Marzo 27, 2018.- Más de cuatro millones de ciudadanos de Venezuela, un 13% de la población del país, ha cruzado a países vecinos o lo ha intentado. La ONU ya los considera oficialmente refugiados, publica El Confidencial.

Por VALERIA SACCONE/SAO PAULO

“Es muy doloroso tener que decidir quién de tu familia come y quién no. En mi casa éramos mi mamá, mi hija y yo. Llegó un momento en el que si las tres desayunábamos, una no almorzaba para que pudiésemos cenar decentemente”. Marifer Vargas llegó hace seis meses a Brasil de Maracay, una ciudad próxima a Caracas. Cruzó la frontera por tierra, por el Estado de Roraima, donde en la actualidad se hacinan más de 40.000 venezolanos que huyen del hambre y la inseguridad que reina en su país. Pero a diferencia de ellos, Marifer, que en su país era profesora de historia y geografía, tenía un objetivo claro. Iba a reunirse con su esposo Carlos Escalona, residente en São Paulo, la capital económica de Brasil.

Carlos es un periodista venezolano que trabajaba en un canal de televisión pública de Maracay como gerente. En los presupuestos millonarios que administraba notó que las cuentas no cuadraban: algunos gastos resultaban muy inflados. Cuando pidió explicaciones a sus superiores, fue invitado a participar de un esquema de sobornos para dejar las cosas como estaban. Carlos se negó y desde aquel momento comenzó a ser perseguido. Primero retuvieron su salario durante ocho meses. Un día fue secuestrado mientras volvía a su casa en coche. “Comenzaron a torturarme, me dieron muchos golpes. Me di cuenta de que no eran criminales comunes porque empezaron a hablarme de mi trabajo. Decían que me iban a matar, que iban a matarnos a todos”, recuerda.

La vida de este periodista se convirtió de un día para otro en un infierno. “Comencé a vivir con miedo, no confiaba en nadie. Estaba traumatizado, nunca dormía dos noches en el mismo lugar, no me sentía seguro en ningún lado”, cuenta. Por todas estas razones, decidió abandonar el país. Escogió Brasil, un país en el que solía pasar las vacaciones y que conocía bastante bien. “Entonces venía en circunstancias totalmente diferentes, viajaba para disfrutar. Con la emoción de las vacaciones, siempre piensas que te gustaría vivir un tiempo en Brasil. Nunca creí que mi llegada a este país sería tan rápida y tan traumática”, añade.

La historia de Carlos y Marifer parece la de millares de refugiados venezolanos que buscan amparo en los países vecinos, sobre todo Colombia, que hasta la fecha ha recibido a más de 650.000 migrantes. Sin embargo, esta familia de clase media ha conseguido levantar la cabeza en un tiempo relativamente breve. Carlos ha obtenido un visado como solicitante de asilo político y Marifer un visado temporal por razones humanitarias. Ambos tienen permiso de trabajo y han comenzado poco a poco a rehacer su vida a miles de kilómetros de su tierra. “Yo doy clase de español en la Misión Paz, la iglesia católica que nos acogió cuando llegué junto a mi hija. Carlos trabaja como ayudante de cocina en un hotel. Además, estamos montando nuestro negocio: vamos a vender comida venezolana a domicilio, adaptada al gusto brasileño”, cuenta Marifer con entusiasmo.

La experiencia de esta pareja está lejos de ser paradigmática. Decenas de millares de venezolanos esperan en la ciudad de Paracaima, cerca de la frontera entre los dos países, a que alguien les ayude a alcanzar el sueño de un futuro mejor. La mayoría salen con sus maletas a cuesta por una razón tan sencilla como dramática: no consiguen sobrevivir en un país doblado por la falta de alimentos y medicamentos. Muchos reconocen que conseguían comer solo una vez por día, con suerte. En muchos casos no tienen ni el dinero para costear el autobús hasta Boa Vista, la capital de Roraíma, donde el Gobierno de Brasil, ONGs y miembros de las iglesias católicas y evangélicas les ofrecen algo de sustento.

Para algunos analistas, el impacto causado por el éxodo masivo de venezolanos está generando la mayor crisis económica y humanitaria del continente latinoamericano. Hasta la fecha, cerca de cuatro millones de venezolanos, según una encuesta realizada por Consultores 21, han intentado buscar refugio en los países vecinos. Se trata del 13% de la población de Venezuela. Cabe destacar que no hay datos oficiales ni registro del flujo migratorio que sale de este país.

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