EL VERDADERO DRAMA DE VENEZUELA.

“…..mientras algunos predicen casi con exactitud matemática el desenlace fatal, y otros se preparan para la revancha en el poder, existe un país que no solo sigue transitando por el camino del socialismo…”

Virginia Contreras.

Ex Embajadora de Venezuela ante la OEA.

 
Washington, DC. Diciembre 13, 2012.-Comentar el anuncio del jefe de Estado venezolano sobre la reaparición de su enfermedad, y las distintas reacciones que esto ha generado en la sociedad venezolana, resulta más que innecesario. En Venezuela no hay un ciudadano que se precie de serlo, que no sepa respecto a la enfermedad del Presidente, sus dolencias, síntomas, sus últimas palabras antes de operarse y hasta la fecha exacta en la cual dejará de respirar. Periodistas, médicos, políticos, abogados, estudiantes, hombres y mujeres, jóvenes o adultos, todos tienen “información de primera mano” sobre los males presidenciales. Frente a todo esto no hay lógica que se le enfrente, ni sentido común que se le oponga, capaz de mitigar la  macabra competencia en la que se ha convertido el estado de salud del hombre más poderoso del país.
 
Por supuesto que todo esto tiene alguna justificación. Si reconocemos que estos últimos 14 años han estado amenizados en Venezuela de toda serie de rumores, y de medias mentiras y medias verdades, entenderemos cómo estas circunstancias, unidas a esa idiosincrasia tan particular, de pretenderse sabedor de todos los secretos, y de alardear de la existencia de las más confiables fuentes del planeta, hayan sido capaces de desatar esta reacción.
 
Pero aun cuando pudiera ser entendible esta actitud, el caso es que mientras algunos predicen casi con exactitud matemática el desenlace fatal, y otros se preparan para la revancha en el poder, existe un país que no solo sigue transitando por el camino del socialismo, sino en donde sus protagonistas, actores secundarios y publico de galería, permanecen intactos en sus puestos de combate, y no porque se encuentren en el epilogo de la guerra, sino porque esta todavía no ha comenzado.
 
La razón por la cual Hugo Chávez llega al poder no es un secreto para nadie. Por supuesto que su incursión en el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, lo catapulto a la fama. No obstante, esa circunstancia por sí sola, si no hubieran existido ciertas condiciones en el país, no hubiese sido suficiente para llevarlo hasta la cima del poder y mantenerlo por tanto tiempo. Si acaso hubiera servido como tema para una novela, o en el mejor de los casos para la filmación de un largometraje.
 
Hugo Chávez,  el teniente coronel prisionero en una cárcel cualquiera, de cuyas paredes –según recuerdo- llegaron a bajar nauseabundas aguas negras- no se convirtió en jefe de Estado por milagro divino, ni por vocación de mártir, o de dictador, como se le quiera llamar. Muchos años de frustración, de rabia y de impotencia, tuvieron que acompañar a un grueso sector de la población venezolana, representado por los mas pobres, para que pensaran en una opción distinta que la que presentaban los partidos políticos tradicionales.
 
Estos 14 años de convulso gobierno bolivariano han sido un reto para todos. Lo han sido para sus partidarios, quienes han defendido su revolución contra viento y marea, y lo han sido para sus detractores, los cuales han utilizado todo tipo de artimañas y estrategias para neutralizar el desarrollo del socialismo del siglo XXI. El resultado de ambos esfuerzos esta a la vista, y es que después de más de una década, no solo el gobierno se ha mantenido en el poder bajo sus mismos parámetros, sino que el presidente ha sido electo cuatro veces.
 
De allí que mientras el país se encuentra en vilo, esperando conocer el verdadero estado de salud del mandatario venezolano, muchos se han dado a la tarea de ofrecer, de acuerdo a sus perspectivas, su solución para la salida del poder del hombre fuerte de Miraflores. Toda una suerte de artículos de la Constitución de la Republica han sido mencionados, como si esta fuera la verdadera solución del problema. Seguramente, en alguna oportunidad serán invocadas dichas normas para hacerle frente al aspecto formal del Estado, pero  el pensar que la vida de los venezolanos fluye a través de una ecuación jurídica, significa poco más o menos que creer que en Venezuela no ha pasado nada. De ser esto cierto, alguien tiene que decirles que están equivocados.
 
