Amigos y familiares acompañaron a los padres de Vallenila en el velorio de su hijo | EFE

Junio 22, 2018.- A un año del asesinato de su hijo de 22 años, el abogado David Vallenilla narra las vicisitudes que ha tenido que sortear para continuar con su mayor pérdida a cuestas. Con cuatro audiencias diferidas y la justicia lejana, el padre se mantiene firme con su hijo en su mente y en sus sueños, y con confianza en las instituciones internacionales mientras las criollas sigan controladas por el gobierno de turno

David Vallenilla usa los términos propios de su profesión cuando se refiere al caso de su hijo David José Vallenilla, quien fue asesinado durante las manifestaciones de 2017 en Caracas. El abogado puede narrar con detalles las reiteradas denegaciones de justicia que envuelven el caso de su hijo. Las enumera desde el momento en que cayó sobre el asfalto en la avenida Francisco de Miranda, tras ser impactado por material antimotín adulterado con metras: cuando el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) intentó secuestrar el cuerpo aún caliente de su hijo en la Clínica El Ávila; cuando les impidieron el paso a los médicos forenses del Ministerio Público para hacerle la autopsia correspondiente en la morgue de Bello Monte; cuando su expediente cayó en el tribunal 21 de control —llamado el tribunal político— sin juez designado.

Haber estudiado las leyes venezolanas le sirvió en aquella situación aciaga. “Por suerte soy papá, soy víctima y a la vez abogado. Por conocer el sistema, detecto directamente todas las fallas que hay y las intenciones de denegar justicia”, explica. Cuatro audiencias diferidas por razones injustificadas de traslado le hacen dudar incluso de la reclusión de quien jaló el gatillo ese 22 de junio desde la Base Aérea La Carlota apuntando directamente a su hijo de 22 años.

“Yo ni siquiera le he visto la cara a ese individuo. Yo dudo, dudo, que esté privado de libertad, porque no lo trasladan. ¿De verdad estará privado de libertad o estará más bien protegido, quién sabe, lejos de este país?”, dice Vallenilla padre a un año del fallecimiento de su único descendiente, auxiliar de medicina y bachiller de la República. El abogado recalca que el autor material del hecho debería estar preso desde entonces, de acuerdo con el Código Orgánico Procesal Penal. En teoría, se encuentra recluido en la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) en Caracas.

No titubea al aclarar que la intención “era salir de los canales regulares para ocultar evidencias que comprometieran al Estado venezolano”.  Vallenilla padre recuerda las cuatro esferas metálicas que perforaron su corazón, hígado y pulmón, y fracturaron su columna vertebral. Las vio en la morgue de Bello Monte, cerca de la 1 de la madrugada de 23 de junio. No las olvida.

Para el abogado, como para los defensores de Derechos Humanos, lo que le sucedió a David José fue una ejecución extrajudicial. Incluso se lo escuchó a Tarek William Saab cuando asumió la Fiscalía General de la República. “Fíjate lo que define entre cuatro paredes, pero que nunca es capaz de decirlo a los medios de comunicación ni a la opinión pública”, rememora Vallenilla padre sobre la audiencia privada que sostuvo cuando recién Saab asumió el cargo.

Por su hijo, todo. No le interesan el sitio o los involucrados. Vallenilla padre conversó con Saab en persona y con la actual vicepresidenta Delcy Rodríguez, otrora a la cabeza de la Asamblea Nacional Constituyente. “A mí no me importa ir a donde tenga que ir o que me tomen la foto con quien me la tenga que tomar. Lo que me interesa es buscar justicia y honrar la memoria de mi hijo, porque era un joven con ganas de vivir. Mi objetivo es la justicia por David José”, lapida.

De ninguno obtuvo respuesta ni solución. Niega haber recibido apoyo del Gobierno, pese al antecedente de haber conocido al actual presidente reelecto Nicolás Maduro cuando Vallenilla padre era su jefe en el Metro de Caracas. Incluso lo responsabiliza por haber activado entonces el “macabro” plan Zamora —así lo califica—. Las negativas no lo detienen ni lo amilanan.

