Desde el barrio el Paraíso, en Bogotá, sus habitantes ven Chapinero unos metros más abajo, con sus universidades, empresas, bancos y almacenes. Pero el paisaje es muy distinto para quienes viven en esta zona, pues no tienen las mismas oportunidades económicas y educativas que sus vecinos.
En medio de las necesidades de su gente, el Paraíso tiene un particularidad. Desde hace un par de años abrió las puertas de su barrio a los migrantes venezolanos que vienen en busca de mejores oportunidades.
Jessica Roa hace parte del casi millón y medio de venezolanos que están en Colombia, según cifras de Migración Colombia. Llegó a Bogotá hace ocho meses, a vivir donde su hermana que vivía hace dos años en este barrio. “A pesar de lo que uno escucha, mi hermana me dijo que aquí la gente era muy amable y que arrendaban fácil a los venezolanos”, cuenta Jessica.
Con la llegada de los migrantes, en el colegio del barrio, San Martín de Porres -nombre del primer santo negro de América-, esperaban la llegada de más niños con ganas de estudiar.“En un comienzo la mig
Con informacion de ración fue muy leve. En 2018 y 2019 empezó a llegar con mayor intensidad y eso nos obligó a repensar la escuela”, dijo Eduardo Bernal, rector del colegio.
Los cambios ocurrieron poco a poco, pero para Bernal una de las medidas más importantes fue el acuerdo para felixibilizar las tareas. Junto con los profesores, acordaron que algunas asignaciones para los estudiantes migrantes cambiaran de acuerdo a su contexto y realidad. “Si se están viendo procesos de independencia en la colonia pues los niños venezolanos van a hacerla en su particularidad. Igual que en geografía, si la tarea es de parques naturales de Colombia, pues hacen la tarea con los de Venezuela”, explica Bernal.
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