Hugo Chávez ha representado para muchos, no solo la nevera, o la cocina que han recibido como beneficio de alguna de las llamadas “misiones”.  Tampoco simboliza el pago de una cuota, la compra de un carro, la entrega de una casita, o la posibilidad de ser atendido por un médico, así su título profesional estuviera en entredicho. Ante la ausencia de una señal de consideración de parte de los políticos tradicionales, Hugo Chávez ha abierto la puerta para que quienes le han manifestado su confianza mediante su voto, mas nunca vuelvan a sentirse relegados del mundo al cual pertenecen. Para eso cuentan no solo con el apoyo presidencial, sino con un ejercito que esta allí para defender a la revolución, así como con  la posibilidad de organizar grupos civiles con suficiente poder de fuego para demostrar no solo que la revolución se respeta, sino que defenderán con su vida los logros y privilegios que les han sido reconocidos durante estos años de gobierno. Mientras mas rápido se comprenda esta realidad, será mejor para todos.
 
Son muchos los que han tratado de dilucidar el porqué Hugo Chávez, frente a la posibilidad de una nueva contienda electoral, ha escogido entre tantos otros candidatos a Nicolás Maduro como su sucesor.  Dicen que la decisión fue producto de consenso en La Habana, discurren sobre la mayor posibilidad para Chávez de controlar a este candidato por encima de sus pares. Hay quienes incluso, respecto a la conducta asumida por el actual presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello,  de arengar a las fuerzas militares frente a cualquier eventualidad, han llegado a suponer una animadversión en contra del sucesor designado. Olvidan en este último caso, que de no presentarse a su juramentación el 10 de enero el presidente electo, será Cabello, una vez ratificado como presidente del poder legislativo, quien se encargaría de la presidencia hasta nuevas elecciones. Cualquiera fueran las circunstancias, ¿Cuál sería la diferencia, si Maduro fue escogido en La Habana, en la China o en Las Islas Malvinas, cambiaria esto el destino del país? En todo caso, el oficialismo tiene a su Maduro por decisión directa de su líder máximo, y si por alguna circunstancia este no pudiere cumplir con el mandato popular, ya habrá otros Maduros que lo hicieren.
 
Venezuela libra una dura batalla.  Frente a la lucha por la vida por parte del actual mandatario, existe una gran incertidumbre sobre el futuro que le corresponderá transitar a millones de venezolanos. Un futuro en donde todos los venezolanos, tarde o temprano tendrán que encontrarse, no solo porque el país les pertenece a todos, sino porque ya paso la etapa en que lo gobernaba un solo hombre, porque ni Maduro es Chávez, ni las circunstancias en las cuales eventualmente le tocará gobernar serán las mismas.
 
El drama de Venezuela no esta en su pasado inmediato, ni en la enfermedad de su caudillo. La tragedia de Venezuela esta en sus líderes, aquellos que hubieran podido sustituir del otro bando  al gobierno que termina aun sin empezar, pero cuyo proceder se ha encargado de eliminar a su propia gente bajo la excusa de un candidato único.
 
¡Tantos hombres y mujeres sacrificados a nombre de una unidad imposible de cumplir, por el mero hecho de que nadie puede ser obligado a eliminar de su mente sus ideas, ni destruir sus sueños, para que los ejecuten otros! ¡Tantos seres condenados al ostracismo, simple y llanamente porque no han formado parte de algún grupo político de moda! ¡Tantos ingenuos extorsionados moralmente, bajo la esperanza de obtener su libertad, el regreso a la Patria, o la reincorporación a PDVSA, a cambio de un voto!
 
La tragedia de Venezuela no está en si el presidente Chávez, bajo las irremediables leyes de la naturaleza, deja o no el mando; el drama de Venezuela está en que no hay quien lo reciba.
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