Junio 26,2019.- Las historias que regala el éxodo de venezolanos hacia otras fronteras son dignas piezas de análisis que podrían servir hasta para elaborar cortometrajes. Desde dramas perturbadores, hasta ejemplos de inspiración. Los cuentos están echados, solo queda escucharlos.

Un día se me ocurrió pedir a través de mi cuenta en Twitter, que aquellos usuarios, inmigrantes, me contaran sus más trágicas experiencias como “forasteros” en otro país.

Me dediqué a leer muchos relatos, pero ninguno me impresionó tanto como el de una muchacha llamada Daniela, caraqueña, de escasos recursos, quien decidió escapar de la crisis hacia Perú ella solita, con los ojos vendados y con la expectativa que en otro lugar se estaba mejor que en Venezuela.

Daniela llegó a Lima, específicamente a un humilde sector llamado Rimac. una especie de barriada al mejor estilo de Petare la cual posee casas y ranchitos de colores construidos uno tras otro al pie de una montaña, la propia “Caraquistán” altiplana.

El distrito del Rímac, es uno de los 43 distritos de la provincia de Lima, ubicada en el departamento homónimo, en el Perú

De acuerdo a los señalado por ella, al pisar Lima se iba a encontrar con una compañera de universidad quien le iba a tender una mano, pero la muchacha desapareció del mapa, “la dejó morir”, en pocas palabras.

Tampoco quiso comprometer a la persona revelando su nombre, pero precisó que no tardó en encontrar hogar.

Una señora peruana se encargó de brindarle “asilo” en casa de su hermana.

Esta mujer peruana desde el primer día, según, me tomó mucho cariño porque me veía diminuta e indefensa. Ella me ofreció todas las comodidades dentro de esa casa (…) yo llegué acá con dinero como para alquilar una pieza“, señaló Daniela.

En medio de su relato, me comentó que la señora le confesó que tenía un hijo preso.

Siga leyendo más acá

SHARE