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Gritos de limpieza en la abogacía

Opinión
sábado 16 de febrero, 2013
Gritos de limpieza en la abogacía
JOSÉ AGUILAR LUSINCHI

Es inevitable no considerar que cada día la carrera cuyo objetivo –la justicia– comenzó siendo hermoso, se ha convertido en utópico, esa es la abogacía. Seguramente algunos  pensarán que ello es culpa exclusivamente del gobierno en curso, pero este escritor considera que no tiene mucha relación este régimen; habría que recordar cuando el expresidente Rafael Caldera en su segundo período apoyó los jueces AD HOC para los banqueros, y así comprender que no es un problema político actual, sino un problema cultural que nos arropa desde hace ya mucho tiempo.

Ciertamente los hechos ocurridos a la exjuez, María Lourdes Afiuni, los comisarios de la Policía Metropolitana, o incluso las confesiones de los exMagistrados del nuestro Máximo Tribunal, como lo son: Eladio Aponte y Luis Velásquez Alvaray, los harán pensar que la corrupción y la politización de la justicia es la única culpable de lo sucia que se encuentra nuestra carrera. Pero no es así, esos hechos son solo una consecuencia que recae sobre un problema que no fue resuelto a tiempo.

La causa proviene desde muy atrás, desde el momento en que un estudiante decide entrar a una universidad para estudiar leyes. La culpable en este caso, sería la universidad por no realizar un examen de admisión, por permitir que cualquier persona estudie una carrera cuyo objetivo va más allá de lo normal, de lo accesible fácilmente,  como lo es la obtención de la justicia.

Pero la universidad tiene otra responsabilidad que a vista común no ha sido cumplida. Una responsabilidad que consiste en la asignación de excelentes profesores para las cátedras,  con suficiente convicción para transmitir al estudiantado, el entusiasmo de luchar para obtener justicia, y no de dedicarse a realizar daño utilizando para su objetivo la aplicación de normas jurídicas. En este sentido, se puede entender cuando un estudiante de leyes no se prepara para una evaluación con determinado docente, por considerarlo pariente de Jack Sparrow. Sí, el famoso capitán del Perla Negra, en la película Piratas del Caribe.

Sin embargo, también estoy consciente de excelentes profesionales que hacen un esfuerzo sobrehumano para dejar un legado en sus alumnos. En lo personal me considero afortunado de haber tenido varios de ellos a lo largo de mi carrera.

Como podrán observar, el mayor problema de la suciedad en la que ha caído nuestra profesión, proviene de una cadena que comienza con la entrada del estudiante en la universidad. Una universidad consolidada con exámenes de admisión para el estudiantado, y también para los docentes, y para estos últimos agregarle un minucioso examen de su ejercicio profesional, no estaría en lo alto de la escala de abogados egresados, pero sí en lo alto de la escala de los mejores abogados preparados, y con una convicción firme para enfrentar cualquier abuso del Poder Judicial.

Es decir, una universidad con docentes de calidad crea abogados preparados y llenos de valores para con el ejercicio de la abogacía, y éstos últimos crean una administración de justicia impecable. Claro, esto no significa que no habrán juristas que degraden o ensucien nuestra carrera, el poeta italiano Quinto Horacio lo manifestó hace ya muchos cientos de años, cuando expresó: “NADIE NACE LIBRE DE VICIOS; Y EL HOMBRE MÁS PERFECTO ES EL QUE TIENE MENOS”, pero sí ayudaría enormemente a la “LIMPIEZA” que pide a gritos nuestra profesión.

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@jaguilalusinchi

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