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Venezuela AwarenessVoces para la Libertad y la Democracia  

  Doctor Juan Carlos Delgado Barrios* 

Prensa VAF.- Enero 5, 2014.-No todo record es para sentirse orgulloso, hay algunos que avergüenzan a quienes lo logran, por ejemplo, tener una ciudad que esté entre las cuatro más peligrosas del mundo no es algo halagador. En ese ranking, Ciudad Juárez en México es la primera, Kandahar en Afganistán la segunda, San Pedro Sula en Honduras la tercera y Caracas ocupa el cuarto lugar, con un estimado de 118 homicidios por 100 mil habitantes. Observemos las cifras en otras ciudades del mundo para tener una referencia y apreciar la gravedad del asunto: homicidios por 100mil habitantes en Medellín (60), Panamá (32), Ciudad de México (24), Guajira Colombiana (26), Bagdad (22), Bogotá (17), New York (7.3),  Moscú (3.2). Lo de Caracas es escandaloso y muestra del fracaso de las políticas de seguridad del Estado Venezolano.

 

Otros estudios como el de la Revista Foreign Policy coloca a Caracas como la primera del planeta en “violencia brutal y homicida”. Con sus apenas 3.2 millones de habitantes Caraca (Distrito Capital) de Venezuela tiene una tasa de 130 homicidios por cada 100 mil residentes, según las estadísticas oficiales. La revista denuncia que “desde que Chávez llegó al gobierno, en 1998, la tasa oficial de homicidios en Venezuela ha subido un 67 por ciento, debido principalmente a la violencia de las pandillas y el tráfico de droga”. Con Maduro esta situación se ha agravado pese a la militarización de los procesos de seguridad pública.

Veamos algunos estados del interior del país: Índice numero de homicidios por cien mil habitantes.  Carabobo (76), Miranda (65)  Lara (40), Sucre (36). Estas cifras muestran a un país con una violencia generalizada donde el gobierno ha perdido el control del orden público y se ha desvanecido la legitimidad por reconocimiento ciudadano de la justicia y las policías -la gente no confía ni en la justicia ni en las policías-. El régimen  ha probado con 20 planes de seguridad en 15 años, lo cual indica que ha fracasado con los 19 planes anteriores. En un foro sobre la  Seguridad en Latinoamérica celebrado en Bogotá uno de los ponentes manifestó: “en Venezuela los militares se armaron hasta los dientes para enfrentar al Imperio pero perdieron la batalla frente al hampa en las calles de Caraca, en ese país los ciudadanos son rehenes de los delincuentes”.  Estas cifras evidencian la magnitud del problema y la certeza de la aseveración del ponente.

La inseguridad es un tema muy complejo, un monstruo de mil cabezas. En Venezuela siempre ha habido inseguridad, pero durante los 14 años de gobierno de Hugo Chávez y ahora del año que transcurre de Maduro como continuidad del llamado proceso revolucionario  se ha disparado de una manera alarmante. Surge entonces la interrogante ¿cuáles son las causas de tanta violencia social en este momento? para responder esta interrogante se debe reconocer que la inseguridad es uno de los problemas más críticos del país y que éste afecta a todos los ciudadanos sin distingo alguno. Entre las causas más relevantes podemos referir las siguientes:

 

  • Las desigualdades: la situación de pobreza no es “per se” causa de la inseguridad pero si es un condicionante  psicosocial para el desarrollo de ese flagelo.  Es por ello, que cualquier análisis sobre la inseguridad debe incorporar este componente. El proyecto socialista lejos de resolver la pobreza la congela y la hace acumulativa. Este gobierno no ha cambiado en nada en relación al clientelismo y populismo de los gobiernos anteriores para abordar las desigualdades, sino por el contrario, las ha profundizado. La estatización de la economía en la búsqueda de controlar los medios de producción ha destruido miles de puestos de trabajo, generando desempleo y multiplicando por cinco la pobreza. La falta de oportunidades, la exclusión laboral, la incertidumbre económica y las carencias sociales y educativas son caldo de cultivo para la violencia social.

