Editorial | 13/08/2013
El modus operandi es conocido. Se inicia una acción judicial, contra medios en este caso, se la congela hasta por años, y se la ejecuta cuando se considera que llega el momento adecuado para castigar o aplastar a los acusados. Eso ha pasado con la sentencia contra El Nacional y Tal Cual por la publicación en el 2010 de una foto de la Morgue de Bello Monte
FERNANDO RODRÍGUEZ
TalCual-Censurado

El modus operandi es conocido. Se inicia una acción judicial, contra medios en este caso, se la congela hasta por años, y se la ejecuta cuando se considera que llega el momento adecuado para castigar o aplastar a los acusados.

La tarea final la hace cualquier juececillo con cualquier argumento, de la noche a la mañana. Además ese tiempo entre la amenaza jurídica y su ejecución se supone que debe funcionar cual espada de Damocles, como estimulante de la autocensura.

Eso ha pasado con la sentencia contra El Nacional y TalCual por la publicación en el 2010 de una foto de la Morgue de Bello Monte donde hay cadáveres apilados o echados al suelo, ciertamente conmovedora.

Recordemos que El Nacional la publicó primero y cuando el gobierno arremetió contra éste nosotros decidimos publicarla en solidaridad y, sobre todo, en defensa de la libertad de expresión, siempre acosada o pateada de las más diversas y torvas maneras por este régimen.

De manera que ese acto libertario no sólo nos enorgullece sino que debería indicar que no es por miedo que lograrán que dejemos de hablar claro y raspao.

Como ya se ha dicho, la sentencia que conlleva una multa del 1% de los ingresos brutos del ejercicio de 2009 se acompaña de la prohibición de mostrar fotos de “contenido violento, armas, agresiones físicas sangrientas, cadáveres desnudos”, lo cual es una forma de censura previa que choca con la Constitución misma y es un paso adelante en la instrumentación de mecanismos de censura en el país.

Por tanto inaceptable. Por lo demás bastante absurda en su amplitud e imprecisión: ¿se podrán utilizar imágenes de desfiles militares?, ¿las cayapas oficialistas de los asambleístas gobierneros en el Hemiciclo?, ¿el boxeo y la lucha libre?.

Pero como si fuese poco ese desvarío jurídico, la juez Araque llega a muy altas cimas del absurdo utilizando para la sentencia el artículo 234 de la Lopna que, de cabo a rabo, está dirigido a la radio y a la televisión y es imposible adecuar mínimamente a la prensa escrita.

La calidad de esta medida, sumada a otros acosos y ataques recientes a varios medios y periodistas, indica además de la consustancial vocación totalitaria del chavismo, un estado intenso de histeria gubernamental, seguramente inducido por la torrencial crisis que se abate sobre el país.

Si alguien se toma el cuidado de mirar las imágenes de muchos de los grandes de la fotografía periodística planetaria, con mirar los premios Pulitzer basta, encontrará que no pocas son sobre los más trágicos acontecimientos de este mundo.

En las de este año sobresalen las de la guerra civil siria. Y así tiene que ser, lo trágico son los cien mil muertos y los millones de refugiados de esa guerra fratricida, no esas imágenes que nos impiden ignorarla y nos implican en ella.

Lo realmente terrible de la foto de la morgue es que esa sea la morgue de un país petrolero y que ella sea el depósito de miles de venezolanos que pierden su vida en manos del hampa.

Es allí donde están los verdaderos culpables, los que no han podido impedir esa masacre crónica, y no en la imagen que muestra y cuestiona.

Por nuestra parte no nos queda sino reiterar a los censores, a los que quieren obstruir el conocimiento de los males que padecemos, nuestra más firme decisión de cumplir el deber del periodismo comprometido con la verdad y el país.