Una vez al mes es esposada, sacada de su departamento y escoltada por soldados a un tribunal para ser juzgada. Pero María Lourdes Afiuni se niega a ingresar a la sala de audiencias. Es su forma de decir que no se le va a hacer un juicio justo.

AP.- Una vez al mes es esposada, sacada de su departamento y escoltada por soldados a un tribunal para ser juzgada. Pero María Lourdes Afiuni se niega a ingresar a la sala de audiencias. Es su forma de decir que no se le va a hacer un juicio justo.

La jueza está siendo enjuiciada por corrupción y ha pasado a ser vista como un símbolo por los críticos del gobierno, quienes acusan al presidente Hugo Chávez de ejercer una influencia indebida en el sistema judicial.

Afiuni enfureció a Chávez cuando liberó a un banquero acusado de desobedecer los controles cambiarios del país. Un día después de su arresto el 10 de diciembre del 2009, Chávez declaró por la televisión nacional que había hablado de la decisión de Afiuni con la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, y que era un caso de corrupción. “Habrá que meterle pena máxima a esta jueza, y a los que hagan eso. ¡30 años de prisión!'”, manifestó.

Los detractores de Chávez consideran eso como una prueba fehaciente de que el gobernante presiona al sistema judicial para conseguir sus fines. Chávez, por su parte, insiste en que todo lo que hizo en sus casi 13 años de gobierno ha sido legal y que los jueces y fiscales son totalmente independientes.

Afiuni, de 48 años y bajo arresto domiciliario en su departamento, no puede declarar a los medios por el secreto del sumario, pero todos los días expresa sus puntos de vista en Twitter, donde tiene más de 82.000 seguidores. Se describe a sí misma en Twitter como una “jueza secuestrada x orden de Chávez”.

En su departamento, sonríe por momentos y en otras ocasiones frunce el ceño en señal de consternación, mientras escucha a su hermano Nelson Afiuni explicar por qué debe ser liberada. Al justificar su negativa a ingresar al salón judicial, dice: “Ella no se quiere prestar a una condena que ya la tienen escrita”.

Venezuela no es el único país latinoamericano cuyos líderes son acusados de interferir con el sistema legal y el sistema legal venezolano era ya vulnerable mucho antes de la llegada de Chávez al gobierno.

Pero en la última década, según defensores de los derechos humanos, los tribunales han perdido independencia y fiscales y jueces actúan cada vez más en aparente sincronización con el gobierno en contra de opositores y demás que, a sabiendas o no, van en contra de aquellos en el poder.

Afiuni fue detenida poco después de disponer la excarcelación del banquero Eligio Cedeño, quien estaba detenido a la espera de juicio, acusado de violar los controles de divisas. Se lo acusa de ayudar a una compañía a obtener 27 millones de dólares a través del gobierno, a ser usados en la compra de equipo de computadora que según las autoridades jamás llegó a Venezuela.

El hermano de Afiuni señaló que, por ley, los venezolanos arrestados no pueden estar presos más de dos años sin ser sometidos a juicio, y Cedeño llevaba casi tres años preso. Además, indicó, la jueza consideró que la evidencia era muy débil como para justificar su detención.

Las autoridades alegaron que realizó la audiencia aunque los fiscales no pudieron asistir. El hermano de Afiuni confirmó ese hecho, pero resaltó que fue la segunda vez que los fiscales no atendieron la convocatoria y además no era necesaria su presencia para ese acto legal.

El abogado de Afiuni, José Amalio Graterol, dijo que la jueza tomó una decisión legal, sólida, que tuvo en cuenta la opinión del Grupo de Trabajo sobre las Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas, el cual determinó que la detención de Cedeño era arbitraria.

Mientras tanto, el hermano de Afiuni afirma que la jueza no está recibiendo tratamiento adecuado para dos quistes en los pechos y otros problemas de salud porque las solicitudes de atención médica deben ser aprobadas por los tribunales. También dijo que no le permiten hacer ejercicios al aire libre.

La magistrada vive con una hija de 19 años y sus padres. Afuera de su puerta, soldados hacen guardia las 24 horas del día.

AP