Venezuela Awareness
(Foto Carlos Andrés Pérez)
Venezuela Awareness
(Foto Carlos Andrés Pérez)

05 abril 2014

Dhameliz Díaz ||[email protected]

La cama de su habitación en el apartamento de Altos de Tazajal está ordenada, no era el hábito de Geraldine recuerda su mamá Rosa María Orozco. El vacío por su ausencia es brutal. El silencio pretende imponerse, pero ella se pasa la mano por la mejilla borrando la lágrima impertinente, para no darle tregua a su dolor y comenzar el duelo por la muerte de su hija. “A Geraldine la derribó la represión sin medida”, convertida en ‘contraataque fulminante’. “Cada vez que nos sumábamos a las manifestaciones de protestas, le advertía sobre la actuación de motorizados armados entre los uniformados y su actuación sin medida. Tengo 15 años marchando y nunca había visto esto ¡Jamás! Era muy difícil prohibirle a mi hija que protestara, si le había enseñado a luchar por Venezuela, entonces yo salía con ella, hasta ese día”.

Su muerte, causada por los disparos de perdigones en su rostro, fue la segunda en Carabobo, todavía sigue impune. Le volaron el ojo izquierdo. La onda expansiva de los perdigones que se le quedaron adentro le desprendió la mitad del cerebro. Cumpliría 24 años. Cinco motorizados uniformados identificados como guardias nacionales dispararon a los muchachos que caceroleaban resguardados tras una barricada en Tazajal, municipio Naguanagua. Dispararon. Dispararon. Dispararon, aunque ya se dispersaban. Corrían. Lo testimonió su prima Liseth Madía. La señora que intentó mediar para que detuvieran el poder de fuego y amenazaron con acciones peores contra ella si no se quedaba quieta. “… Ella, Geraldine se volteó para precisar el avance de quienes los perseguían. Le pegaron y calló… Cuando intentó levantarse para continuar la huida, le dispararon en el rostro. Dicen que perdigones. Municiones que ‘le fracturaron toda la estructura orbitaria’.

Geraldine batalló por su vida. Su mamá, Rosa, no sabe de dónde sacó tanta fuerza para intentar levantarse de la camilla si el daño era tan grave. Por eso tenía esperanzas de que se recuperaría. “Rogaba que la atendieran rápido para que le quitaran ese ardor que le quemaba el cerebro, la garganta”… Le salta la lágrima impertinente.

Se hace oír en la OEA y mitiga su dolor. Acompaña a los estudiantes que la llaman cada mañana para informarle de la agenda de protestas del día. Ella se levanta, sin haber podido conciliar el sueño, confiesa, y se incorpora a la lucha para no sentir ese sufrimiento que, está decidida, no permitirá que la derrote.

Aguerrida, lucha. “Mas temprano que tarde espero que salgamos de esto…” Por lo que yo tenía miedo ya me lo quitaron.

Hola Ma Cuando llega al apartamento sola, sin tanta bulla, ¿Qué es lo que te advierte que su vida se apagó?

– Su saludo: “Hola ma”. Ahorita lo siento más. Me preguntan si no lloro cuando me abordan en la calle… En ese momento cuando llego al apartamento. Me sugieren que venda el apartamento porque el recuerdo es muy fuerte… pero no puedo dejar de recordar a mi ‘gorda’ ¿Que voy a hacer?.. Se le quiebra la voz.

Desde que comenzó a mandar el gobierno revolucionario hemos marchado, Geraldine andaba con nosotros para arriba y para abajo. Pasa lo que pasa… no sé si Geraldine me da tanta fuerza para seguir luchando por el país que queremos con más ahínco. Tengo que darles fuerza a los muchachos, a las mamás, porque es difícil saber que los hijos están luchando por sus ideales de un futuro mejor.

A veces creo que es una pesadilla… Estoy cansada… Me pregunto por qué me está pasando esto… ¿Hasta cuándo estaremos en esta lucha?

Ese día cuando mataron a Génesis le avisé que llegaría a las 2 de la tarde y le rogué que no saliera. Ella me respondió que no tenían previsto salir. Que se quedaría entrenando en la cancha del edificio y saldría al final de la tarde a ‘cacerolear’ un rato afuera de la residencia. Le pedí que me avisara para ir juntas. ¿Qué iba a pensar yo que en mi castillo, en mi zona, encontraría la muerte? Las personas que pasan por aquí son las que viven por estos lados. Y pasó lo que pasó.

En estos días escuché unas declaraciones del general Antonio Ballesteros diciendo que lo sucedido era mentira porque no había ningún guardia nacional destinado a esta zona. Ojalá que estas palabras le lleguen “peor lo que usted está diciendo, porque si no fue un guardia nacional, entonces quiere decir que está uniformando y dándole armamento y motos a personas ajenas. Es otro delito que ustedes están cometiendo. Explíqueme señor general quien se los dio para que llegaran hasta aquí”.

¿De dónde sacas esa fuerza de voluntad, para enjugar las lágrimas y plantarte en la OEA para alzar la voz de los caídos por represión del gobierno revolucionario?

