La avalancha de migrantes venezolanos que retornaron a su país, colapsando en los últimos meses la zona de frontera en medio del confinamiento, aunque no ha llegado a su fin, tiene ahora un nuevo componente ante la reapertura de la economía en Colombia.
Y es que según datos de Migración Colombia más de 100.000 venezolanos, en cinco meses de cuarentena, cruzaron la frontera hacia su país natal.
Sin embargo, con la eliminación de las medidas restrictivas en Colombia ahora intentan regresar, e incluso a otros países donde tenían residencia como Ecuador, Perú, Chile y Argentina, en busca de oportunidades para el sustento de sus familias, ante la grave crisis que encontraron en su territorio.
Así lo explicó a la Voz de América Martha Duque, una voluntaria de la Red Humanitaria, una ONG que brinda apoyo a los migrantes.
“Retornaron a su país y lo encontraron peor de lo que lo dejaron, a sus familias en peores condiciones, no tienen alimentos, medicamentos, no tienen gas, no tienen luz, no tienen comunicaciones, entonces eso los obliga a devolverse y a pasar la frontera como sea”, explicó Roque.
Ella ha adaptado su casa, en el municipio de Pamplona, en el departamento de Norte de Santander, en un albergue donde ofrece estadía y alimentación a los migrantes que cruzan rumbo al centro de país.
Hacinamiento en la frontera
Aunque ha disminuido, aún es palpable la concentración de migrantes en la zona de frontera, en la medida que el gobierno en disputa de Venezuela solo permite la entrada semanal de unos 700 venezolanos retornados.
Las autoridades colombianas intervinieron el neurálgico sector de La Parada, en el municipio fronterizo de Villa del Rosario, donde los migrantes se cobijaban como podían y fueron trasladados a dos espacios de atención transitoria con la colaboración de la Organización Mundial para las Migraciones, OIM, y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
No obstante, el hacinamiento persiste. El secretario de Fronteras y Cooperación Internacional de la gobernación de Norte de Santander, Víctor Bautista, dijo que se está “sobrepasando la capacidad de atención de 100.000 personas, pero aún así el volumen es mayor y no hay capacidad de atención”, indicó el funcionario.
El riesgo de cruzar por las trochas
José Luis Muñoz, portavoz de Red Humanitaria, advirtió que ante el cierre permanente de la frontera ordenada por las autoridades colombianas, los migrantes que buscan retornar al interior del país están cruzando por las denominadas trochas con la complicidad de la Guardia Venezolana.
“Se está liberando la economía y ya la gente no se esperanza en Venezuela, porque precisamente las malas noticias son las que llegan desde allá. Están pasando por trochas, por las trochas de Ureña, por las trochas de Puerto Santander, por las trochas de Villa del Rosario, porque simplemente pagan algo a la guardia y listo, hágale, pasen”, afirma Muñoz.
Marta Duque señala que el paso por estos sitios ilegales se hace poniendo en peligro sus vidas, pues muchos sectores son controlados por grupos armados que cobran altas sumas de dinero a los migrantes para permitir el paso.
“Ellos pasan la frontera como sea, a riesgo de sus propias vidas”, dijo Duque.
Crece la xenofobia
Con el paso de los meses y ante la crisis económica producida por la pandemia, de la ayuda humanitaria se ha pasado progresivamente a la indiferencia e incluso a la xenofobia, que según Marta Duque se ha incrementado.
“Cada día menos los ayudan. Antes los camiones les colaboraban, ahora nadie los quiere llevar, así sean mujeres o niños, o les están cobrando cifras exageradas para llevarlos de un lugar a otro”.
La activista denuncia que, en su municipio, la alcaldía ordenó cerrar los albergues con el argumento de evitar la proliferación de contagios de COVID-19, lo que obliga a los migrantes a sobrevivir en condiciones infrahumanas, durmiendo en las calles, sin alimentos, ni servicios sanitarios.
¿Qué esperar?
La voluntaria de Red Humanitaria advierte que ante la crisis económica y el desempleo que la pandemia generó en Colombia, la nueva migración venezolana va a propiciar, en los próximos meses, una situación insostenible.
“Ellos están retornado en busca de los trabajos que tenían o a buscar nuevas oportunidades. Esto se va a tornar cada día más peligroso porque estamos viendo a la gente cada vez más desesperada, más resentida, más decidida a cualquier cosa con tal de logar un objetivo”, dijo Roque.
“Si el gobierno y las organizaciones no se ponen de acuerdo, esto va a reventar en una cuestión interna en Colombia”, añadió.
Muñoz opina que con la proximidad de las festividades decembrinas, una nueva ola de retornos se va a presentar, motivando un nuevo colapso en la frontera.
“En diciembre va a haber un doble flujo, porque el venezolano es muy hogareño. Eso significa que muchos van a tratar de venir. Vamos a ver una migración de visita familiar y luego, en el año 2021, obviamente, va a salir muchísima gente de nuevo a trabajar”.
Con información de VOA