Este hogar de paso se habilitó frente al comedor comunitario conocido como ‘La Divina Providencia’, en un sector fronterizo del área metropolitana de Cúcuta. Foto: Gustavo A. Castillo Arenas / EL TIEMPO

Febrero 05, 2018.- Entre el llanto y la rabia, María José y Carlina se apresuran a relatar las circunstancias adversas por las cuales se vieron obligadas a abandonar sus hogares en Venezuela. Sentadas al borde de un camarote, una frente a la otra, retratan la escasez de dinero, la falta de medicinas, el recrudecimiento de la violencia y la situación de hambruna que se propaga por ese país, reseñó El Tiempo

Aunque el recorrido de estas dos ciudadanas inició en Barquisimeto y Ciudad Ojeda, dos poblaciones venezolanas que están separadas por una distancia de 270 kilómetros, el destino se encargó de juntarlas en la habitación número tres del Centro de Atención Transitorio al Migrante (Catm), el primer hogar de paso que este fin de semana fue habilitado a pocas cuadras del puente internacional Simón Bolívar, en el sector fronterizo de La Parada del municipio de Villa del Rosario, Norte de Santander.

Junto a sus esposos e hijos, estas migrantes que cruzaron la línea divisoria con el propósito de emprender un viaje hacia el centro y sur del país, integraron las primeras ocho familias beneficiadas de este perímetro humanitario.

“Todo esto ha sido una bendición, porque acá estamos mucho más tranquilas, resguardándonos de la lluvia que nos sorprendió en la madrugada. En mi caso, fui enviada acá por recomendación de Migración Colombia que me vio con mi niño en brazos y me dijo que por mi condición podía pasar la noche en este albergue. Vinimos con mi esposo y ya nos estamos acomodando, porque en la noche viajamos hacia Bogotá”, explicó Carlina Rosales.

Para ingresar al sistema de registro de esta ayuda humanitaria este grupo de personas debieron sellar su pasaporte en las oficinas de Migración Colombia y adquirir un tiquete hacia cualquier parte del país. Ya en el albergue, estos venezolanos recibieron un kit de alojamiento, dotado de sábanas, abrigos y almohadas, y otro kit de aseo, que contenía un jabón, pasta dental y papel higiénico.
El tiempo de permanencia en las instalaciones de este lugar, que fue acondicionado en un colegio donde 300 niños iban a clase, no puede superar las 8 horas. Por eso, mientras Carlina y su nueva amiga se sumergen en la charla, no paran de ultimar los preparativos en el dormitorio asignado para partir en cualquier momento.

A pocos pasos de esta habitación, se encuentra un comedor con 20 sillas plásticas, la batería de baños para hombres y mujeres y una zona de lavaderos, donde los funcionarios de la Cruz Roja, encargados de operar este cuadrante humanitario, adelantarán el proceso de lavado y desinfección para evitar la propagación de enfermedades.

“Podemos decir que el lugar cumple con las condiciones mínimas para ofrecer esta ayuda al migrante en tránsito. Tenemos toda la logística garantizada a través de varias entidades y con el seguimiento de la comunidad internacional para responder a las necesidades de esta población. La apertura de este centro de atención cumple con un plan piloto que busca ampliar en los próximos meses la cobertura humanitaria”, indicó Manuel Antolinez, integrante de este organismo internacional.

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