-Yo creo que del Espíritu Santo a quien me encomiendo cada mañana, de los muchachos que se mantienen en pie de lucha, de Geraldine… Su rosario que llevaba… proteja de todo mal… Roy Chaderton, la delegación venezolana me mandó a sacar de la sala de la OEA, pero me paré con la franela de Geraldine y comencé a aplaudir al embajador venezolano: “¡Bravo!”… le dije en voz alta… “tú gobierno mató a esta muchachita que está aquí” y me señalé la franela con su rostro estampado que llevaba puesta… “¿Y saben qué? en manos de un guardia nacional, ojalá que no seas como tu Presidente que duerme como un bebé”. Un señor se levantó y me dijo que hablara más duro y me dio el micrófono para que escucharan los que estaban atrás. Entonces dirigí mis palabras a Insulza: “Usted no estará toda la vida en ese puesto, usted es un mortal como todos nosotros y arriba hay un Dios justo ve para abajo. Todos los aquí presente que se someten a un país por un barril de petróleo vean lo que está pasando”… Se me acercó esta vez una mujer policía invitándome a salir, un momentico le dije, para rematar diciéndole a Chaderton: “Usted y su gobierno pagarán por todas las muertes porque yo sí le tengo miedo a la justicia divina”. Nadie esperó que yo reaccionara de esa manera. Ahí es cuando salimos a la sala de prensa.

– ¿Conoció cuál fue la reacción de los embajadores presentes?

– Dieron 20 minutos de receso porque al señor Insulza le bajó la tensión y al señor Chaderton le temblaba la quijada de la rabia que tenía, eso sí lo vi. Se puso rojo. Al salir de allí te juro, sentí como si me habían quitado 20 kilos de encima. Cómo les dije a los embajadores de la OEA: Nuestro futuro, la riqueza de los venezolanos no es el petróleo sino esos muchachos que protestan, que están pendientes del país. Yo no fui a la Organización de Estados Americanos solo por mí, sino por la representación de todas las madres de Venezuela porque la mujer venezolana es una fiera cuando le tocan a un muchacho.

– ¿No tiene miedo?

– No. Por quien yo sentía miedo, ya me lo quitaron. Hasta la última gota que quede de vida, aquí estaré. No me iré de Venezuela. Yo estoy en el lado correcto de la historia.

El recuerdo, le impide descansar

La bandera que cubrió el féretro de Geraldine, firmada por compañeros de estudios, del equipo deportivo, amigos, está desplegada de pared a pared en la que era su habitación, intacta, como la dejó. Con sus botas sin guardar en el clóset, los apuntes y copias de estudio en perfecto desorden en uno de los tramos de la pequeña biblioteca. Las medallas ganadas en torneos de gimnasia olímpico, su primer deporte, fútbol. Su bolso. Como si en cualquier momento regresará. “Estaba viendo las noticias, mientras ella seguía jugando en la cancha y me llama para avisarme: “ya vengo Ma”. Oigo detonaciones y me pongo en alerta, esto no puede ser… Tiene esquirlas pegadas en los huesos. Todas las pruebas se les entregaron al Cicpc mediante acta firmada y fotos. Todos los muchachos declararon”.

Sueños truncados

“Nosotros conversábamos mucho. En broma le demandaba que se apurara en graduarse el año que viene, porque quería jubilarme. Entonces planeábamos viajar a España a finales de este año, estábamos evaluando la fecha, para ver un juego del Real Madrid. Ella admiraba a Ronaldo… Irnos a vivir a Margarita cuando se graduara. Yo amo la playa y en la isla hay mayor campo de trabajo para el ejercicio de su profesión, la citotecnología, carrera en que ya cursaba el 5 semestre.

No te creas, hay momentos que no quiero volver a salir. De verdad que estoy cansada ¿Hasta cuándo estaremos en esta peleadera? Cuando me decaigo recuerdo sus palabras: ¿Quién me enseñó a luchar? Es verdad, la enseñé a amar a Venezuela. Estoy segura de que esto acabará pronto, entonces será cuando entraré en mi luto. Su imagen no me deja dormir, la que vi en el momento que la estaba preparando para el funeral: Su rostro desfigurado por los disparos y sin su hermosa cabellera que le cortaron totalmente en el momento de la operación… Su muerte no puede ser en vano, se repite a sí misma.

Churri Churri es su gato. Entra al cuarto, buscando que lo acaricien, se monta en la cama.

“Tenemos dos ángeles en el cielo”, se lee en la bandera el mensaje de Alejandra, la hermanita de Génesis Carmona, la primera estudiante en caer en Carabobo.

“Dios me ha bendecido con la dicha de ser tu mamá, por haberme dado el beneficio de recibirte en mis brazos, acobijarte cuando tenías frío o cuidarte cuando enfermaste, disfrutar de tus juegos de fútbol, simplemente de verte crecer y convertirte en la mujer que eras. Gracias por haber iluminado mis días con tu sonrisa, acobijarme en tus brazos cuando te necesité, y darme aún hoy razones para seguir adelante, luchando por ti, por nosotras, por nuestro futuro, dándome razones para continuar hasta lograr alcanzar el sueño de vivir el país que tanto anhelamos, un país libre, en paz y con justicia. Por siempre en mi corazón, mis pensamientos, mis oraciones… te extrañaré eternamente, tu mamá”.

http://www.el-carabobeno.com/portada/articulo/78787/estoy-convencida-que-saldremos-de-esto