A miles de kilómetros del Delta del Orinoco, decenas de mujeres de la etnia Warao mantienen vivas sus tradiciones en Brasil, adonde llegaron tras huir de la crisis de Venezuela y hoy sobreviven gracias a la fibra de burití, el “árbol de la vida” de este pueblo indígena.
Población Indígena también emigra
Erminia Núñez de Mariano pertenece a la etnia de los Waraos ella dejó atrás su hogar, en el estado venezolano de Amacuro, en busca de nuevas oportunidades en Pacaraima, la pequeña ciudad brasileña que constituye el paso fronterizo entre Brasil y Venezuela.
“Vine de Venezuela por algo. Vine porque nosotros, los Warao, sufrimos de todo, de verdad, pasamos miseria. Por eso buscamos solución, para mejorar la vida de los niños y la mía”, explicó en una entrevista con Efe.
“Ahora estamos trabajando, gracias a Dios, estamos comiendo bien”, asegura.
Erminia, quien llegó a Brasil junto a su familia, es una de las decenas de mujeres que se gana la vida en el estado de Roraima gracias a las tradiciones ancestrales de los Warao, principalmente con la confección de objetos artesanales con fibra de buriti, un material que se obtiene de un árbol nativo de la Amazonía, pero presente en otras regiones del país.
Este árbol “es importante en la vida de uno porque saca gusanos, vino, fruta, fibra… Y de allí uno teje”, cuenta a Efe Marcelina Bermúdez, otra de las artesanas Warao que migró a Boa Vista, capital del estado de Roraima.
Marcelina aprendió a tejer la fibra de buriti cuando solo tenía ocho años en su localidad natal gracias al ejemplo de su madre: “Cada día yo hacía más y así crecí”.
En 2002, cuando su última hija tenía dos años, inició un viaje que la llevó a recorrer centenas de kilómetros por tierras venezolanas hasta llegar a Boa Vista, donde hoy sigue los pasos de su madre para poder decirle a su familia: “Hija, sí que hice y te voy a mandar dinero”.
Precisamente a través de su arte ancestral, la sensibilidad de los indígenas Warao llegó este mes de noviembre a São Paulo con la exposición “Ojidu – Árbol de la Vida Warao”, un proyecto que cuenta con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Gobierno federal, entre otros.
Centenares de objetos de fibra de buriti, desde cestas a jarrones, pasando por sombreros y bolsos, conforman esta muestra realizada en el museo A Casa y que busca promover la autosuficiencia de los Warao, quienes constituyen una parte importante del creciente éxodo venezolano en Brasil.
Los Warao, la segunda mayor población indígena de Venezuela, habitan en el Delta del Orinoco desde hace al menos 8.000 años, pero en las últimas décadas se han visto obligados a dejar sus tierras debido a que el desvío de los ríos los dejó sin alimentos.
“Empezaron a llegar (a Brasil) en 2016. Fueron uno de los primeros indicadores de que se estaba iniciando ese flujo de personas que venían de Venezuela a Brasil” cuando comenzó la “deterioración de la situación venezolana, tanto económica como social”, afirmó en una entrevista con Efe el portavoz de ACNUR en Brasil, Luiz Fernando Godinho.
Las Naciones Unidas apuntan que casi 4,5 millones de venezolanos ya dejaron su país y, en concreto, se estima que unos 4.500 son indígenas Warao que están en ciudades del norte de Brasil, como Pacaraima y Boa Vista (en Romaina) y Manaos (en Amazonas).
Godinho resaltó que la exposición, además de “mostrar la belleza de la artesanía de los Warao”, tiene como objetivo “colocar estos productos en el mercado para generar una renta que sea suficiente” para ellos.
“Pero también hay otro mensaje: de resiliencia, de la capacidad de superación de los refugiados y de la capacidad de contribuir a la cultura del país que los recibe”.
Con información de Informe 21