Rafael H. Contreras Millán
Noticiero Digital

El día 11 de Abril del año 2002 se realizó una marcha de protesta, fijada para una ruta entre el Parque del Este y el Edificio PDVSA en Chuao. Esta marcha estaba pautada para las 10:00 a.m. Sin embargo, en el edificio de Chuao, la gente comenzó a concentrarse desde tempranas horas de la mañana, de manera que cuando la marcha que provenía desde el Parque del Este se disponía a comenzar, ya había una sola masa uniforme que comunicaba los sitios del inicio de la marcha y el objetivo final en Chuao.

Esta concentración multitudinaria, jamás antes vista en el continente americano, sentía que era el momento de que la protesta y la manifestación se hicieran en otro lugar, en donde sus clamores y baladros fueran escuchados. Es en ese momento en donde en una forma espontánea y sin dirección ni control alguno, la gente comenzaba a corear que el destino de la marcha debía ser desviado a Miraflores. Ese era un hecho inevitable, incontrolable, ya que las manifestaciones en ese sentido eran de una alegría contagiosa y de una solidaridad incomparable.

Ante estos hechos, no les quedó más remedio a los distintos sectores organizadores de la marcha, que tratar de dirigirla en forma ordenada hacia Miraflores. La población venezolana que estaba mayoritariamente en esa marcha, estaba decidida a llegar a Miraflores.

Familias enteras decidieron entonces tomar rumbo a través de la autopista del Este con rumbo a la avenida Bolívar, mujeres, niños, ancianos, inválidos, toda la sociedad estaba presente en uno de los actos de alegría más significativos que ha tenido Venezuela en toda su historia. La multitud que avanzaba por la autopista del Este, tal y como aparecen en las distintas gráficas reseñadas en los medios de comunicación social, era impresionante, tal cantidad de personas ha hecho de este acontecimiento uno de las manifestaciones en pro de la libertad más acogedoras, emotivas e impresionantes de toda la humanidad.

Pues bien, esta marcha, con todo el jolgorio y la alegría que la embargaba se trasladó, como se ha visto en los medios de comunicación, a través de la autopista del Este, cruzó la avenida Bolívar, trayectos estos a través de los cuales la multitud a su vez era vituperada, por los ciudadanos que se asomaban desde los distintos edificios a corear y a animarla.

Cruzada la avenida Bolívar, la marcha se desvió hacia la avenida universidad y llegó finalmente a la Plaza O´Leary, a las escalinatas del Calvario, con la intención de tomar rumbo por la avenida Sucre hacia Miraflores.

Allí en esa avenida Sucre, había un cordón de la Guardia Nacional que impedía la continuación de la marcha. Algunas personas, intentaron dialogar con los efectivos de la Guardia, para que depusieran su actitud, y permitieran que la marcha continuara hacia Miraflores. A este intento de diálogo, respondió la Guardia con Gases Lacrimógenos, lo cual era una provocación y un hecho que atentaba contra la garantía contenida en el artículo 68 de la Constitución.

En vista de ello, la marcha trató de subir hacia el Palacio, a través de la calle que baja de la esquina de Bolero, por donde está ubicado el Liceo Fermín Toro. Pero allí igualmente había un cordón de la Guardia Nacional, quienes actuaron de igual forma y no permitieron la continuación de la marcha.

En este estado de cosas, ya la longitud de la marcha llegaba desde esa avenida Sucre, hasta más allá de la avenida Bolívar, y ante el estancamiento en la continuidad de la misma, la gente comenzó a desviarse hacia el norte de la avenida Baralt, en donde, justo en la esquina La Pedrera, fueron recibidos con una lluvia de piedras y botellas, lanzadas por partidarios del Gobierno.

En ese punto, la policía Metropolitana, intentó proteger a la marcha de los continuos ataques a que estaban siendo sometidos, colocando en dicha esquina, unos vehículos de ese cuerpo de seguridad, tales como los denominados ballena y rinoceronte, y a la vez intentaban reprimirlos a través por medio de escopetas cargadas de perdigones de seguridad.

Mientras ello ocurría, el entonces Ministro de la Defensa ordenaba la convocatoria de los círculos bolivarianos con palos, garrotes y botellas.
Esto fue obedecido a cabalidad, y además de esas armas, utilizaron armas de fuego, como todo el mundo vio por los medios de comunicación.

Esta es la verdad de la marcha del 11 de abril. Queda para la historia la pregunta sobre el ¿por qué había tanta gente armada a escasos metros de la oficina del Presidente de la República? ¿Quién las armó, quién les dio las municiones? ¿Quién permitió tanta gente armada en la zona con mayor restricción en América latina?