Septiembre 13, 2016.-Ochenta y dos días contó la madre de Gabriel San Miguel, Maribel Rodríguez, que pasó su hijo preso. Día a día llevó la cuenta, hasta este viernes 9 de septiembre, que liberaron al joven activista de Voluntad Popular (VP). A las 2:00 pm salió de la sede del Sebin, en El Helicoide, y a las 8:00 pm se montó en un avión en Maiquetía con destino a Madrid. Esas fueron las seis horas más felices de la madre de Gabo.

“Él no se fue exiliado. No se va a radicar allá: Tiene sus aspiraciones en este país”, fue lo primero que dijo Maribel. Desde el viernes, sentía cada vez más cerca la liberación de su hijo. El lunes le dijeron que sería el martes; el martes le dijeron que sería el miércoles. Y así, hasta que finalmente se concretó su salida el viernes. Inmediatamente, confirmaron el boleto con destino a España.

Gabriel San Miguel fue detenido el pasado 19 de junio en una carretera en Cojedes, mientras se trasladaba al estado Portuguesa. Junto a él fue preso otro joven de VP, Francisco Márquez, quien también se dirigía a la entidad para colaborar en el proceso de recolección de firmas del referendo revocatorio.

A pesar de que Gabo fue liberado, Pancho aún permanece detenido. Maribel espera que, en una fecha cercana, el joven salga en libertad. Sin embargo, prefirió no dar detalles para no entorpecer el proceso judicial.

¡Mamá, lo lograste! ¡Me sacaste de la cárcel!“, fue lo que primero que dijo Gabo al salir de El Helicoide. “Yo le dije ‘no hay nada que una madre no haga por su hijo‘”, recordó Maribel con la voz quebrada al hablar con Efecto Cocuyo la tarde de este sábado, 10 de septiembre, vía telefónica. Ella, su hijo César y otros familiares recibieron con alegría al activista de VP.

La decisión ya estaba tomada. Su madre ya había hablado con él y ambos acordaron que lo mejor era que saliera un tiempo del país, sobre todo para recuperarse de la experiencia. Con la nacionalidad española, Madrid pintaba como el destino ideal para Gabo. La familia de San Miguel también contó con el apoyo de la Embajada de España, que ayudó a coordinar el pasaje.

Sus horas en libertad las pasó con su familia. Llegó a casa y ya había un almuerzo preparado. Durante los días que permaneció preso, Maribel intentaba consentir a Pancho y a Gabo en todo lo que podía. A veces les llevaba cachapa y otras cochino frito. La madre llevaba una porción de lo que les provocara a cada uno todos los jueves de visita.

“Cuando Gabo salió se trajo consigo una bolsa con todos sus uniformes de la cárcel, para que los lave y se los lleve a sus compañeros de la 26 de Julio. Me dejó los nombres anotados en un papelito; no tienen recursos”, contó Maribel.

Apurados, todos sus familiares salieron con él hasta el aeropuerto. Al llegar a Maiquetía, le dijo a su abuela lo mucho que iba a extrañar las caraotas con queso blanco que ella solía prepararle. Unos compañeros del trabajo lograron llegar a la emotiva despedida en el piso de Cruz Diez. Otros no tuvieron chance y, cuando llegaron, ya era demasiado tarde. Gabo ya había pasado la zona de registro.

A las 6:30 pm pasó el chequeo. Nadie lo detuvo ni le dijo que no se podía ir. Tampoco apareció ninguna restricción en la pantalla. Ya todo había pasado: los 82 días, el tiempo en una de las cárceles más peligrosas de Guárico, el traslado a Tocuyito y, finalmente, a la sede del Sebin en El Helicoide.

“Yo siempre pensé en ese día y pensé que estaría muy abatida”, dijo Maribel, contenta con la decisión. Ahora, esperará a que su hijo regrese y pide por la liberación de Pancho. “Tranquilo, hermano. El próximo serás tú“, fue lo último que le dijo Gabo a su compañero.

“¡Mamá, lograste sacarme de la cárcel!”, dijo Gabo al salir de El Helicoide

 

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