Un viaje desesperado: más de 20 horas y 1.700 km recorren los venezolanos para abastecer sus hogares

Foto: Venezuela Awreness

La ama de casa Daniela Rivero, de 49 años, junto a un grupo de venezolanos, abordó en Guarenas, estado Miranda, un autobús con rumbo a Cúcuta, Colombia. El viaje comenzó con dos horas de retraso por inconvenientes en la vía, pues el vehículo proveniente de Táchira, territorio frontizo con la nación vecina donde se desenvuelve para luego comprar los productos de primera necesidad que crecen en un país devastado por la crisis económica.

Todos cargaban sábanas, almohadas y abrigos para soportar largas horas de frío en un trayecto de más de 1.700 kilómetros -ida y vuelta-. Pero esta encava (autobús de dos niveles) tuvo una falla y el aire acondicionado no quiso funcionar. El calor fue insoportable porque las ventanas estaban selladas y lo que se podía abrir eran las compuertas de emergencia.

Los viajes son planificados por personas que cuentan, en su mayoría, con autobuses propios. El precio ronda desde los 35 dólares a 45 dólares, frente a un ingreso mensual de Bs. 450.000 -incluyendo el bono de alimentación-, equivalente a seis dólares en el mercado negro (Bs. 71.000 por cada dólar).

Abordando un sueño

Para ingresar a la unidad hay un protocolo de recibo, todos suben en fila india mientras que los organizadores del viaje gritan los nombres de cada uno de los presentes sin limitaciones en las edades. Una abuela de 60 años hasta un niño de 8 años dijeron presente en la unidad, mientras que tenían sus bolsos y matelas.

En algunos viajes se debe dar un pago adelantado de aproximadamente 10 dólares y el mismo le asegura un puesto en la unidad. En otros, se puede cancelar el dinero completo el día que van a trasladarse.

Algunas personas comentaron a Venezuela Conciencia que tuvieron que optar por conseguir dos trabajos para reunir el dinero para poder abordar la unidad y otro para comprar en Cúcuta, donde 100 dólares son 300,000 pesos en una casa de cambio, dinero con el que puedes comprar gran cantidad de artículos.

Alcabalas e indigencia a través de la ventana

Sentados en la unidad de transporte, en una posición que pasadas las horas se torna incómoda, lo único que se puede hacer, además de hablar con el compañero, es mirar por la ventana.

La unidad de transporte registra 860 kilómetros, que se traduce en siete estados de Venezuela, para finalmente llegar a Cúcuta. En el viaje se hacen solo dos paradas (En los estados Cojedes y Barinas), donde las personas aprovechan de estirar las piernas e ir al baño a hacer sus necesidades, debido a la crisis, para usar los sanitarios se debe pagar desde Bs. 2.000 y hasta Bs. 4.000 si deseas usar el papel higiénico.

En la parada los conductores aprovechan de bajarse de las unidades y caminar. En esos lugares comen y se cambian de puesto; El chófer termina en el lugar del copiloto y viceversa.

En esos recesos las personas se hidratan, sin embargo, no pueden asearse completamente; Algunos aprovechan de cepillarse los dientes y otros mojan un paño y se la pasan por el cuerpo cansado, hinchado y sudado que debido a, en este caso, la falla del aire acondicionado que no funciona.

En el camino la mayoría de las personas aprovechan de dormir, al despertar lo que ven por la ventana son alcabalas e indigencia. Muchos jóvenes y adultos durmiendo en carpas que colocan en las plazas junto a las fotografías que terminan siendo su única fuente de luz y calor en la noche.

Por el día, observa a los niños descalzos y con la ropa sucia pidiendo o vendiendo chucherías a los conductores en la vía, a ver si tienen suerte y consiguen el dinero para comprar alimentos.

“Es increíble como el régimen degradó al país a miseria”, lamentó Rivero.

El trayecto como es largo los conductores cargan bidones de gasolina para asegurar el combustible del viaje pues, pese a ser un país petrolero, las estaciones de servicios están secas y las que pueden abastecer a los vehículos cuentan con grandes colas. En el espacio donde se encuentran los recipientes con combustibles, luego serán ocupados por las maletas o bolsas de los viajeros.

¡Al fin llegaron!

Al transcurrir 19 horas de viaje el autobús llegó al estado Táchira, unos kilómetros antes del paso fronterizo con Colombia, y las personas se bajan de la unidad con la ilusión de que abastecerán sus hogares o negocios.

La guía orientativa a los viajeros y las recomendaciones tienen sus documentos en las manos, esto previendo que algún guardia le pida las revisiones de sus papeles. Demostrado, “la manada salió caminando y nos encontramos al final del puente”, ordenó.

Un mar de personas camina por el puente Simón Bolívar, algunos empujan y hacen que el caminante se salga de la acera, lugar donde se debe caminar bajo la orden del guardia que custodia el paso, esto luego de que en febrero de 2019 Nicolás Maduro ordenara el cierre y colocara contenedores para obstaculizar la vía.

Con fuerza las personas sujetan sus pertenencias, ante el miedo de que un antisocial le arrebete, entre el mar de personas, las cosas que con tanto esfuerzo han obtenido.

Al cruzar el puente se puede elegir entre un taxi, que cobra 15.000 pesos, o una buseta (autobús) que pide 1.500 pesos para trasladarlos a Cúcuta.

Algunos paquetes de viaje ofrecen a las personas conseguir alojamiento para que las compras se realicen en calma, el mismo debe ser cancelado en pesos al llegar a la ciudad colombiana. Los que no cuentan con muchos recursos hacen una visita de tan solo siete horas. Los que repiten a este recorrido expreso, en su mayoría, conocen los sitios y el objeto que desean para vengarse luego en Venezuela y sobrevivir a la crisis.

En los últimos días las autoridades han registrado un crecimiento en el número de entradas y salidas del país por la frontera con Venezuela, más de 200,000 personas cruzaron en las últimas 72 horas los pasos fronterizos habilitados después de que finalizaran las fiestas de fin de año, informó el director encargado de Migración Colombia, Andrés Martínez Acosta.

Un sacrificio con recompensa

La mayoría de los productos que se compran en Colombia se encuentran en Venezuela, pero el ingreso mensual que se percibe no permite al pueblo abastecer a sus hogares, Rivero, quien llenó dos maletas solo con ropa, zapatos y artículos de higiene para el hogar con tan solo 110 dólares.

Hay quienes se arriesgan a pasar por el puente bajo el temor de ser acusados ​​de contrabandistas, otros paganos para que pasen sus maletas por las trochas ilegales o cargan sus bolsos por el río que separa Venezuela de Colombia, paso que sería manejado por la guerrilla.

Esta es la tercera vez que la ama de casa viaja para hacer sus compras en Cúcuta, un destino que se popularizó entre los venezolanos en medio de la crisis que atraviesa el país.

El retorno es igual de agotador. Al comenzar a cruzar el puente una banda de jóvenes, en su mayoría tachirenses, se pelea entre sí para cargar la maleta del comprador y ayudar a pasar el equipaje en una carreta.

En los estantes venezolanos son las marcas chinas, turcas y mexicanas las que han ganado espacio en los supermercados, pero estas son vistas con recelo. Por lo que obtan por hacer un viaje de más de 20 horas para conseguir calidad.

Texto: Betzimar Carballo ( @Cbetzimar )