Teniendo esta información y estando tan al tanto del ámbito judicial, ¿cómo lidia con un caso así, tan personal? 

–En el caso de David no actúo como abogado. Lo único que me queda es la oportunidad que me dan los medios de comunicación. Siento que estoy luchando contra un monstruo, pero siento a la vez que David José sigue en mí. Mi lucha sigue y, si nos vamos al punto de vista bíblico, David pudo con Goliat. Debo creer en las instituciones, como abogado que soy, no en quienes las dirigen, porque las instituciones perduran en el tiempo. Mi convicción es que las instituciones democráticas se recuperen en nuestro país. En lo particular, considero que aquí no va a haber justicia mientras este Gobierno esté, por llamarlo gobierno, porque considero que es un desgobierno. No les interesa.

Confío en los trabajos de investigación que se están haciendo a nivel internacional, sobre todo en la Corte Penal Internacional. Lo que me gusta de todo esto es que no es responsabilidad de Estado, sino individual. Que las instituciones ahorita estén secuestradas es lamentable, pero en algún momento tendremos la oportunidad para recuperarlas.

–A otros familiares que pasaron ese año por lo mismo les costaba, o les cuesta todavía, transitar por el lugar de los hechos. ¿Eso le sucede? ¿Puede transitar por la autopista Francisco Fajardo?

–Eso todavía me sucede. Yo cada vez que paso por allí siento como si la reja me aplastara. Ese lugar para mí es muy fuerte. Ahí quedó mi hijo en el pavimento (La voz se le quiebra y debe tomar aire para continuar sin romper en llanto). Hace poco se hizo una caminata por los puntos por donde cayeron los jóvenes y allí me monté en la reja porque estaban los militares con sus armas al momento que pasamos. Les dije unas cuantas palabras, no de ofensa; trato de no caer en eso, sino les dije que no perdonaba lo que habían hecho. Los militares son los responsables de lo que se vive en Venezuela, definitivamente. A mí hermana le dio una crisis. Me pareció que era mi mamá que me estaba hablando, se parece tanto, y me bajó. Pero no pasó de allí.

De dónde saca la fuerza para ir y caminar por allí, o hacer la actividad que se celebrará en Chacao a un año de lo ocurrido?

–(Piensa por un momento su respuesta) De Dios. Indudablemente te da la fortaleza. Es una pregunta difícil de responder, pero aquí estoy, luchando por David. Soñé reciente con él, que me encontraba con él y estaba trabajando. Lo vi concentrado. Su trabajo era hacer movimientos con una mano en una pantalla gigante. Le decía “hijo, qué haces aquí” y me respondió “papá, ordenando cosas allá en la Tierra”. Wow. Yo lo sentí como que ya no me pertenecía, que era de otro mundo, a pesar de que me decía papá, como que ya no era mi hijo. “¿Me puedo quedar contigo acompañándote?”, le pregunté, y me contestó “me dieron permiso de quedarme un rato más”. Cuando desperté, sentí que él estuvo al lado mío y yo estuve donde él estaba. Lo sentí como si acabara de irse de al lado mío.

Si eso fue un mensaje revelador, si él estaba trabajando por ordenar cosas, eso me da la fortaleza para decir que voy a estar trabajando aquí en la jornada de salud, cuando se cumple un año, en la plaza El Indio de Chacao. No es nada político, es una actividad en honor a él. Su profesión la amaba. Él era auxiliar de enfermero antes de ser bachiller de la República, porque quiso que lo metiera a hacer un curso de eso. Antes de ser bachiller, ya él salvaba vidas en el dispensario Mamá Pancha, en Charallave. Ahí hizo su pasantía. Era de un mes y él, casi cinco meses después, me decía que tenía que ir. Antes de que estuviera en una esquina sin hacer nada, prefería que estuviera en un dispensario ayudando. Ni recibía remuneración.

Es un poco de lo que fue él en su corta vida. El objetivo es hacer honor a eso que él amaba tanto. Ese es el granito de arena que yo aportaría aquí, en nombre de Dios. Más bien estoy preocupado porque no sé cuánta gente va a ir, parece que mucha. Después vamos a cerrar con una misa en la Iglesia Bello Campo.

