La vigilia inició en la tarde y se desarrolló hasta la noche. (Foto Carlos Andrés Pérez)
24 marzo 2014 Dayana Benavides
“A mi pueblo de San Diego y Carabobo, estoy preso por no seguir las órdenes de silenciar y reprimir a mi pueblo, para ellos no fue suficiente que haya logrado la tranquilidad del municipio a través del diálogo. Soy hombre de grandes retos y ustedes lo saben, siempre doy la cara y nunca comprarán mi conciencia ni mis principios. San Diego, Carabobo y Venezuela no están solos”, así se expresó el alcalde Scarano en un comunicado leído por su hijo Vicente en el parque Metropolitano ante un numeroso grupo de asistentes a una misa y vigilia por él y por Salvatore Lucchese, jefe de la Policía del municipio. Además, oraron por Argenis Hernández, jóven asesinado en la urbanización El Tulipán mientras protestaba.
Con la voz entrecortada por la emoción y junto a su madre, expresó que deben sentirse orgullosos de ser sandieganos, mientras los vecinos coreaban “Enzo Scarano, amigo, el pueblo está contigo”, y “Maduro, tirano, libera a Scarano”, en apoyo al burgomaestre.
Rosa Brandonisio de Scarano, esposa del alcalde, dijo “voy con todo” y además explicó que no le parece lógico, justo ni moral lo que se hizo con Scarano ni con Lucchese. Aclaró que se tiene pensado hacer un plesbicito.
La primera dama del municipio apoyó las protestas, pero aclaró muy enfáticamente que deben realizarse sin violencia y sin dañar el municipio. “No a las barricadas, respetemos el libre tránsito”, acotó.
Una niña se acercó hasta la tarima y entregó a la primera dama un balón de basket firmado por niños y habitantes del municipio, a lo que Brandonisio refirió que se lo llevará al alcalde para que practique baloncesto durante los únicos treinta minutos que tiene para salir a ver la luz del sol y así pueda sobrellevar el encierro.
Benito Ramírez fue el padre encargado de oficiar la misa, a la que asistieron también familiares del alcalde. Ramírez se refirió a la paz: “De la paz no se habla, se práctica con nuestra actitud”.
Al evento también asistió María Alejandra, esposa de Lucchese. Venía, junto con Rosa, de visitar en la cárcel de Ramo Verde a los detenidos.
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