Con una tasa de 73 asesinatos por cada 100 mil habitantes, Venezuela va a contracorriente de sus vecinos: es el único país de la región que mantiene aumento sostenido en muertes violentas.

Por Oscar Medina.

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Con más de 21 mil homicidios en un año, Venezuela es uno de los países con mayor cantidad de homicidios en el mundo ARCHIVO
EL UNIVERSAL
domingo 4 de agosto de 2013  12:00 AM
¿Qué utilidad tiene conocer el número de asesinatos que se cometen cada año en un país? No es un asunto de morbo. Ni insumo para crear matrices de opinión y fomentar “sensaciones”. La cantidad de homicidios es el indicador más revelador y contundente del grado de violencia de las naciones. La muerte no es cosa que se pueda esconder fácilmente. Los cuerpos están ahí, en las calles, todas las noches, todas las madrugadas, todos los días. A la vista. Y hay que recogerlos. Y contarlos también. Los asesinados no requieren denuncias para engordar la estadística.

“Actualmente 6 de cada 10 delitos no son denunciados”, señala Roberto Briceño-León, del Observatorio Venezolano de Violencia: “Es un subregistro que hemos podido constatar con los datos oficiales de la encuesta de victimización del Gobierno. Pero en los homicidios no hay cifra negra. O, en todo caso, es más reducida”.

Ya es sabido que Venezuela ha tenido una carrera acelerada hacia los primeros puestos en las listas globales de naciones con mayor número de asesinatos. Y no ha sido una tendencia circunstancial. De hecho, es tan consolidada que ya se puede afirmar que Venezuela es el único país de Latinoamérica que no ha logrado disminuir su índice de homicidios en los últimos años. Hasta Honduras, con el peor escenario, consiguió modestas reducciones.

Aquí, por el contrario, la cifra va en aumento sostenido.

Briceño-León; sociólogo, docente universitario y presidente del Observatorio Venezolano de la Violencia; explica que entre las décadas de los años 60, 70 y 80 el país tenía una tasa de entre 8 y 10 homicidios por cada 100 mil habitantes. Es decir, entre 1.000 y 1.500 víctimas.

Para el investigador, 1989 marcó un hito clave en la materia por los efectos -en distintos órdenes- del llamado Caracazo: ese año hubo 2.513 asesinatos. En 1992 hubo otro salto significativo con el registro de 3.366 víctimas y una tasa de 16 homicidios por cada 100 mil habitantes.

“Entre 1994 y 1998 se mantuvo más o menos estable. En 1994 tuvimos 4.733 víctimas y en 1998 eran 4.550, para una tasa de 20 homicidios por cada 100 mil habitantes”, señala Briceño-León: “Y si ya esa tasa era alta, en 1999 el número de homicidios se incrementó a 5.968, sin que ocurriera ese año algún evento particular como sí ocurrió cuando se registraron los picos anteriores. Desde entonces, ese número no ha dejado de aumentar”.

En 2003 se informó sobre 11.342 asesinatos -44 homicidios por cada 100 mil habitantes- y fue entonces cuando el Gobierno decidió dejar de dar cifras oficiales”.

Las cifras recopiladas por el Observatorio reflejan en 2004 y 2005 cerca de 10 mil víctimas cada año para llegar a 37 por cada 100 mil. Y en 2006 el panorama comienza a ponerse peor: 12.257, con una tasa de 45 homicidios por cada 100 mil habitantes.

De 45 pasamos a 48, luego a 52, a 54 y a 57 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2010, año en el que mataron a 17.600 personas en el país. “La tendencia de crecimiento de los homicidios no ha parado”, insiste el sociólogo: “En 2012 el país tuvo una tasa de 73 homicidios por cada 100 mil habitantes. El Gobierno reconoce una tasa de 56 al señalar que hubo alrededor de 16 mil asesinatos en ese periodo”.

En Latinoamérica sobre ese 73 de Venezuela solo está Honduras. Honduras tenía una tasa relativamente baja y de pronto se disparó de manera insospechada”, dice Briceño-León: “Nuestra interpretación es que eso está vinculado con las rutas del tráfico de drogas que se empezaron a abrir por ese país y también con la crisis política por la que ha pasado Honduras. El aumento de la tasa de homicidios coincidió con el momento de crisis institucional de Honduras”.

Líderes

Liliana Ortega, directora de la ONG defensora de derechos humanos, Cofavic; señala que en 2011, Honduras registró una tasa de 86,5 homicidios por cada 100 mil habitantes y en 2012 fue de 85,5: “Aunque sea una décima, pero bajó. En Venezuela, según las cifras del Ministerio de Interior y Justicia, la tasa pasó de 50 a 56 homicidios por cada 100 mil habitantes en el mismo lapso” (un informe de la ONU indica que en 2011 Honduras fue el país con la mayor tasa de homicidios del mundo con 92 por cada 100 mil).

Ortega también hace la comparación con México, de donde llegan frecuentes noticias sobre las escandalosas acciones del narcotráfico: “México, con 112 millones de habitantes, tuvo una tasa de 23,7 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2012. Y el año pasado bajó a 18”. Una información divulgada el 31 de julio por el Instituto Nacional de Estadística de México corrige estas cifras, pero no la tendencia señalada: en 2012 hubo en ese país 26.037 homicidios para una tasa de 22 por cada 100 mil habitantes. Y en 2011 la tasa era de 24 por cada 100 mil.

“México venía bajando desde 1992 hasta 2007”, señala Briceño-León: “Era una disminución no muy pronunciada pero sostenida. En 2008 eso cambia y empieza a aumentar como consecuencia del conflicto generado al declararse la guerra contra el narcotráfico. En 2011 la tasa ya era de 24 asesinatos por cada 100 mil habitantes. En 2012 bajó a 22. Y la verdad es que la tasa de homicidios de Venezuela es más de tres veces más alta que la de México, con todo y la espectacularidad criminal de ese país”.

