Octubre, 2015.- El grupo de comunicadores se encontraba en el hospital de la ciudad de Maracaibo para buscar información sobre las víctimas de la explosión de una granada
El periodismo en las inmediaciones del Hospital Universitario de Maracaibo se convirtió en una zona de muerte. La mañana de este jueves, se activaron las alarmas en el recinto. Más de 20 funcionarios de seguridad rodearon al equipo de La Verdad. Agredieron verbal y físicamente a la periodista Isamar Prieto, a una estudiante de LUZ, un pasante de este rotativo Ysbel Gil, al reportero gráfico Juan Guerrero Briceño, a quien amenazaron con “matarlo como a un perro”, y al chofer.
La Verdad explicó que los periodistas buscaban a unos heridos de la noche anterior, tras ser alcanzados por una onda expansiva de una granada que lanzaron a un grupo de personas, al oeste de la ciudad. Los familiares ya no estaban y la prensa decidió irse. En segundos, al menos 25 hombres que se identificaron como funcionarios del Sebin y de seguridad acorralaron a los reporteros, aplicaron llaves y técnicas de artes marciales al fotógrafo para neutralizarlo. Le golpearon la cabeza y la espalda bajo amenaza de muerte. “La Verdad tiene una guerra mediática con el hospital”, dijo un guardia. En simultáneo allanaron el carro del chofer del diario, lo bajaron, le mostraron una pistola y se montaron para revisarlo.
El chofer llegó a buscarlos y ante la mirada atónita de los presentes les dijeron que se los llevarían presos, les arrebataron la cámara fotográfica, los teléfonos celulares y las libretas. Los profesionales en comunicación no sabían el por qué, pues ningún vigilante en cuestión tenía identificación. Uno portaba una “chapa” y otro un arma de fuego en el cinturón de su pantalón, informó La Verdad.
Isamar Prieto indicó que les preguntaron quiénes eran y estos no respondían. “Solo nos pedían los equipos de trabajo porque iban a revisarnos y borrar la información”. Aseguraron los vigilantes que eran del grupo de inteligencia del hospital y tenían rato observando los pasos del equipo de reporteros. Los trasladaron de brazos sujetados hasta una oficina, donde aparentemente opera la seguridad del HUM. “Quédense quietecitos y caminen”. Los recibió el “Comisario”, quien sin identificarse ordenó que los filmaran para guardar sus rostros. “Hicieron una especie de charla, grabaron verbalmente lo que había pasado y nos soltaron”, pero no grabaron las agresiones, explicó Prieto.
Requisaron el historial de llamadas de los celulares, hicieron un respaldo de la información de las tarjetas multimedia de los equipos y se los entregaron. “Menos mal que son dos coñitas. Si son hombres los montamos en una camioneta, les pegamos unos tiros y los dejamos por ahí botaos y pa’ que el Cicpc resuelva”, vociferó un vigilante al chofer mientras le entregaba sus papeles. Fotografiaron el carro, la placa y anotaron sus características. “A lo que te vea entrar al hospital te jodo”.
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