 

  • La cultura de la muerte: destruir la sociedad civil para colectivizar la sociedad venezolana es el propósito de la propuesta socialista. Este es el mensaje del lema Patria, Socialismo o Muerte, aunque este lema fue suspendido debido a la enfermedad y muerte de Chávez este penetro las raíces más profundas del alma del venezolano.  El discurso desde la presidencia de la república,  imitado por sus seguidores, promoviendo el odio y el resentimiento social como arma política y justificación de la violencia contra lo que ellos llaman el orden burgués, contiene un mensaje divisionista y excluyente que deriva en tensión social permanente y ruptura de los códigos de convivencia. No hay algo más incendiario que un discurso mesiánico y fundamentalista convocando al revanchismo social mediante la transferencia de la culpa en los sectores empobrecidos -ser rico es malo-, -ellos te robaron lo que es tuyo….-ellos son enemigos de la patria- , etc.  Se ha ido construyendo un andamiaje en el imaginario colectivo de los venezolanos que nos divide y profundiza la violencia, hasta el punto de que la vida no tiene ningún valor para los sectores violentos. 
  • La Impunidad y la corrupción judicial: la impunidad ha creado confianza en el delincuente de que no le va a pasar nada, ni va a ser detenido y mucho menos juzgado, las cifras así lo demuestran. En Venezuela solo el 4% de los delitos son castigados, se han desmantelado las policías de investigación para convertirlas en policías políticas, no hay investigación policial científica a menos que sea un caso escandaloso, hay corrupción en el procesamiento de expedientes, sobre todo, trafico de influencia derivada de la partidización de los tribunales, incluso se habla de liberaciones “asistidas” movidas por “misiones especiales”. Policías partidizadas, corrompidas y desmoralizadas, participación de funcionarios militares y policiales en actos delincuenciales amparados y confiados en la impunidad reinante. Asistimos a una crisis ética de la justicia y esto ya es muy grave, recordemos la máxima “sin justicia equilibrada y honesta no habrá convivencia,  mucho menos paz”.
  • El armamentismo: la estrategia “revolucionaria” del enemigo externo para el logro de la unidad nacional -el grito “guerra al invasor”- ha generado un paradigma pernicioso sobre la tenencia y uso de las armas que ha permeado a la sociedad. En los barrios empobrecidos un arma es un  instrumento de sobrevivencia y símbolo de machismo, de “varón”, de superioridad; encontrar un arma en Venezuela es “pan comido”, hay libre comercio de armas y municiones, se obvian las normas restrictivas en esta materia, circulan 30 millones de balas al año. No hay voluntad política para el desarme, suponemos que es por aquello del “pueblo en armas”, círculos bolivarianos y colectivos defensores de la revolución. Según Rocío San Miguel “En Venezuela el problema de las armas  es de proporciones inmanejables, el Estado ha perdido el control de la tenencia de las armas tanto legales como ilegales”.  Los delincuentes poseen un arsenal muy superior a las policías, muchas de ellas desmanteladas y desarmadas por intereses  o miedos políticos.  La militarización de la acción antidelictivas  ha desplazado a un personal civil entrenado intelectualmente y técnicamente  formados en décadas para dar paso a organización y acciones de fuerza militar frente al hampa y no de inteligencia y estrategia policial como debe ser.
  • Educación carencial y adoctrinada: la escuela pública venezolana nunca había estado tan amenazada como ahora. Por un lado, el deterioro de la calidad y caída del apoyo socioeconómico al estudiante para su permanencia en el sistema escolar ha determinado que la educación no sea atractiva para los adolescentes y jóvenes de los barrios empobrecidos, ya que dejó de ser una vía para la movilidad social. La consecuencia de esto son 4 millones de niños y adolescentes fuera del sistema escolar que están en condición de calle, vagancia callejera y trabajadores informales. Por el otro, el adoctrinamiento de los estudiantes en la escuela pública, mediante una carga ideológica promotora de la fragmentación política y social -aprender para servir al Estado vs. aprender para la vida y para la ciudadanía-, siembra la semilla del resentimiento social y traslado de la culpa, promueve la ruptura de la relación afectiva familiar al trasladar la imagen de la autoridad de los padres hacia el Estado y contribuye a la violencia familiar y abandono del hogar a temprana edad.

 

  • El narcotráfico y la drogadicción: uno de los signos de los países puentes del narcotráfico es el crecimiento de los niveles de consumo de drogas en la población, por el fácil acceso a ellas, ya que se desarrollan sistemas o redes informales de distribución-mercadeo con precios muy asequibles al detal, con redes muy eficientes y “protegidas”. Venezuela ha sido declarado por organismos internacionales como puente de la droga. El narcotráfico es toda una organización transnacional y tiene una cultura corporativa que crea condiciones para la formación de bandas cercanas para su protección, paramilitares o parapoliciales, las cuales se convierten en parte de un sistema muy poderoso y difícil de combatir como es el crimen organizado, sobre todo, cuando el sistema policial se ha politizado y deteriorado tanto en su condición ética como en su capacidad operativa. Si  a esto se suma la corrupción judicial y policial esta pesadilla se convierte en una bomba de tiempo.

A manera de conclusión, estamos a merced del hampa, vivimos en un campo de batalla minado por la violencia social, somos prisioneros de la delincuencia y víctimas de un gobierno que ha fracasado en el combate del flagelo de la inseguridad.

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