El estimado del Observatorio para Venezuela en 2012 es de 21 mil 692 homicidios, con una tasa de 73 por cada 100 mil.

Briceño-León apunta otra diferencia: “El crimen organizado en México ha focalizado su violencia en el Norte, mientras que en Venezuela se extiende por todo el país”. El año pasado el Distrito Federal mexicano -la capital- presentó la misma tasa que ha tenido desde 2010: 12 homicidios por cada 100 mil.

La de Caracas, de acuerdo al OVV, fue de 122 muertes violentas por cada 100 mil habitantes.

A estas alturas, la tasa venezolana está incluso por encima de la de El Salvador, un país que ha estado desde hace largo tiempo entre los más complicados de la región y del mundo, hasta que le desplazó Honduras. El Salvador registró en 2011, una tasa de 69 homicidios por cada 100 mil. En enero de este año, las autoridades anunciaron una asombrosa disminución de poco más de 52% en el número de homicidios durante 2012 para situarse en una tasa de 24 por cada 100 mil habitantes.

La Policía Nacional Civil presentó cifras alentadoras que podrían arrojar un resultado aun mejor al cierre de 2013: de enero a abril contabilizan 694 homicidios en El Salvador, 530 menos que el mismo periodo de 2012.

¿Y a qué se debe este milagro? A los acuerdos entre el Estado y las bandas de jóvenes armados que han permitido una tregua: “Hay mayor gobernabilidad que en Venezuela y están esas organizaciones criminales constituidas que permiten que se pueda cumplir con lo pactado. Aquí, ¿quién pone de acuerdo a quién?”.

Un trabajo publicado por Briceño-León, titulado “La comprensión de los homicidios en América Latina” (revista Ciencia y Salud Colectiva, Brasil) establece algunas comparaciones en la región. Y dice sobre el vecino: “En Colombia los asesinatos se redujeron a menos de la mitad en el país, pasando de una tasa de 67 en 1997 a 32 por 100 mil/h. en 2011”.

En 2012 Colombia tuvo la cifra de asesinatos más baja en tres décadas según un balance policial difundido en enero: 14.670 personas, lo que representa una tasa se 31 por cada 100 mil.

La situación de Brasil marca otro contraste frente a Venezuela: “(…) la tasa se mantiene entre 23 y 25 muertes por cada 100 mil/h”.

Y crece y crece

“La tendencia en la región es a disminuir la cantidad de asesinatos, pero en Venezuela, lamentablemente, no es así”, dice Liliana Ortega: “Y no lo señalan solo las cifras de las ONG’s, sino que las mismas estadísticas conservadoras del Ministerio de Justicia y del CICPC lo reflejan”. Ortega cita la estadística del despacho de Justicia: “En 2011 reconocen 101 mil 787 casos relacionados a delitos que afectan a niños, niñas y adolescentes. Y para 2012 reconocen 107 mil 650. En 2011 el Ministerio Público recibió 73 mil 047 ingresos -casos- relacionados con violencia contra la mujer. El año pasado aumentaron a 83 mil 113. En 2011 asesinaron a 84 agentes policiales, en 2012 subió a 103 y se estima que en realidad fueron alrededor de 300”.

De acuerdo a Ministerio Público, entre el 2000 y el 2008 se registraron 8.350 muertes por “enfrentamientos o ajusticiamientos”. Tan solo en el 2010, reconocen 3.492 muertos por “resistencia a la autoridad”.

El año pasado Cofavic monitoreó 392 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales: “75% de las víctimas eran menores de 25 años”. Ortega advierte un fenómeno: “Tanto en grupos tradicionalmente vulnerables como en otros que no lo son, como los policías, la tendencia a convertirse en víctimas va creciendo. Si revisamos las cifras del Ministerio Público encontramos que de 2006 a 2010, 93% de los casos de denuncias por violaciones a los derechos humanos terminaron en sobreseimiento o archivos fiscales. Nada más en 2011, 97% de las denuncias terminaron así”. Y asoma conclusiones: “El aumento de la impunidad en general y en violaciones de los derechos humanos está ligado al déficit institucional. La anomia, la desaparición progresiva del Estado y la impunidad inciden en el aumento de la violencia”.

Un aumento que no se conoce del todo porque sí hay una “cifra negra”: la poca estadística oficial y la que manejan las ONG’s no incluyen los casos considerados como “enfrentamientos policiales” o en investigación. De modo que los asesinados son muchos más.

Ortega insiste: “Todas las cifras revelan un aumento de la violencia en Venezuela, por lo menos hasta 2012. Eso no es discutible. Y se trata de un aumento que va paralelo al déficit institucional en un contexto donde las normas y la justicia no operan como valores ni como contención en la sociedad venezolana”

Ese elemento es central en los análisis del Observatorio. “En Venezuela teníamos una institucionalidad que se podría calificar de fuerte”, explica: “Y eso se destruyó. La institucionalidad venezolana empezó a caer a partir de tres momentos particulares que han significado incrementos en las tasas de homicidios”. Briceño se refiere, en concreto, a la explosión social del Caracazo, a los intentos de golpes de Estado de 1992 y a la llegada de Hugo Chávez -y su discurso- al poder y el consecuente conflicto que degeneró en los hechos de 2002 y 2003. En todos esos años hubo incrementos importantes en la cantidad de personas asesinadas. Aquellos polvos, entonces, trajeron este plomo que nos tiene en un ranking estelar. De sangre, pero estelar.

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