Los días 15 y 16 de abril 107 personas en Barquisimeto fueron víctimas de la acción de la GNB. Disparos a quemarropa, golpes y descargas eléctricas dejaron su rastro en forma de testimonio. Por Francisco Olivares

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Varios manifestantes recibieron disparos de perdigones a poca distancia (Cortesía Ricardo Maracaputo)
EL UNIVERSAL
domingo 28 de julio de 2013  
A las puertas del Destacamento 47 de la Guardia Nacional Bolivariana de Barquisimeto destaca un cartel de gran tamaño en el que resalta un mensaje acorde con la propaganda en tiempos de revolución: Guardia Nacional Bolivariana: Protector del indefenso, “del pueblo y para el pueblo”.El fallecido presidente Hugo Chávez solía exaltar la “nueva” condición de ese cuerpo, pero al mismo tiempo celebraba la habilidad de alguna de las mujeres militares, cuando, pertrechadas con toda suerte de aprestos antimotín revolcaba en el piso a alguna manifestante que con osadía se acercaba a la barrera blindada de cascos, escudos y escopetas.Recientemente su sucesor, Nicolás Maduro, ratificó esa herencia “humanista y chavista”, al explicar que esa fuerza había dejado de ser “un cuerpo de choque”, que a su entender existió en los tiempos de la “cuarta república”.La imagen de jóvenes protestando con las manos extendidas hacia arriba frente a una suerte de “pelotón de fusilamiento”, es una escena que se ha repetido en los últimos años en las ciudades venezolanas, quizás como un llamado desesperado de parte de la juventud con la esperanza de que, dentro de esas figuras blindadas, exista algo de calidad humana.

Durante las manifestaciones ocurridas el 15 y 16 de abril en la capital larense, en la que miles de personas salieron a las calles a protestar por lo que consideraron un proceso amañado, que le dio el triunfo a Nicolás Maduro por escasa diferencia, mujeres y hombres, la mayoría jóvenes trabajadores y estudiantes conocieron el poder de fuego de esa FAN “humanista” y el “choque” de los cascos contra sus cuerpos. Los que resultaron detenidos pudieron conocer de cerca a estos militares “altamente politizados” dentro de las paredes del Comando 47, entendiendo que la condición de “indefenso” no está atribuida a quien piensan distinto al Gobierno.

Entre disparos a quema ropa, golpizas, dosis de electricidad, torturas e insulto, el mensaje propinado por los GNB es que la “protección” es para quien esté con el Gobierno y ello pasaba por exigir una suerte de declaración escrita reconociendo a Nicolás Maduro como su líder.

Entre el 15 y 16 de abril, en Barquisimeto 107 personas fueron víctimas de esa fuerza. De ello quedaron testimonios, denuncias, fotografías y videos que muestran una de las caras más oscuras de la revolución.

Rematado en el piso 

La historia de Amaury Herrera se conoció en forma de video que circuló en las redes sociales. Este joven, técnico en computación y estudiante de matemáticas, estaba el 16 de abril en las cercanías del CNE unido a la protesta. Con las manos alzadas pedían a los guardias que respetasen su postura de no violencia. Sin embargo uno del grupo cayó herido y tras él una lluvia de perdigones y bombas lacrimógenas tomaron el lugar. Correr era la única opción. Amaury, con un morralito en la espalda y una gorra, había logrado salir de la zona de conflicto y la carrera lo llevó hasta la calle 9. Al detenerse unos minutos se le fueron encima dos guardias motorizados. Sin mediar palabras lo golpearon, lo llevaban empujado cuando aparecieron otras tres motos: ¡te vamos a joder! ¡corre! Y Amaury respondió que no lo haría. A lo que uno de los guardias le disparó a “quema ropa” en las piernas y rodilla. Amaury quedó en la calle tirado hasta que fue rescatado por unos vecinos. El testimonio de la agresión quedó grabado en el celular de un de un vecino.

Sigue amenazada

Para Ivonne Echenagucia la vida ya no es la misma después del 16 de abril y haber pasado dos noches encerrada en el destacamento 47 de la GNB de Barquisimeto. En dos oportunidades ha sido interceptada en la calle por efectivos militares quienes la amenazan por las denuncias que ella ha consignado ante la Fiscalía del Estado. A pesar del miedo sigue adelante.

El 16 de abril se encontraba manifestando en la avenida Venezuela de Barquisimeto cuando cerca de las 4 de la tarde la GNB comenzó a disparar contra los manifestantes. Todos comenzaron a correr en distintas direcciones huyendo de los disparos. Ivonne hizo lo mismo pero un peinillazo en la cabeza y otro en las piernas detuvo su carrera y entre golpes e insultos fue arrastrada hasta una tanqueta dentro de la cual se encontraban apiñados otros compañeros.

