
Octubre 15, 2015.-Hasta 1965, la ley de inmigración daba preferencia a la entrada de europeos. Hoy hispanos, ásiaticos y africanos son los que más emigran. En 1930 había menos de 900 inmigrantes hondureños, pero hoy serían casi un millón.
El flujo de inmigrantes a Estados Unidos emerge como cruda realidad al analizar los registros oficiales migratorios mantenidos desde 1820.
Hasta finales de la década de 1960, inmigrantes procedentes de Gran Bretaña, Alemania y otros países europeos superaban a los que provenían de América Latina, África o Asia. Pero para la década de 1990 se invirtió la tendencia, y hoy la mayoría de los inmigrantes llegan de países no europeos –y los asiáticos están en vías de superar a los hispanos como la población inmigrante más grande de Estados Unidos.
Si bien ha habido muchos factores que explican el cambio demográfico, la ley de inmigración aprobada hace 50 años, que el entonces presidente Lyndon Johnson firmó al pie de la Estatua de la Libertad en 1965, fue sin duda clave para la aceptación de personas provenientes de otras áreas.
La nueva ley terminó con el sistema de inmigración anterior bajo el cual se le daba preferencia a la entrada de inmigrantes europeos, impulsando así el movimiento migratorio que cambió la demografía de Estados Unidos. Una mezcla de reacciones marcó el 50 aniversario de la ley el 3 de octubre: alabanzas por parte de grupos que defienden los derechos de los inmigrantes y lamentos por las fuerzas que se oponen a la inmigración.
En momentos en que la inmigración, especialmente la mexicana, está en la palestra del debate político nacional, la importancia de este caso se establece por el proceso legal que reivindicó
Arturo Hernández, abogado de Miami
Por su parte, la Federación Americana para la Reforma Migratoria (FAIR), que busca controles más severos contra la inmigración, dijo en un comunicado que la ley de 1965 desató un flujo de inmigrantes tan enorme que la propia estabilidad de Estados Unidos se ve ahora amenazada.
Ahora que se estima que hay unos 11 millones de indocumentados en el país, la inmigración ha ocupado un lugar central en los debates de la campaña presidencial del 2016. El precandidato republicano favorito, Donald Trump, dice que si llega a ser presidente deportará a todos los inmigrantes indocumentados, mientras que otros candidatos republicanos han hablado de negar la ciudadanía a los hijos nacidos en Estados Unidos de inmigrantes indocumentados.
Negar la ciudadanía a los hijos de indocumentados es un tema de especial relevancia después que el New York Times reportó recientemente que a lo largo de la frontera de Texas con México, algunos funcionarios locales han rechazado la expedición de actas de nacimiento a algunos bebes nacidos en Texas, debido a que sus padres no tenían la identificación que los funcionarios exigían.
En medio de la acalorada retórica sobre la ciudadanía, el prominente abogado de Miami Arturo Hernández y su colega de El Paso Felipe Millán, recientemente obtuvieron una importante victoria legal cuando convencieron a un juez federal en Las Cruces, Nuevo México, de anular la revocación de los pasaportes estadounidenses de dos hermanos de origen mexicano; Juan Carlos y Mario Alberto Borunda habían sido considerados por el Departamento de Estado como indocumentados.
Aunque ambos hermanos nacieron en el lado estadounidense de la frontera en la década de 1980, su padre obtuvo los certificados de nacimiento en el estado mexicano de Chihuahua como un gesto simbólico para que pudieran preservar su herencia cultural y disfrutar de los beneficios de la ciudadanía mexicana si se hacía necesario, indicó el juez federal en el fallo, en julio.
El fallo también permitió que la esposa de Juan Carlos Borunda pudiera entrar a Estados Unidos para reunirse con su esposo después que las autoridades estadounidenses le negaron la visa de prometida. La pareja se casó en México, pero se vieron obligados a vivir separados por un año.
“En momentos en que la inmigración, especialmente la inmigración mexicana, está en la palestra del debate político nacional, la importancia de este caso se establece por el proceso legal que reivindicó y por el bien que causó”, dijo Hernández. “Dos hombres jóvenes obtuvieron la ciudadanía estadounidense y por lo tanto establecieron su identidad como estadounidenses y una familia mexicanoamericana dividida se reunificó”.
Desde que Johnson promulgó la ley de 1965, inmigrantes de todo el mundo han venido a Estados Unidos en un mayor número –legal e ilegalmente.
Después del 2001, el número promedio anual de extranjeros que reciben legalmente residencia en Estados Unidos ha sido de alrededor de un millón –similar a las cifras registradas entre 1905 y 1914 cuando se produjo previamente un gran flujo de inmigración.
La diferencia es que mientras que la mayoría de los 6.3 millones de inmigrantes que obtuvieron residencia entre 1910 y 1919 era mayormente europeos, la mayoría de los 10.2 millones de residentes registrados entre el 2000 y el 2009 eran de otros países, incluyendo Asia, África, el Caribe y América Latina.
Muchos de estos inmigrantes –especialmente los procedentes del Caribe, América Central y América del Sur– terminaron instalándose en Miami.
Los inmigrantes de Honduras, por ejemplo, que eran cientos o algunos miles entre 1930 y 1959, aumentaron de manera constante después de 1960.
Entre 1990 y 1999, por ejemplo, más de 72,000 hondureños obtuvieron residencia –un enorme aumento en comparación con los 809 en 1930 o los 5,320 en la década de 1950.
La inmigración de la familia Boesch de Honduras refleja la transformación demográfica durante el último medio siglo.
En algún momento de la década de 1960, probablemente después de que Johnson firmara la ley de 1965, Mario Boesch se estableció en Nueva Orleans –llegó con una visa de inmigrante obtenida en su natal Honduras. En ese momento, Nueva Orleans era un centro importante de la inmigración latinoamericana, siendo para la región lo que hoy es Miami.
Entonces, Boesch ayudó a su hermano Luis en Honduras a obtener una visa de inmigrante para él y su familia y así venir a los Estados Unidos. Luis recibió las visas a mediados de la década de 1980 cuando su hijo Jean Pierre Boesch era un adolescente. La familia se mudó a Miami en 1986.
En ese entonces la comunidad hondureña en Miami era relativamente pequeña. Al principio, Jean Pierre Boesch realizó una variedad de trabajos ocasionales –jornalero, trabajador de la construcción y empleado de supermercado. Luego se unió al Ejército de Estados Unidos, pero fue dado de baja debido a una lesión en la espalda.
Hoy en día trabaja en la oficina de un abogado que representa a hondureños que tienen problemas legales en su país de origen.
“Cuando llegué por primera vez, era difícil encontrar otros hondureños en Miami”, recordó Boesch. “Pero para la década de 1990, muchos más hondureños se aparecieron y la comunidad hondureña creció”.
Desde 1990, la población hondureña se ha multiplicado por seis, pasando de 127,000 a 791,000 durante ese período de tiempo”, según un informe del Centro de Investigación Pew, del 2013.
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