizo.

El piloto fue imputado a la velocidad de la luz por asociación para delinquir, tenencia de explosivos y tráfico de armas de fuego para aparentar que se ajustan a la letra de la ley. Una vez preso este enemigo de la revolución -por darle agua a jóvenes en huelga de hambre- fue objeto de todo tipo de torturas, para obligarlo a convertirse en delator de otros opositores a quienes, muy posiblemente, ni siquiera conocía.

Ayer se publicó en El Nacional que la provisoria fiscal K. Harintong le propuso a González convertirse en acusador del alcalde metropolitano Antonio Ledezma. A cambio ni siquiera lo dejaría en libertad sino que le permitiría gozar de algunos beneficios, no especificados. ‘El Aviador’ no se convirtió en indigno patriota cooperante. Seguro prefirió la muerte antes que ser un sapo, un bramón o un vergonzoso confidente.Vale decir, un traidor sin escrúpulos al servicio de este totalitarismo militarista, que no respeta los más elementales derechos humanos de los venezolanos.

Tengo que decir que las mujeres que sirven a esta dictadura son instrumentalizadas como implacables vigoleras en procesos judiciales, que son verdaderos tormentos para quienes caen en las garras de estos verdugos, que llegaron al poder para no dejarlo jamás, de acuerdo con el guión cubano y con las órdenes de los reales dueños de esta ex república. Valga repetir, que no está en el ADN del cogollo la alternabilidad, porque esto no es una democracia, sino una tiranía con todos sus males, ruindades e ignominias.

Katherine Harintong es la fiscal ajusticiadora que parece ser la sustituta de la ex juez Maryorie Calderón, hoy magistrada del TSJ, quien ejecutó brutales castigos contra los comisarios Forero, Vivas, Simonovis y los siete funcionarios de la Policía Metropolitana. Hasta el sol les negaron como hacen hoy con Leopoldo López, Daniel Ceballos, Antonio Ledezma, Lorent Gómez Saleh, Gabriel Vargas y Gerardo Carrero, y con todos los que entierran en vida en La Tumba, sólo por expresar sus opiniones contra esta calamitosa y trágica pesadilla.

De su currículo entresacamos lo más destacado de Harintong Padrón. Ella está a cargo de perseguir -con los mecanismos de la (in)justicia comunista- a María Corina Machado, Henrique Salas Römer, Gustavo Tarre Briceño, Tamara Sujú Raffo. También actuó en el caso de la jueza María Lourdes Afiuni, ordenó el allanamiento de Ana María Abreu, cuñada de Rocío San Miguel, imputó a Juan Rodrigo Diamante de la ONG Un Mundo sin Mordazas, y para cerrar con broche de oro fue la encargada de martirizar a Yendry Sánchez. Aquel muchacho con problemas mentales, que cometió el terrible delito de interrumpir la pieza oratoria del heredero, durante su toma de posesión del inmerecido cargo que detenta para desgracia de los venezolanos.

A los patriotas cooperantes y al sistema de injusticia debe sumarse la muerte de Rodolfo González, como consecuencia del hostigamiento, la represión y las torturas que los esbirros de este régimen aplican, sin piedad, a los presos políticos.

Agridulces
Te lo juro que no sé para qué sirve una habilitante. Sólo sé que es un recurso legal inútil para la sociedad, pues no resuelve sus problemas. Al contrario los agudiza, al gastar los dineros públicos en batallas perdidas de antemano, como esa que tiene como objetivo al imperio norteamericano.

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