People walk past containers blocking the Colombian-Venezuelan border over the partially opened Simon Bolivar international bridge in San Antonio del Tachira, Venezuela June 9, 2019. REUTERS/Carlos Eduardo Ramirez

Junio 26,2019.- La reapertura de un importante cruce fronterizo entre Colombia y Venezuela es un paso importante para evitar que los venezolanos caminen a través de senderos remotos donde los grupos armados los extorsionan fácilmente. Pero es poco probable que frene el conflicto o el flujo de contrabando en la región.

Nicolás Maduro anunció la reapertura de los puentes que unen el estado venezolano de Táchira con el norte de Santander de Colombia el 8 de junio. La frontera se había cerrado desde el 23 de febrero, luego de que estallaron violentos enfrentamientos cuando las fuerzas militares de Venezuela bloquearon la llegada de ayuda humanitaria desde Colombia.

Christian Kruger Sarmiento, director de la agencia de migración de Colombia, dijo que 37,000 venezolanos habían hecho el cruce legal en las primeras 24 horas y que el uso de los senderos clandestinos conocidos como “trochas” se había reducido significativamente. Las fuentes dijeron a InSight Crime que la policía colombiana había comenzado a destruir estos senderos y a cubrirlos con piedras.

En medio del cierre de la frontera, los senderos se convirtieron en puntos críticos para el conflicto cuando los grupos armados lucharon por los beneficios de la migración ilegal y los movimientos de contrabando. Los datos publicados por el Observatorio Venezolano de Seguridad Ciudadana muestran que la ciudad fronteriza venezolana, Ureña, vio su tasa de homicidios más del doble durante la primera mitad de este año en comparación con la misma fecha en 2018. El aumento de asesinatos se debió en parte a enfrentamientos entre pandillas en las cercanías de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

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