Sin gasolina, los médicos y enfermeros venezolanos “hacen milagros” para trabajar

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El marcador de la gasolina del carro de Jairo (*), enfermero del Hospital Universitario de Maracaibo, uno de los más importantes de Venezuela, está en rojo, a niveles de reserva, en plena pandemia.

Ha podido surtir una sola vez a su vehículo de combustible en la ciudad en las últimas cuatro semanas, es decir, desde que inició la cuarentena por la COVID-19.

El salvoconducto que le entregaron en su hospital le fue útil esa única oportunidad. Ahora, los directivos del centro de salud elaboran una lista del personal que necesita combustible y se la entregan a las autoridades militares y policiales. Son ellas las que administran el recurso.

“Esto está imposible. Les dije a mis jefes que, si no consigo gasolina, lamentablemente no podré ir a mis guardias. Eso a mí me duele, me pega”, expresa el enfermero, poco después de solicitar a la Voz de América que se reserve su identidad por temor a represalias en su lugar de trabajo.

José Manuel Olivares, presidente de la subcomisión de Salud del Parlamento, denunció el sábado que el 62 por ciento de los médicos, enfermeros, camilleros y el resto del personal de salud de Venezuela no pudo trabajar la semana pasada por la imposibilidad de llenar los tanques de sus vehículos.

El legislador detalló que 84 por ciento de los trabajadores encuestados refirió que no pudo “echar gasolina” y 70 por ciento confirmó que se ausentó al menos un día de sus ocupaciones por ello.

Algunas alcaldías, como la de Maracaibo, prohibieron el transporte público para prevenir riesgos de contagio de la infección respiratoria y activaron una red de buses para trasladar al personal de salud.

Jairo valora que esa iniciativa, al menos en su ciudad, opera con descoordinación y retraso. Si la aprovecha, llega tarde a su turno, acota. Y la alternativa es cara e ilegal.

Un litro de gasolina revendida en sectores populares por contrabandistas o “bachaqueros”, como se les conoce localmente, cuesta tres dólares estadounidenses.

“Nadie aguanta comprar gasolina en este país: 20 litros por 50 dólares. Eso es imposible. Yo no tengo para comprar eso”, asevera, encolerizado.

El enfermero recurre a una expresión muy venezolana para ilustrar cómo hace cada vez que debe movilizarse hasta el Hospital Universitario para iniciar sus guardias de 24 horas continuas.

“Estamos haciendo milagros, por ejemplo, ‘pidiendo cola’ (un aventón) de cualquier familiar. Hacemos milagros, milagros, milagros, como todo lo que se hace en este país”, reitera.

Con información de Voa Noticia