Marzo 22, 2018- No todo lo que brilla es oro y las entrevistas que antes se tardaban cuatro años ahora puede demorarse menos de un mes, lo que significa que ya no hay posibilidad de disfrutar del tiempo de gracia que concedía la anterior legislación, algo que afecta en especial a los venezolanos, la nacionalidad que encabeza la lista de peticiones en el país del norte, publica TalCual.
Pedir asilo político en Estados Unidos se ha convertido en los últimos tres años en la “salida fácil” para muchos venezolanos que intentan huir de la crisis que vive el país. Armar casos en los que se presentan fotos personales en marchas contra el Gobierno, haber sido víctima de robo o secuestro, y asegurar que la nación atraviesa por una crisis económica y social, son algunos de los sustentos que presentan los solicitantes en las oficinas de inmigración de EEUU, sin algún éxito garantizado.
No contar con pruebas sólidas y “reprobar” en la entrevista al no poder demostrar que su vida corre peligro si regresan a Venezuela, son dos de los factores principales que hacen que un caso de asilo sea rechazado, como explica el abogado y especialista en este tema, Gustavo Lugo.
“Existen muchos casos que no cumplen con el requisito, hay venezolanos que para ganar tiempo igual introducen el caso y viven cuatro años ‘legalmente’ porque el país le otorga un permiso de trabajo y un social security hasta que le salga su entrevista final para la aplicación del asilo”, comenta.
Pero no todo lo que brilla es oro y lo que antes se tardaba 4 años ahora puede demorarse menos de un mes, luego de que el despacho del presidente Donald Trump optara por aplicar nuevas políticas de inmigración como medida de contención a la masiva ola de peticiones de asilo por parte de los venezolanos.
“Mi caso no cuenta con bases sólidas, no tengo pruebas para demostrar el asilo, y ahora las entrevistas salen mucho más rápido”, dice Yorjan, un venezolano de 33 años que no llegó a introducir su caso y ahora permanece de manera ilegal en la ciudad de Nueva York.
“Hace como tres años empezaron a extorsionarme en Ureña, estado Táchira, dónde yo era dueño de una importadora y tenía que pagar vacunas para que no me cerraran el negocio. Un diciembre me llegó una circular dónde se me exigía el pago de 25 millones de pesos colombianos, ni siquiera bolívares, para que no me cerraran o me mataran, y ahí fue donde empezó Cristo a padecer”, relata.
Pero la falta de “facturas” o comprobantes bancarios que demostraran el pago de las excesivas sumas de dinero exigidas, fueron la piedra de tranca en su caso. Yorjan, quien prefiere no dar su apellido, dice que su única meta es permanecer en Estados Unidos así sea ilegal, “este es el país de las oportunidades”.
La ola de emigración venezolana al territorio estadounidense tomó vuelo en 2017 al recibir 29.250 peticiones de asilo político, según el Departamento de Inmigración de ese país. Una cifra que deja a los nacionales por encima de los chinos y nos consolida como nacionalidad número uno en solicitudes, de acuerdo con las estadísticas del Departamento de Seguridad Interior.
En este sentido, el abogado Lugo aclara que un fracaso en la entrevista final con el oficial de inmigración que decidirá el caso, no supone una sentencia final. “Fracasar en la entrevista no quiere decir que van a meter presa a la persona ni nada por el estilo, simplemente si no procede, la persona tiene un mes para abandonar el territorio. Hay venezolanos que están mal asesorados en el tema y se dejan llevar por comentarios… Di que en Venezuela hay escasez de alimentos y medicinas, que no tienes seguridad y fracasan en las entrevistas”, advierte.
Todo menos regresar
Pero el endurecimiento de los procesos de asilo desde el 31 de enero no ha frenado en su totalidad la llegada de nacionales a tierras estadounidenses. “Yo no quiero vivir más en Venezuela, me acabo de graduar de la universidad y no veo un futuro para mí”, afirma María Alejandra, quien prefiere reservar su apellido.
“Yo metí mi asilo político dos meses después de haber llegado a Miami, no estoy segura de que me salga, pero mientras tanto puedo trabajar y ganar dinero para enviarle a mi familia. Si me lo niegan mi plan es irme a Argentina para hacer un postgrado, pero regresar a Venezuela no es una opción”, dice.
La joven de 22 años dice que armó su caso de asilo político con fotos de actividades políticas a las que asistía mientras cursaba la universidad. “Varias veces fui agredida en las concentraciones por policías y guardias nacionales, igual no creo que sea un sustento para un asilo, pero mientras me dan la entrevista puedo vivir tranquila aquí”, indica.
Para la abogada María Montoya, directora de la firma consultoras Legalys, las razones que motivan a las personas a dejar un país son complejas y varían dependiendo de cada individuo. “Esta decisión viene acompañada de un autoanálisis del entorno en que se vive y las dificultades que se presenten al tratar de alcanzar una calidad de vida óptima para el nativo y los suyos”.
“Hay que tener clarísimo que el asilo es solamente para persecución política, pero el solicitante debe probar que efectivamente está siendo presa de una persecución en su país de origen”.
En este sentido, Montoya comenta que pareciera tenerse la creencia de que por el simple hecho de vivir en un país con ciertas condiciones que afectan la calidad de vida se otorgará asilo a todo aquel que lo solicite, realidad que no es cierta.
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