Julio 7,2019.- La jueza María Afiuni alcanzó la libertad tras una década de horrores, durante la que no faltaron torturas (desde rociarla con gasolina a usar cuchillos contra ella) además de abusos sexuales durante su paso por la cárcel. Así lo explicó ella misma ante el tribunal que la juzgaba, que hace unos meses inventó un nuevo delito (“corrupción espiritual”) para mantenerla en arresto domiciliario.

Todo valía para castigar a “la presa del comandante Chávez”, como se la denominó en las cortes judiciales. Fue el propio líder revolucionario quien ordenó que la encerraran por cumplir la ley en el caso que involucraba a un viejo enemigo de Chávez.

El relato de Afiuni completó ayer lo adelantado por el demoledor informe de Bachelet: en la Venezuela revolucionaria, que se dice feminista, también se multiplican los casos de violencia sexual, denunciados por las organizaciones civiles, pero que han quedado en un segundo plano entre la selva del horror.

La oficina de la Alta Comisionada señala directamente al Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), a la Dirección General de Contrainteligencia (Dgcim) y a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) por cometer delitos de violencia sexual contra mujeres y niñas durante su detención. Entre las agresiones físicas se han documentado tocamientos inapropiados, desnudez forzada, amenazas de violación y arrastramientos por el pelo, además de insultos sexistas y de género. Todos ellos para humillarlas y castigarlas, además de arrancarles falsas confesiones.

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