Enero 27, 2017.-“El silencio es el verdadero crimen de la humanidad (…) ¿Y los gritos? Hoy me pregunto, los gritos ¿a dónde van? No pueden, no deben perderse. No es posible que se pierdan, no pueden deshacerse en la nada, no pueden morir en la nada, morir para nada, para algo se han creado, para algo se han gritado. El grito no muere, no puede morir. No muere. Nosotros sí morimos, cada amanecer, en cada tren que llega. Pero nuestros gritos no, el grito no”.

(Rosencof; 2000)

El Holocausto, la persecución y el asesinato generalizado y sistemático de seis millones de judíos, y de otros grupos considerados con “inferioridad racial”: los romaníes (gitanos), los discapacitados y algunos pueblos eslavos (polacos y rusos, entre otros), presos políticos,  comunistas, socialistas, los testigos de Jehová y los homosexuales,  organizado  por parte del régimen nazi y sus colaboradores, se constituyó en un crimen contra la humanidad, el más grave y sombrío de todos,  un capítulo en la historia universal tan determinante y definitivo que sentó las bases modernas para el desarrollo del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

La enseñanza es recordar para no repetir. El desafío radica en procurar que el horror que se vivió en la Alemania nazi nunca más vuelva a ocurrir y que el aprendizaje sirva para multiplicarlo y aplicarlo. El mundo podrá, así, honrar la memoria de aquellos que no pudo proteger en su momento.

En efecto, Naciones Unidas decretó el 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.  El objetivo que marca esta fecha es que los Estados miembros muestren la historia de los hechos lamentables y repudiables del Holocausto, con el fin de evitar que actos de genocidio ocurran nuevamente en cualquier parte del mundo.

El Holocausto es un hecho histórico vergonzoso de violaciones a derechos humanos, de política de exterminio y totalitarismo. La segregación social, la injusticia, la impunidad eran elementos comunes a la época, así como la violación de los derechos a la vida, a la seguridad personal, a la libertad, a la integridad, por sólo mencionar algunos.

El compromiso hoy en día es fortalecer una cultura de derechos humanos, democracia y de respeto entre las personas de distintas culturas, religiones o razas, el derecho a la igualdad, a la no discriminación, a la justicia.

Con esa finalidad, plasmada en 1998 por el entonces Primer Ministro de Suecia, Göran Persson, en el Grupo de Trabajo para la cooperación internacional en la enseñanza, recordación e investigación del Holocausto, nació la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA)

Los Estados miembros que se incorporan a la IHRA se adhieren a los principios de la Declaración de Estocolmo: “El carácter sin precedentes del Holocausto tendrá siempre un significado universal”; con una humanidad “aún marcada por el genocidio, la limpieza étnica, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, la comunidad internacional comparte la solemne responsabilidad de combatir esos males”.

Desde la Declaración de Estocolmo, organismos internacionales como las Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Consejo de Europa, la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) han hecho de la recordación del Holocausto un componente fundamental de su misión.

Con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (1945) comenzó a gestarse el concepto del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, como conjunto de normas inalienables e imprescriptibles, superiores a la propia soberanía de los estados. De esta manera el mundo contaría con un patrón legal de protección al ser humano que debía ser respetado por todos los países y por todos los gobiernos.

Luego, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 260 (III), de 9 de diciembre de 1948, en cuyo anexo figura la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio. Más tarde, el 22 de noviembre de 1969 durante la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica, se adoptó la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida también como “Pacto de San José”, el cual entró en vigencia el 18 de julio de 1978, y el 23 de marzo de 1976, entró en vigor el Pacto Internacional de Derechos Civiles.

Además, en noviembre de 2005, las Naciones Unidas proclamaron el 27 de junio –la fecha de 1945 en que las fuerzas rusas liberaron Auschwitz– Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En su resolución 60/7, relativa a la “Recordación del Holocausto”, la Asamblea General reafirmó la Declaración Universal de Derechos Humanos y también que “el Holocausto, que tuvo como resultado que un tercio del pueblo judío e innumerables miembros de otras minorías murieran asesinados, será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”.

El conocimiento de los antecedentes, el propósito y el significado del Holocausto es esencial para fomentar la sensibilización pública y movilizar fuerzas a fin de combatir los prejuicios y estereotipos que llevaron al Holocausto. Los delitos motivados por prejuicios, ya sea por xenofobia, antisemitismo o negación del Holocausto, son un fenómeno mundial. Individual y colectivamente, tenemos la obligación de combatir la discriminación que conduce a la exclusión de grupos de personas y promueve el odio.

Como lo expresó en 2010 el Primer Ministró del Canadá Stephen Harper, “recordar el Holocausto no es meramente un acto de reconocimiento histórico. También debe entrañar comprensión y compromiso: la comprensión de que todavía existen hoy día las mismas amenazas y la asunción de una solemne responsabilidad de luchar contra esas amenazas”.

http://runrun.es/opinion/294801/derechos-sin-reves-memoria-y-holocausto.html