En 2013 aumentaron los crímenes de odio motivados por orientación sexual e identidad de género. Y desde el poder se alienta, con el discurso, la fobia y discriminación contra la sexo diversidad. Por Oscar Medina
Entre 2009 y agosto de 2013 ocurrieron al menos 99 casos que entran en la categoría de crímenes de odio: 46 asesinatos y 53 agresiones de otro tipo, entre las que cuentan “tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, detenciones arbitrarias, agresiones verbales, físicas y psicológicas, amenazas, embate policial, abuso de poder, entre otras”. Y esto, “debido a la orientación sexual, identidad de género y expresión de género de las víctimas, según lo reseñado por algunos medios de comunicación y denuncias de organizaciones de la sociedad civil que trabajan con la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis e intersexuales”.
Las cifras y las citas forman parte del “Informe Venezuela 2013: Crímenes de odio por Orientación sexual, Identidad de género y Expresión de género”, un documento elaborado por Accsi a partir de las escasas fuentes de acceso a información de este tipo: medios de comunicación y sitios web de otras organizaciones civiles defensoras de derechos humanos. Aunque es considerado por sus autores un análisis con resultados “preliminares” y en el que es evidente el subregistro de casos, las conclusiones que se desprenden no dejan de ser preocupantes.
“El estudio evidencia la discriminación, violencia e impunidad que padecen las personas LGBTI en Venezuela, algo que ha sido publicado por algunos medios de comunicación social y denunciado por muy pocas organizaciones de la sociedad civil”, explica Alberto Nieves, de Accsi. Y añade: “De todo este universo de ciudadanos y ciudadanas, las personas trans son las más afectadas por los crímenes de odio”.
“Es alarmante la saña y barbarie existente en varios de los casos de asesinatos y agresiones de personas de la diversidad sexual, tales como degollamientos, lanzamiento de personas al vacío, arrollamientos, golpes con bloques en la cabeza, golpes con herramientas como una llave de cruz, quemaduras, torturas, entre otros”, señala Argenis Mondragón, miembro de Accsi y coautor junto a Nieves del informe: “Mucho más alarmante son los mensajes que con esto envían las personas agresoras a las víctimas y a la comunidad LGBTI promoviendo una especie de limpieza social”.
El análisis de la información recopilada por Nieves y Mondragón revela “que las víctimas LGBTTTI son irrespetadas en su dignidad humana producto de la lesbofobia, homofobia, bifobia y transfobia que impera en la sociedad venezolana, con el agravante que las personas sexo diversas se encuentran desprotegidas y desamparadas por las instituciones públicas. Una clara demostración es el incremento del 55,56% de los asesinatos -14 casos- motivados por la orientación sexual, identidad de género y expresión de género de enero a agosto de 2013 en relación a los 9 casos del año anterior”.
Crimen, ¿de qué?
Una definición de la International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association (ILGA) identifica como crimen de odio a “todo aquel delito o intento de delito motivado por prejuicio hacia y contra la víctima por razón de color, sexo, orientación sexual, género, identidad de género, origen, origen étnico, estatus civil, nacimiento, impedimento físico o mental, condición social, religión, edad, creencias religiosas o políticas”. Eso abarca un abanico amplio: “El rango de conductas criminales que podrían estar motivadas por el odio contempla desde las amenazas verbales hasta el asesinato, pasando por los golpes y la violencia sexual”.
Nieves y Mondragón explican en su documento que las minorías étnicas, las mujeres y las minorías sexuales están entre los grupos más susceptibles de convertirse en víctimas de este tipo de crímenes que, además, envían un mensaje claro al resto de los pertenecientes a estas minorías. Y advierten algo fundamental: “Si bien los perpetradores son individuos o grupos, los crímenes de odio se sostienen, ante todo, en una densa trama cultural de discriminación, rechazo y desprecio”.
En una nota sobre el tema publicada en esta sección de El Universal el 13 de marzo de 2011, la abogada y activista Tamara Adrián explicó lo que es un crimen de odio: “Es una categoría que se refiere a agresiones y delitos cometidos contra una persona y que están asociados a prejuicios del atacante que pueden ser religiosos, raciales, por su nacionalidad o por su orientación sexual e identidad de género real o percibida”.
En ese momento la Red LGBTI de Venezuela había planteado a la Asamblea Nacional que la legislación venezolana reconociera los derechos de la población sexo diversa y que las normas penales incluyeran la tipificación de crimen de odio como agravante. Pero nada se ha logrado.
Lo que sí ha ocurrido y se destaca en informe de Accsi es que desde la propia Asamblea -y desde otras instancias de poder y en voz de representantes de partidos políticos- se produjeron agresiones verbales que se asumen e interpretan como promotoras de esa homofobia que sirve de sustento a los crímenes de odio.
El diputado Pedro Carreño, por ejemplo, a quien vimos el 18 de agosto de 2013 pretendiendo insultar al gobernador de Miranda, Henrique Capriles con frases como “Responde homosexual, acepta el reto maricón, acepta el reto”, fue muy celebrado por sus compañeros de partido y transmitido en directo.
Nicolás Maduro, en sus tiempos de canciller, también fue celebrado con risas y aplausos al referirse -en abril de 2012- a la oposición en los siguientes términos: “… así será la calaña de estos sifrinitos, mariconsones y fascistas… “.
Otras expresiones consideradas igualmente desafortunadas y que están recogidas en el informe son las del secretario de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, quien el 19 de agosto de 2013 dijo en un programa de radio en el que comentaba sobre la actitud de Carreño: “… no es conveniente pasarse a la acera de enfrente y exaltar las virtudes de la homosexualidad y del lesbianismo”; “Ese es un tema que no se debe nombrar, ni para exaltarlo, ni para criticarlo. Quienes sean lesbianas u homosexuales, allá ellos… “.
Y también se señala al Cardenal Jorge Urosa Sabino por declarar -17 de mayo de 2010- sobre los matrimonios homosexuales que son una “corriente negativa que se ha dado en los últimos años en muchas partes del mundo, mal se le pudiera llamar matrimonio a una unión entre un hombre y otro hombre o entre una mujer y otra mujer, porque este tiene que ver con la familia, la procreación de los hijos y la misma realidad sexual y física de los seres humanos”.
Para Nieves y Mondragón “es muy grave que las agresiones homofóbicas vengan de altos funcionarios del Estado”. Tanto como el hecho mismo de estar ante “una situación de impunidad muy profunda, puesto que se carece de investigaciones, no se captura ni se enjuicia, ni se condena a los responsables de los crímenes de odio por la orientación sexual, identidad de género y expresión de género de las víctimas LGBTI”.
El informe (disponible en www.accsi.org.ve) documenta 46 asesinatos entre enero de 2009 y agosto de 2013 identificables como crímenes de odio. Y ya los primeros ocho meses del año que recién terminó lo ubicaban -con 14 casos- como el más violento del registro, cosa que no podría sorprender si se toma en cuenta que según el Observatorio Venezolano de la Violencia la cifra nacional de homicidios para 2013 se acerca a 25 mil.
Con la Gran Caracas y Zulia en el registro de mayor número de casos (14 y 10, respectivamente), el informe logra establecer que las principales víctimas de estos crímenes de odio son jóvenes: 56,5% entre 17 a 30 años de edad. Y es poco o nada lo que se hace al respecto: “Se desconoce el estatus del 91,3% de los casos por asesinatos de personas de la diversidad sexual”.
http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/140105/victimas-de-la-intolerancia