El agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. (Foto Carlos Blanco)
El agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. (Foto Carlos Blanco)

JUEVES, 27.06.2013.

El agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. (Foto Carlos Blanco)
El agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. (Foto Carlos Blanco)

El agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. (Foto Carlos Blanco)

Daniel Pabón | [email protected]

¿Qué no han hecho los familiares de Erasmo Bolívar en la última década? “Lo que nos falta es abrirnos el pecho y sacarnos el corazón para que vean cómo lo tenemos vuelto pedacitos”, exhala Esther María Bolívar, una mujer de piel tostada que vive con el metabolismo descontrolado desde el 3 de abril de 2009. Ese viernes su hijo y policía metropolitano recibió sentencia de 30 años de cárcel por los asesinatos del 11-A.

Preso desde abril de 2003, el agente fue incriminado por una foto que no demuestra nada. Aquel día nunca accionó su arma de reglamento, como ratificó la negatividad de la prueba de parafina. El juicio desnudó videos en los que funcionarios ligados al oficialismo (en libertad) confesaban que ellos sí dispararon. Además, testigos falsos dieron una descripción distinta a la del imputado.

A María Isabel Bolívar, una aguerrida tía de Erasmo, se le grabó cada injusticia. “Asistir a esas audiencias era como participar en una película de terror donde el malo te pisa y te pisa”, narra ataviada con una franela blanca de mensaje esclarecedor en el dorso: Los policías están presos y la justicia privada de libertad. “Me quedé con esta sola de tantas que regalé”.

A Esther María y María Isabel las separan tres de los edificios de la Fundación de la Policía Metropolitana (Fundapol) en el sector El Picure, parroquia Carayaca del estado Vargas, y al mismo tiempo las une el deseo de que el policía regrese a su apartamento de dos habitaciones, un baño y sala amplia que, antes de caer en desgracia, logró adquirir en el bloque verde, el color de la esperanza. El cuarto donde ahora duerme la madre será el de Erasmo. Se lo está arreglando.

 

Periplos eternos

 

En la última década Bolívar ha estado detenido en Cotiza, en la Zona II de la PM en Catia, en el Sebin de El Helicoide y finalmente en el Centro Nacional de Procesados Militares. Del apartamento en El Picure, cerca de la planta de Tacoa, hasta la popular cárcel de Ramo Verde, en Los Teques, los días se hacen largos.

Las mujeres abordan primero un Jeep que demora en pasar hasta tres horas. En Catia La Mar, donde las deja, hacen trasbordo hacia Caracas. Ya en el metro el recorrido es: El Silencio-Capuchinos-Las Ajuntas. Desde esa estación se enrumban hacia Los Teques y al llegar a la capital de Miranda suben a una última camioneta cuando no hay dinero suficiente para un taxi. “Los días de visita me paro a las 4:00 am. A veces llevo 100 bolívares y regreso sin nada”, relata Esther María. Llevar a la hija de Erasmo, su nieta, implica más sonrisas en el rostro del preso. Y más gasto.

La mujer anda entre Vargas, Distrito Capital y Miranda “con el sistema venoso dañado”, pero mentalmente se repite que está bien. Esos periplos hacia Ramo Verde no son nada comparados con las visitas que se cansó de hacer a Miraflores y Fuerte Tiuna en los últimos diez años. Buscaba a Hugo Chávez para demostrarle la inocencia de su hijo, hasta que un buen día se coló en una rueda de prensa y lo increpó: “Usted sabe quiénes son los verdaderos asesinos, y ellos están en la calle. Deme una audiencia”.

Bajo esa cabellera solo esconde recuerdos de vueltas a casa sin éxito a las 7:00 pm y de las miradas esquivas en Palacio de algún conocido que ayudó a criar. “Siempre me dejaron con los crespos hechos. No importa, que Dios los bendiga”. A Esther María le impactó la muerte del mandatario que nunca le concedió una audiencia. “Tenía esperanza de que agarrara un lapicito y escribiera al menos cuatro líneas: suelten a esos muchachos que son inocentes”.

 

Actividad congelada

 

En cautiverio, el agente se recuperó del desprendimiento de retina que le ocasionó un golpe y de una operación de rodilla. “En la parte emotiva es donde más decae”, detecta María Isabel. Además de sobrellevar un divorció tras las rejas, le deprimieron las inconclusas señales de libertad que en noviembre pasado instruyó el presidente Chávez a su sucesor, Nicolás Maduro.

Erasmo, el mayor de tres hermanos, es descrito como buen estudiante, muy activo, humanitario y servicial. Vendió cuadros y helados y trabajó en el antiguo hotel Hilton en seguridad y lencería antes de alistarse en la PM. Solo ejerció un año, con énfasis en asignaciones deportivas. Las medallas colgadas en la sala de la casa dibujan lo buen jugador que ha sido este guaireño de 1,84 de estatura. Tanto, que el profesor José Dávila, su entrenador de baloncesto desde los seis años, siempre lo visita en Ramo Verde.

Además de preseas, en casa hay trofeos, bastantes fotos del moreno e imágenes de vírgenes y santos, porque sus familiares mantienen su fe en la justicia divina. “Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios”, aleccionan.

Lo que sí le escasean a Esther María son las palabras, cuando se le pregunta cómo la injusta cárcel de su hijo le ha cambiado la vida. “Disculpen las lágrimas. Yo me dije que no iba a llorar más”, se excusa con humildad natural. Entonces María Isabel verbaliza el sentimiento: “Es que la fuerza de ella es Erasmo”.

http://m.el-carabobeno.com/index.cfm/articles/show/61516

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