El grupo fue trasladado al destacamento 47 ubicado en la avenida Morán. Al llegar los llevaron hasta el patio central donde fueron sentados con la cabeza hacia abajo. Una sargento de apellido Aguilar comenzó a golpearla en la cabeza y piernas con su casco, rolo y botellas de agua congelada. “Conté más de mil veces por qué me habían detenido. Sus caras eran de burla, de asco. Nunca había sentido tanto odio. Cada uno de los militares que se encontraban en ese comando se volcaron hacia nosotros para insultar y dar miedo”, narra Ivonne en su denuncia ante la Fiscalía. A media noche Ivonne y otras mujeres fueron trasladadas a dormir a la enfermería en donde fueron esposadas y amarradas en unas sillas. Otra sargento de apellido Barcos se encargó de hacerle más difícil noche: “Si gritas o las despiertas más golpes llevarás”, le advirtió.

Al día siguiente los detenidos recibieron a la Fiscalía sentados en el patio. Ivonne aprovechó para que le permitieran ir al baño, al llegar se encontró con que el piso estaba totalmente mojado, dudó pero la necesidad era más fuerte. Apenas entró sintió un corrientazo que le llegó desde las piernas hasta el brazo. El impacto fue tan fuerte que se orinó en el pantalón y se le derritió el zapato derecho. Presume Ivonne que la sargento aplicó uno de esos dispositivos eléctricos en el agua.

Al final de la tarde fueron llevados al CICPC en donde fueron reseñados y tratados como delincuentes. Colocados contra una pared nuevamente la sargento Aguilar les recordó que eran terroristas.

En la segunda noche a las mujeres detenidas les improvisaron colchonetas en unas barracas. Durmieron esposadas con los brazos atados unas a las piernas de otras. Al día siguiente uno de los militares se le acercó a Ivonne y le echó en cara su condición de nieta de Jóvito Villalba, un líder de la democracia para muchos venezolanos, pero un símbolo de lo que hay que borrar de la historia para esta revolución. Le aseguraba este militar que ya tenía en sus manos la orden de traslado a la cárcel de Tocorón pero que ella no llegaría porque él mismo se encargaría de desaparecerla. Entonces le exigieron que firmara una carta en la que aceptaba a Nicolás Maduro como Presidente. En lugar de la firma dibujaba una casita que le procuró un momento relajante. Le preguntaron ¿Quién es el Presidente? Y respondió ¡Capriles!.

Quedaron atrapadas

Norbelis Suárez y su prima Yorgelis Piña tuvieron la mala suerte de trabajar en una línea de taxis que queda cerca del CNE en la avenida Venezuela. Habían quedado atrapadas por el fuego de perdigones y gases lacrimógenos. Por ello habían cerrado la santamaría y aguardaban a que la violencia cesara. Una tanqueta de la GNB estaba justo a las puertas del negocio por lo que era imposible salir de allí. Los disparos se estrellaban contra la puerta metálica mientras que en el pequeño local ya era imposible permanecer por la acumulación de los gases.

Desde una rendija podían ver como la GNB lanzaba las bombas contra los manifestantes. “Disparaban a quema ropa a la gente, vimos cómo se metieron en la panadería Vene Pan a sacar a unos jóvenes que se habían refugiado allí, los golpeaban, vi gente ensangrentada, y eso nos generó miedo”, recuerda Norbelis.

Aproximadamente a las 6 y 30 de la tarde cuando todo parecía calmado, las dos jóvenes optaron por salir. Mientras colocaban el candado a la santamaría sintieron nuevas detonaciones: “oímos disparos y nos lanzamos al suelo”, narra Norbelis, “sentimos que los disparos eran contra nosotras. Me percato de que me habían pegado un perdigón en el brazo derecho y enseguida llegaron seis guardias nacionales apuntándonos, llamándonos ¡malditas lanza piedras!.

Con el candado aún en la mano Norbelis intentó explicar que trabajaban en ese negocio, pero los guardias respondieron con más golpes e insultos ¡van a morir malditas! fue lo último que recordó Norbelis antes de que las tomaran por el cabello y las arrastraran al otro lado de la avenida donde las esperaban mujeres de la guardia, una de las cuales le aprisionó el cuello con las manos. “Me sentí desesperada e intenté quitarle las manos de mi cuello” recuerda Norbelis, “en ese momento recibí un golpe con una peinilla en la espalda, me vuelven a halar por el cabello, me ahorcan otra vez, y dos guardias masculinos me agarran, uno de un brazo y el otro de otro brazo, mientras otro me pega con la peinilla en la piernas para que aflojara las piernas. Otros guardias me agarran por cada una de las piernas y me llevan a mí que peso 39 kilos y mido 1,50 centímetros y me meten al convoy de la GNB junto con mi prima”.

Ambas jóvenes trabajadoras cuentan ahora con un expediente como terroristas. Una vez detenidas llegaron al comando unos cauchos quemados, cohetes detonados y bombas molotov. Las colocaron en una mesa, y les tomaron una foto. Tales recaudos forman ahora parte del expediente que se le sigue a estas dos jóvenes.

twitter: folivares10