–¿Cómo ha cambiado su rutina desde entonces? 

–Yo creo que yo tengo un paralelismo de vida. Yo todavía no acepto la muerte de David. Era mi único hijo. Dos años atrás, unos vecinos perdieron a su hijo, que era efectivo de la Policía de Sucre. Los veía y me decía: “Dios mío, ¿cómo mis vecinos pueden seguir en la vida? ¿Cómo continúan viviendo después de haber perdido a su hijo de la manera en que lo perdieron?”. En este momento me tocó a mí. No sé cómo he podido continuar.

Afortunadamente he tenido el apoyo de muchas personas. Ahorita estoy trabajando con la ONG Justicia, Encuentro y Perdón, que preside la señora Rosa Orozco, la mamá de Geraldine Moreno —asesinada en 2014—. Tuvimos la oportunidad de conocernos en estos momentos de encuentros y de marchas. Ella me invitó. Sentí que era para que tuviera oportunidad de hacer algo, de distraerme. Ha sido una experiencia muy bonita. Acá trabajo con jóvenes; ya casi los considero mis hijos; me ayudan, colaboran conmigo. Antes David José era mi columna para todo, ahora estos muchachos están acá; gracias a la señora Orozco por la oportunidad de estar aquí haciendo algo distinto.

Aparte de eso, tengo mi oficina en los Valles del Tuy, que atiendo de manera particular. En noviembre me robaron todos mis equipos; me dejaron sin nada. Llama muchísimo la atención que habiendo ocho cubículos de abogados, el único robado fue el mío. Primero fue ese robo, del que no me he podido recuperar, y después atacaron los avisos que me identificaban en mi profesión de abogado; los destrozaron, y los demás intactos.

Tristemente me he dado a conocer a raíz de lo de David y he recibido llamadas telefónicas de muchos familiares de personas privadas de libertad, presos políticos, inclusive militares, que me han dicho que si en alguna oportunidad alguien les va a hacer valer sus Derechos Humanos, les gustaría que fuese yo. Es una grata responsabilidad que me dan y que no sé si ese será mi objetivo de vida. Si es así, estoy dispuesto a hacerlo. Es mi manera de seguir adelante.

¿La madre de David, después del hecho, se ha involucrado o se ha distanciado más? 

–Nosotros estamos separados, pero siempre hemos tenido mucho contacto. Tanto así que el día del padre del año pasado fue la última vez que vi a David José con vida y fui a la casa de su mamá; almorzamos juntos, ella me preparó hasta un almuerzo. Estábamos los tres nada más el día del padre. Ella se ha distanciado un poco; tendrá sus razones; se deben respetar.Al día siguiente, en la morgue de Bello Monte, cuando los medios de comunicación se dirigieron a nosotros, recuerdo que antes de salir le pregunté si iba a declarar y me dijo que sí y que iba a decir que perdonaba a la persona que hizo lo que hizo. Eso creo que no es fácil asimilarlo, sobre todo en un pueblo como el nuestro, que se ha llenado de tanto rencor y rabia. Yo no estaba preparado para decir eso, pero le dije que estaba sujeto a lo que ella iba a decir.Esa declaración fue muy mediática y ella fue muy malinterpretada, muy atacada, muchísimo, en cuanto a una pregunta que le hicieron a ella que tenía que ver con la participación de David en aquellas manifestaciones. Cuando se refirió a que ella no estaba de acuerdo era que no estaba de acuerdo como madre de que él manifestara, por el riesgo que significaba, pero fue interpretado como si no estaba de acuerdo desde el punto de vista político. Era con que él estuviera arriesgándose, como cualquier padre puede estar preocupado. Le dieron una vuelta a eso y fue tomado como que ella era chavista y él no. Eso ha significado mucho para ella. Eso quizá la ha obligado a resguardarse. Yo no tengo miedo a expresarme. Lo más grande en mi vida lo perdí.

David Vallenilla padre: “Yo todavía no acepto la muerte de David José”