Los residentes del barrio El Escobal, denunciaron la incursión de presuntos integrantes del Conas, de la Guardia Nacional Bolivariana, en territorio colombiano. (Cortesía Diario La Opinión)

Mayo 22, 2018.- Una presunta incursión de miembros  del  Conas, de la Guardia Nacional Bolivariana, es investigada por las autoridades de Norte de Santander, en Cúcuta, luego que según reportaran habitantes de El Escobal, en territorio colombiano, denunciaran que militares de este organismo venezolano, pasaron la línea fronteriza entre ambos países y realizaran presencia en suelo neogranadino, donde habrían golpeado a integrantes de varias familias y efectuado disparos.

De acuerdo con lo reseñado por el Diario La Opinión de Cúcuta, lo que era una tarde de café y risas para algunos habitantes del sector La Isla, un pequeño barrio pegado a la frontera, en inmediaciones de El Escobal,  pasó a convertirse en una prueba de golpes, amenazas, puertas averiadas, techos de lata con vestigios de una ráfaga de fusil, y la incertidumbre y el miedo por la incursión del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas), de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Reseña el trabajo periodístico, que el hecho ocurrió a las 3:00 de la tarde del viernes 18 de mayo, lo único que supo una de las mujeres es que mientras bromeaba con uno de sus familiares, a orilla del pequeño caño que resuena todo el tiempo y desemboca en el río Táchira, de repente un grupo de 20 hombres cruzó el afluente desde Venezuela, y empezó el suplicio.

Se asegura y por parte de los testigos, que en total, siete familias estuvieron en riesgo y hoy, en su mayoría mujeres y niños recuerdan las escenas de esta violación de la soberanía colombiana por parte de los uniformados venezolanos.

“Eso fueron como treinta tiros”, dijo un niño que conservó dos de los cartuchos cuyas marcas de calibre y fabricante están borradas. Una de esas balas pudo ser la que pasó muy cerca de la cabeza de la mujer a la que su hermana gritó: “¡Agáchese!”, y ella apenas vio cómo un tiro le zumbó por el lado izquierdo.

“Si no, me había matado”, dijo, sentada en una silla, exhibiendo en su rodilla derecha un golpe que se tornaba violáceo, producto de la brusca tumbada que le dieron contra al piso, contra las piedras regordetas, antes de halarla del cabello.

Mientras recordaba, la brisa de esa silenciosa playa refrescó ya no el miedo, sino la resignación, “porque no hay para dónde coger”.

La frase se repitió de los labios de cada uno de los adultos: “no tenemos a dónde ir”. Por eso insistieron en que ya es momento de que el Gobierno Nacional “que tanto les ayuda a los venezolanos, nos ayude a nosotros que somos desplazados por la violencia”.

Otro de ellos espera que se esclarezca en manos de quién quedó la vivienda a la que tuvo acceso para ser reubicado por parte de Metrovivienda, y a quién le otorgaron el subsidio que le correspondía, y que jamás recibió.

Por ahora, lo único que sabe es que en La Isla no puede permanecer más y, como la noche del viernes, cuando durmieron fuera de su hogar, “habrá que dejar todo abandonado”.

“Dos veces se han metido (los guardias venezolanos)”, dijo otra. “La primera, fue en Semana Santa”, pero como el murmullo del Táchira, la Policía apenas se siente en la zona, pese a que el CAI de la Policía en El Escobal está a escasas tres cuadras.

Tal vez sea costumbre; tal vez no, pero ante la llegada de los periodistas la respuesta de los uniformados fue tímida: “Mejor no bajen el carro hasta allá”. Dijeron llamar al teniente desde su moto, pero no se animaron a pasar, hasta media hora después, cuando tres motos en caravana dieron una rápida vuelta por el lugar.

Lo mismo dicen los afectados por lo ocurrido el viernes, porque aunque los llamaron “dijeron que no iban a venir a que los mataran. Y entonces, ¿para qué usan ese uniforme si no es para protegernos?”.

Entre tanto, el grupo de la Guardia Nacional Bolivariana que escondió sus insignias en los bolsillos, aprovechaba para golpear a una de las mujeres en el pecho, amenazarla y decirle: “no me mire, no me mire”, repetía ella, con el rostro aún angustiado.

El secretario de Gobierno de Cúcuta, Óscar Gerardino, respondió que tanto el viernes como ayer hubo presencia de las autoridades civiles y policiales junto al puente Francisco de Paula Santander, limpiando el sitio en el que estaba el pueblo yukpa “y estaba todo normal”.

“Los sonidos de disparos que se han escuchado estos días, han sido del lado de Venezuela”, expresó el funcionario. “Del lado de nosotros hay presencia de policía”.  (Cortesía de Diario La Opinión/PER)

Acusan a comando del Conas de la GNB de pasar ilegalmente a territorio colombiano