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Andrei Tolokoniko, el padre de la líder de Pussy Riot. SANDRA MALDONADO
  • ENTREVISTA Andrei Tolokoniko, padre de la líder de Pussy Riot
  • Trasladan a la líder de Pussy Riot a una remota prisión de Siberia

  • ‘Nadia es la primera en enfrentarse al poder a través del arte’, dice

  • Ha estado dos semanas sin saber dónde estaba ni su estado

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Andrei Tolokoniko, el padre de la líder de Pussy Riot. SANDRA MALDONADO

Andrei Tolokonikov resume con simpleza de qué le habló su hija la última vez que pudo escuchar su voz al otro lado del auricular: “De nada”. Fue el pasado 20 de septiembre, antes de que la integrante de Pussy Riot Nadia Tolokonikova iniciase dos huelgas de hambre para protestar por las condiciones en las que cumple su condena de dos años de cárcel por irrumpir en una catedral ortodoxa cantando contra Vladimir Putin.

Un mes después se anunció que sería trasladada a otra prisión. Durante dos semanas no ha sabido dónde se encontraba. Hasta esta tarde, en la que han comunicado a la familia que se la llevan a una prisión en Krasnoyarsk, en el este de Siberia.

“Nuestras conversaciones son cortas y están intervenidas, es difícil hablar de algo”, se queja este escritor nacido en 1958. Para aplacar la amargura se ha estado manifiestando cada día frente al Ministerio de Justicia”.

Nadia cumplirá el jueves 24 años y es madre de una niña pequeña que ahora vive con los abuelos. “Estos días han sido una tortura por culpa de esta situación de incertidumbre, que es el principal miedo del hombre” reflexiona su padre.

Normalmente en Rusia se notifica a la familia el paradero transcurrida una semana del traslado del preso a otra cárcel: “Pero a Nadia la están tratando como a una terrorista“. Su hija dormirá a 4.400 kilómetros de su familia moscovita.

Para él la razón está bien clara. “A la justicia rusa Pussy Riot le ha supuesto un hueso duro de roer, porque tenía que condenar inocentes como en el caso del oligarca Mijail Jodorkovski, donde la sentencia estaba decidida de antemano”.

Andrei ya ha encajado la noticia del ‘destierro’ de su hija, y trata de ser optimista. “La distancia no será problema para Piotr [el marido de Nadia] y espero que para mi tampoco porque todavía tengo ahí a mi madre y un piso, así que a pesar te todo podré ir a verla”.

El arresto de su hija, el juicio y su posterior confinamiento en una cárcel de la región de Mordovia (a 600 kilómetros de Moscú) convirtieron en 2012 a Pussy Riot en un asunto internacional.

La jerarquía eclesiástica rusa las ha comparado con Satán. Y el presidente ruso, Vladimir Putin, se ha mofado de Nadia por practicar sexo en grupo en una de sus protestas públicas.

Andrei cree que “era necesario organizar un proceso cuyo propósito es distraer la atención de la población de los problemas y en especial de los abusos de poder de Putin”.

En este viaje el Kremlin ha encontrado un perfecto aliado: “La Iglesia ortodoxa, personificada en su patriarca, cuyo objetivo ha sido y es el reforzamiento de la posición de la institución, la fusión de la iglesia con el Estado, la expansión de su poder y la creación de la ‘tercera Roma’, sobre la base de la confesión ortodoxa, que es su viejo sueño”.

El nombre de su hija es el más famoso de la banda rusa Pussy Riot. Su rostro tras los barrotes ha dado la vuelta al mundo y los pasamontañas de colores que llevaban aquella mañana de febrero de 2012 son ya una marca global. Pocos saben que uno de los espectadores de excepción aquel día en la catedral de Cristo Salvador fue Andrei Tolokonikov: “Incluso escribí alguna parte de la canción ‘Mierda sagrada’ que cantaron en el púlpito”.

La letra de aquella ‘oración punk’ pedía a la Virgen María que se llevase a Putin de la escena política y fue una más de las protestas que se vivieron en aquellos meses previos a la irremediable vuelta al Kremlin del hombre que dirige los destinos de Rusia desde hace 13 años.

Ahorcar a Nadia

Por aquellas estrofas su hija ha cosido uniformes desde el día hasta la noche, compartiendo baño con medio centenar de reclusas, e incluso fue internada en un hospital por no comer.

Andrei está acostumbrado a seguir muy de cerca los pasos de su hija, con la que mantiene una complicidad especial: “Supe que estaba en Pussy Riot desde el mismo mes de octubre de 2011, cuando Nadia fundó la banda junto con su amiga Katia Samutsevich”.

En la calle y a través de la televisión le ha tocado escuchar de todo sobre su hija: “La gente está influida por los medios públicos, donde han salido personas diciendo que hay que crucificar o incluso quemar a estas chicas, violarlas en la Plaza Roja”, cuando lo que sucedió es como mucho “una infracción administrativa”.

En abril de este año, mientras un tribunal de Mordovia discutía la apelación de Nadia, un grupo de alumnas de un instituto cercano cantaron “colgar a la Pussy” delante de su padre, a pocos metros del tribunal.

Andrei trae a la cita con EL MUNDO un sobre con fotos de su hija: jugando, de viaje en el extranjero, posando en el campo. Es difícil entrever a la joven rebelde que asistió a su propio juicio con una camiseta en la que ponía “no pasarán” en español.

“Nadia es al mismo tiempo una rebelde y una revolucionaria, y también una artista”, presume Andrei, convencido de que “el valor de Pussy Riot es que casi por primera vez el activismo de los artistas ha exigido a los políticos un cambio: el arte ha plantado cara al poder por primera vez”.

Si todo sale bien -y Andrei cruza los dedos bajo la lluvia que cae en Moscú esta mañana- Nadia saldrá de la cárcel el año que viene. Su familia cree que hay “una pequeña posibilidad de que sea puesta en libertad gracias a una amnistía de presos que se prepara para el mes que viene”.

El otro escenario de liberación “es aún menos probable: una revolución y la caída del régimen de Putin”. Aunque algunos creen que el descontento sigue creciendo, Andrei sabe que de momento esa revuelta está latente sólo en las letras ‘punk’ que guarda junto a las fotos viejas de Nadia.

http://www.elmundo.es/internacional/2013/11/05/5278d2b40ab740b7518b458c.html