Nunca fue llevado a la audiencia preliminar. No sabe qué delitos específicos le estaban imputando. Y aun así el diputado Rosalio Ismael León Luque estuvo 7 meses y 10 días con casa por cárcel, en manos de funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), desde el 21 de enero de 2020, hasta que Nicolás Maduro lo incluye en una lista de “indultados”. Él supone que el verdadero origen de su prisión se debe a su insistencia en solicitar, en el año 2018, ante la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, investigar los negocios de Alex Naín Saab Morán.
Todo empezó cuando el entonces ministro de Comunicación, Jorge Jesús Rodríguez Gómez, dijo en televisión que el parlamentario de Voluntad Popular estuvo involucrado en la Operación Aurora, que en realidad fue el asalto, el 22 de diciembre de 2019, por parte de un grupo de militares retirados e indígenas, al 513 Batallón de Infantería Selva “GD Mariano Montilla”, en el sector Luepa, municipio Gran Sabana del estado Bolívar, acción de la que sustrajeron más de un centenar de fusiles y municiones.
Es imposible no sentir respeto ante un hombre que, siendo político y diputado, no contiene las lágrimas ante el hecho de que lo hayan separado de su familia. “Es una tortura levantarse y no ver a tus hijas ni a tu esposa. Te cambian la vida. Durante muchos años viví solo, en pensiones, para echar adelante. Formé mi familia para estar con ella”. Su opción al estar preso fue dedicarse a leer mucho.
Hace años inició la campaña Radio Bemba. “Consistía hacer actividad de denuncia por la situación de las comunidades”. Destaca que hizo muchas denuncias: la de los alacranes, diputados que habrían sido comprados por el gobierno de Nicolás Maduro, es la más reciente. “También denuncié a Eugenia Sader (ex ministra de Salud) por el dineral que se dio para hospitales que nunca se construyeron”. Considera que sus denuncias le han pegado al chavismo y también a algunos de la Oposición.
“En este país la corrupción hay que denunciarla, porque el que se quede callado es cómplice y yo no me quiero morir siendo cómplice de nadie. El que sea corrupto, venga de donde venga, así sea de mi partido, lo voy a denunciar”.
Narra que su hija menor fue quien lo llamó para decirle que estaba en libertad. “Los funcionarios no fueron capaces de confirmarme nada”. Algunos amigos me dijeron que estaban esperando que se formalizara.
Tiene la humildad de reconocer que los funcionarios lo obligaron a grabar un video antes de dejarlo en libertad, donde llamara “presidente” a Nicolás Maduro, bajo el engaño que era solo para que el director del SEBIN, el mayor general Gustavo González López, comprobara que él estaba en buenas condiciones físicas y que de ninguna manera iba a difundirse.
El diputado desconocía que entre sus carceleros no hay honor y por eso la palabra no cuenta.
“Los funcionarios me dijeron que debía grabar un video. Hubo que repetirlo, porque ellos me decían ‘tiene que decir el presidente Nicolás Maduro en este momento me acaba de indultar’. Como no lo decía, me lo hicieron repetir y así transcurrió el rato. Uno de los funcionarios me dijo ‘aquí nos vamos a quedar hasta que lo grabemos correctamente’. Así que lo dije para que se fueran, porque yo lo que quería era ver a mi familia”.
“Nunca manifesté que iba a ser candidato. Y me disgustó mucho porque me aseguraron que el video era solo para Alfa Uno, es decir para el general Gustavo López, que eso no saldría de ahí y solo era para que él comprobara que yo estaba en buenas condiciones y que ellos me estaban dejando. No habíamos terminado de grabar cuando el periodista de las Verdades de Miguel (Miguel Salazar) estaba colocando el video”.
No solo fue que el periodista, allegado al gobierno de Nicolás Maduro, publica el video, minuto después de grabado, sino que insiste en señalar que el parlamentario llamó presidente a Maduro, que habló de buen trato por los funcionarios e inventó que se lanzaría para diputado.
“Los funcionarios que me custodiaron no me maltrataron. Los que me detuvieron sí me metieron una bolsa negra, me taparon la cara, me llevaron en un carro. Corrí el riesgo de morir porque mi tensión estaba en 170 a 160, a punto de chocar; yo anteriormente había tenido un infarto. Por eso no me dejaron en el SEBIN y me mandaron a la casa por cárcel”.
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