Ciudad en tinieblas
Con desparpajo Maduro los llama a que sean buenos, a que no maten, a que no asalten.
FRANCISCO OLIVARES | EL UNIVERSAL
Cuando la ciudad está en tinieblas, se escucha el sonido seco de un disparo, de una ráfaga de metralleta. Unos segundos después alguno que grita: ¡alguien acaba de morir! Pensamos e intentamos recobrar el sueño. El episodio no es exclusivo de un municipio. Se produce en los bloques de Caricuao o en la silenciosa urbanización de Los Chorros. Mañana los partes del forense, filtrados discretamente a los acuciosos reporteros de la fuente policial, nos indicarán quiénes perdieron la vida esa noche.
Nicolás Maduro, en funciones presidenciales, intenta atribuir el drama al mal ejemplo de los videojuegos y al demonio capitalista. Olvida los 6.500 motorizados y colectivos que operan en Caracas que han sido armados por el mismo Gobierno, depositando en ellos el control de las barriadas para “defensa de la revolución”.
Manejando un lenguaje bélico, militarista y de exterminio, desde el Gobierno han construido un monstruo que difícilmente podrán controlar cuando esos grupos se sientan amenazados. Les han dado armas, redes de comunicación, vehículos, motos y hasta sistemas de seguridad para resguardar los búnkers construidos en lugares inaccesibles para las autoridades. Colocan alcabalas, mantienen a raya a la policía y cuando lo requieren bajan a las ciudades a proveerse de dinero mediante el asalto, el secuestro o la venta de drogas.
Con desparpajo Maduro los llama a que sean buenos, a que no maten, a que no asalten. Las cifras nos indican 70 asesinatos por cada 100 mil habitantes, una de las más altas del mundo. Nada nuevo que ya no nos hubiese dicho el presidente desaparecido.
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