Angelica Lamos dirije a un grupo de venezolanos refugiados al albergue que ella administra en Cúcuta, Colombia. Paul Smith / UNHCR

Agosto 18, 2018.- CÚCUTA, COLOMBIA | La casa de Angélica Lamos es uno de los pocos lugares en Cúcuta donde se puede oir a los niños refugiados venezolanos reír en vez de llorar. De hecho, los niños chillan de placer jugando con globos en el patio de la casa mientras el ritmo alegre de una cumbia se cuela desde el café de la esquina.

No están desnutridos. No están enfermos.

La espaciosa casa de Lamos en el barrio cucutano de La Ermita, no muy lejos de la frontera entre Colombia y Venezuela, perteneció a su padre. Hoy en día es un albergue llamado Humildad Extrema, y sirve de hogar para una docena de familias venezolanas que han llegado a esta ciudad escapando de la catastrófica crisis económica causada por el gobierno socialista autoritario del vecino país.

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