Julio 18, 2016.-Setenta y ocho horas. Eso dura el viaje por carretera desde Caracas hasta Quito. José, un venezolano de 29 años, hizo ese recorrido hace siete meses. Es técnico en informática, pero dejó las computadoras y ahora vende arroz con pollo y chaulafán en el parque El Ejido, en pleno centro de la capital.
El viernes, él y un amigo ofrecían comida a las personas que pasaban por allí. “A un dólar el plato. Jugo gratis”, gritaban. “Las auténticas empanadas, venga, pruebe”, replicaba otro. Junto a ellos había 15 venezolanos más que hacían lo mismo.
Aurora estaba en ese grupo. También vende arroz con pollo. Llegó hace 9 meses a Ecuador y vivió los primeros seis en Manta, en la casa de una tía. El terremoto que sacudió a esa ciudad la obligó a mudarse a Quito, con sus dos hijos y su esposo. Él es ingeniero en sistemas, pero está desempleado.
“Esta fue nuestra única opción para trabajar. Nos turnamos para vender la comida. En la mañana él cuida a los niños y por la tarde yo”, comenta Aurora, una marabina que está por dar a luz a su tercer hijo.
Desde el 2014, los venezolanos empezaron a migrar masivamente al país. El dato lo revela Marcos Mavares, fundador de la Organización de Venezolanos en Ecuador (OVE). Él aterrizó en octubre de ese año.
Las cifras oficiales corroboran aquello. Hace tres años, 501 personas de ese país no reportaron su salida de Ecuador. En el 2014, esa cifra subió a 3 112 y el 2015 creció a 8 078. En el primer semestre del 2016, la tendencia se mantiene.
A través de WhatsApp, la OVE recibe hasta 15 consultas diarias de compatriotas que buscan llegar a Quito. Hace cuatro meses, solo receptaba de dos a tres mensajes por día.
La inseguridad, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, los bajos salarios o la polarización política son algunas de las causas que llevan a los venezolanos a migrar, según estudios de Iván de la Vega, sociólogo y profesor de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
La crítica situación del país sudamericano se recrudeció en el último semestre.
El viernes en El Ejido estaba Andrés. Llevaba una camisa de béisbol, jean y converse. Como el resto de sus compatriotas, también vende comida. Tiene una tecnología universitaria en Producción Industrial.
Arribó a Quito hace un mes con su esposa y dos hijos. En su casa no había harina, pasta dental, ni pañales para su hija de dos años. Dijo basta y decidió migrar hacia el Ecuador.
En Valencia, su ciudad natal, trabajaba en la función judicial. No ganaba mal, pero el sueldo no alcanzaba para comprar alimentos de la canasta básica.
Un kilo de queso, por ejemplo, cuesta unos 3 000 bolívares (USD 5). El kilo de carne o pollo puede llegar a
8 000 y 9 000 (USD 14). Y el salario básico no supera los
15 000 bolívares.
“Así no hay plata que alcance. Mira, prefiero mil veces ser comerciante informal aquí, que profesional en Venezuela”, dice Andrés.
Antes de seguir con el relato pide que no se publiquen más detalles suyos, pues teme que su madre se entere de su condición y se preocupe por él.
Conversa con ella por WhatsApp. Siempre le cuenta que está bien, pero no sabe que en Quito es un ambulante.
Le sorprende la facilidad para hallar en los mercados de Quito mandarinas, manzanas, fresas. “Mis hijos ahora pueden comer eso, sabes. Allá no”.
Los parques El Ejido y La Alameda se han convertido en los puntos de reunión de los venezolanos. Ahí venden comida o hablan de días mejores.
La mayoría es profesional.
Datos de la OVE aseguran que el 75% de compatriotas que viene al país tiene título superior. Médicos, profesores, administradores de empresas o contadores están en esa lista.
De hecho, Marcos, fundador de OVE, es técnico automotriz. No ha podido hallar trabajo en esa rama. Actualmente tiene tres empleos: recarga toners para impresoras a domicilio, vende repuestos de motos y los fines de semana conduce un juego mecánico en el norte.
Luis, otro venezolano, vino a Quito hace dos meses. Las primeras tres semanas trabajó instalando ductos, pero lleva ya cinco semanas sin empleo. Los ahorros que trajo se acaban y le preocupa la alimentación de su esposa y su hijo.
La OVE calcula que 16 000 venezolanos tienen estadía regular en Ecuador y revela que otra cantidad similar no posee papeles. La Cancillería dijo que prepara información sobre este tema.
Las secuelas de estar irregular se sienten: los migrantes no hallan empleo, ganan por debajo del salario básico o, incluso, los dueños de negocios los contratan y no les pagan.
En contexto
El pasado 10 de julio, miles de venezolanos cruzaron la frontera con Colombia para abastecerse de alimentos y medicinas. La apertura temporal del paso limítrofe se dio luego de 11 meses de cierre. Para hoy, el Gobierno anunció que volverá a abrir la frontera.