Rafaelito caminando a la carcel con su tio, donde pudo ver a su mamá, Laidet Salazar, después de 5 meses (Foto VAF)
Rafaelito caminando a la carcel con su tio, donde pudo ver a su mamá, Laidet Salazar, después de 5 meses (Foto VAF)
Rafaelito caminando a la carcel con su tio, donde pudo ver a su mamá, Laidet Salazar, después de 5 meses (Foto VAF)

Enero 20, 2016.- (Prensa VAF) Laided Salazar, de profesión odontólogo y asimilada a la Fuerza Aérea, ha sido una de los presos políticos con más traslados sin orden del tribunal. En primera instancia estuvo en la DIM de Caracas, luego en Ramo Verde, de allí paso al INOF, y sin explicaciones jurídicas ahora se encuentra recluida en Fénix de Uribana, estado Lara, donde ha padecido angustiosas torturas.

Visitas restringidas, sin poder enviar cartas ni hacer llamadas. Y luego de 6 meses sin poder ver a su hijo, por órdenes de la directora del penal, pudo ver a su hijo. Salazar puede ver luz natural solo por una hora, ya que se encuentra aislada totalmente. Sin embargo sus afición por la lectura y el dibujo hacen que pueda sobrellevar su vida con más calma.

Suena una llamada entrante al celular de Carlos, hermano de Laided, y en la pantalla aparece el código de área del estado Lara, donde está recluida Laided, condenada por un tribunal militar a 8 años y 7 meses. “Hermanito, viejito! ¿Cómo estás? Dijo Laided. Evitando que se quiebre la voz su hermano responde “Bien vieja aquí luchando con todo, como estas tú?” y aunque la conversación fue corta, estuvo llena de gratas sorpresas “Viejo me dejaron llamar 5 minutos para avisarles que pueden traer a Rafaelito este sábado porque la Directora autorizó visita para los hijos” decía Laided. Fiel a sus principios y como buen creyente, su hermano alcanzó a decir “Gracias a Dios. Yo te lo llevo seguro hermanita, cuanta con eso”. Luego del corto pero ameno cruce de palabras, los hermanos pudieron conversar, aunque con atropellos “Como siempre ella con sus palabras que transmiten tanta energía, fuerza, fe y esperanza en un futuro mejor, eso no deja nunca de sorprenderme de ella, pienso… es de acero esta mujer” comenta Carlos.

Al terminar la llamada, Carlos le da la nueva noticia a su sobrino “En su carita de niño se reflejó una alegría de esas que quisiéramos atrapar para siempre en una foto”. Pero quedó capturada en el recuerdo de su tío, que sin pensarlo dos veces partió de madrugada hacia el penal Fénix, a poco menos de 7 horas de la ciudad donde viven “Con la esperanza a cuestas y el montón de bolsas con alimentos, agua, ropa interior y productos de aseo personal” para una mujer, cuyo juicio carece de legalidad moral.

LA LLEGADA A LA CÁRCEL

La cárcel de Uribana se encuentra en un lugar árido y bajo un sol inclemente. Un desierto sacado de película, que es antesala del centro de reclusión. A juicio de Carlos Salazar “Cuando te detienes frente a una cárcel sabiendo que dentro está tu ser querido el mundo se te hace trizas” continúa Carlos describiendo el lúgubre panorama “Observas las paredes altas, las rejas, los alambres de púas, los guardias en las torres, se te sobrecoge el espíritu, te das cuenta que quienes están ahí están indefensos ante el poder del Estado”. Es así como se expresa un hombre que mantiene la dignidad en alto, pero su mayor preocupación fue su sobrino “No puedo imaginar lo que estaba sintiendo Rafaelito sabiendo que ahí dentro en esa fortaleza anti escape estaba su mamá”.

Carlos explica que “Las visitas a una cárcel son algo como surreal, es como estar en una pesadilla dentro de otra pesadilla”. Pero más pudo el amor, como fuente de energía “Tomados de la mano nos encaminamos hacia la entrada de la cárcel atravesando un amplio estacionamiento”. Pese al malestar del momento, al estar por horas “Bajo el sol larense para poder entrar al área de revisión. Mientras tanto trataba de distraer a Rafaelito contándole anécdotas, chistes, hablando de la TV, de cualquier cosa, con tal de mantenerlo distraído de las otras conversaciones que se daban a nuestro alrededor”. Carlos procura mantener la pureza de su sobrino.

Al momento de entrar al lugar, la funcionaria que los atendió cambió su actitud a una más amable cuando escucho la voz del hijo de Laided “La funcionaria custodia me pregunta a quien vengo a visitar y Rafaelito me interrumpe: -¡A mi mamá! A la Capitana Laided Salazar. Me sorprendió su reacción, porque generalmente es callado”. Y aunque no hubieran escuchado la dulce voz de aquel niño “La mayoría de las funcionarias de esa cárcel saben que mi hermana no es una delincuente más, ellas están conscientes que es una profesional odontóloga, saben que era militar, que es una presa política del gobierno y en el fondo, aunque no pueden demostrarlo la admiran y la respetan” señala Carlos.

La revisión en una cárcel es ya de por si una violación a los DDHH. Según Carlos “Ahí te revisan todo lo que llevas con una minuciosidad increíble y los custodios deciden que artículos y alimentos pasan y cuáles no pasan. La humillación y el sometimiento es tu única defensa para lograr visitar a tu familiar, si dices algo o te quejas te sacan sin remordimiento y pierdes la visita”. Como si se tratara de un favor y no de un derecho legal. “Después que revisaron nuestras cosas nos tocaba otra fila, la de revisión corporal. Esa es exhaustiva, invasiva y degradante, a hombres y mujeres los desnudan y los obligan a saltar, agacharse, y en el caso de las mujeres a pujar y hasta abrirse los labios de la vulva” indica Carlos. No obstante a la ley de protección al niño, de igual forma los infantes que iban a visitar a sus madres fueron revisados, pero en menor escala “Aunque los niños no se salvaron de la revisión me pasaron junto a él a un cuarto y solamente le inspeccionaron sus bolsillos. Gracias a Dios no lo sometieron a otro trauma adicional” expone Carlos.

En la continua requisa hay una más “Pasamos por fin de ese punto y nos esperaban las máquinas escáner y de rayos X, otro control más, me pregunté en ese momento ¿si están estas máquinas para qué desnudan a las personas?”

Pese a lo anterior, Venezuela es un país donde los reclusos por delitos comunes tienen armas y manejan bandas delictivas desde sus celdas.

AL FIN EL REENCUENTRO

Carlos comenta que “Caminar hasta la sala de visitas nos aceleraba más el corazón, no sé qué pensaría Rafaelito al ver a todas esas mujeres vestidas de rosado que se iban abrazando a sus niños, el llanto y la alegría mezclada era el ambiente que se respiraba; y justo ahí, pude identificar a mi hermana sentadita en una silla plástica con una custodia a su lado”.

Fundidos en un abrazo, madre e hijo, entre lágrimas de alegría “Mira ahí está tu mamá, dijo Carlos a su sobrino. Corrió hacia ella y no tuve más remedio que apartarme y dejarlos encontrarse en ese abrazo infinito y eterno que se dieron luego de casi seis meses sin verse. Lloré, lloraron ellos, lloramos juntos”.

Entre palabras sublimes Carlos cuenta que entendió el amor de una madre a su hijo “Ese día entendí, que los besos de una madre en el rostro de su hijo son la presencia viva de Dios en la tierra… y quien aparta esos besos de un niño por ruines motivos no merece el perdón de Dios”.

“Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; más ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.” Lucas 17: 1-2.

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