Ariana Granadillo, con una camisa azul en la foto, tiene 21 años y es oriunda del municipio Piar del estado Monagas | Cortesía Facebook

Julio 08, 2018.- Ariana Virginia Granadillo Roca tiene 21 años y es oriunda de Boca de Río Chiquito, municipio Piar del estado Monagas. Desde niña su sueño ha sido ser pediatra, pero el 23 de junio el Cicpc la arrestó por tener una solicitud por rebelión militar. El martes salió de prisión y quedó bajo régimen de presentación.

Cuando se puso su uniforme escolar, la camisa azul le recordó que había llegado el momento del que siempre le habló su familia: concentrarse más en los estudios para entrar a la universidad. Ariana Virginia Granadillo Roca quiere ser pediatra.

Al cumplir 11 años ella supo que para cursar medicina necesitaba tener las mejores calificaciones. “Esa muchacha lloraba cuando en un examen sacaba menos de 19 puntos, porque pensaba que ninguna universidad la aceptaría”, recuerda una de sus tías paternas, quien conversó con El Pitazo omitiendo su identidad para evitar represalias.

Siete años más tarde, Ariana entró a la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos (Unerg) para estudiar Medicina Familiar con el apoyo económico no solo de sus padres sino de sus 11 tíos, siete paternos y cuatro maternos, quienes hacen colectas para ayudarla cada mes. Hoy, la joven estudiante del cuarto año de medicina es acusada de traición a la patria e instigación a la rebelión.

La muchacha pasó de hacer sus pasantías en el Hospital Victorino Santaella, en Los Teques, estado Miranda, a tener régimen de presentación cada ocho días en un tribunal, además de una prohibición de salir del país y otra para declarar a los medios de comunicación. Este es el resultado de la tercera detención que afronta a sus 21 años de edad.

La primera aprehensión de Ariana Granadillo ocurrió el 2 de febrero de 2018, en San Antonio de Los Altos, estado Miranda, cuando estaba en la residencia del coronel Oswaldo Valentín García Palomo, con quien el gobierno la ha tratado de vincular. Tres meses después ocurrió la otra, el 24 de mayo junto a sus padres oriundos de Monagas; mientras que el tercer arresto fue el 23 de junio en el estado Táchira.

Esta última aprehensión ocurrió en una alcabala del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en San Antonio del Táchira. Iba en un autobús acompañada de una monja, amiga de la familia, quien se ofreció a llevarla a Los Andes para que se distrajera y olvidara sus dos aprehensiones pasadas.

Los funcionarios del Cicpc la arrestaron porque tenía una solicitud del 27 de mayo por el delito de rebelión, librada por el Tribunal Militar Segundo de Control. La joven, nativa de Bocas de Río Chiquito, municipio Piar del estado Monagas, solo alcanzó a escribir el número telefónico de un familiar y se lo entregó a un pasajero para que él avisara sobre lo ocurrido.

Mientras caía una llovizna y los mosquitos se acercaban al salón de preescolar donde una vez estudió Ariana, su tía narra un poco lo ocurrido: “A ella la detuvieron por primera vez antes de las elecciones de mayo, cuando estaba en la casa del coronel (Oswaldo Valentín García Palomo). En aquella oportunidad la maltrataron durante el interrogatorio, tuvo lesiones en las muñecas y los tobillos, además fue presionada psicológicamente porque querían saber dónde estaba él. La dejaron en libertad y ella regresó a la casa”.

La muchacha vivía en la residencia del coronel Oswaldo Valentín García Palomo, en Los Altos Mirandinos, porque la esposa de este, Sorbay Padilla, se la ofreció mientras hacía sus prácticas en el Hospital Victorino Santaella. Resulta que García Palomo es un familiar lejano de los Granadillo y en una visita que Padilla les hizo a finales de 2017, insistió en que la joven viviera con ellos para que no perdiera sus estudios.

“Nos reunimos en familia, hablamos sobre la excelente oportunidad que era para Ariana de tener un lugar donde quedarse sin pagar, así que animamos a sus padres y ellos aceptaron el ofrecimiento. Aceptamos porque no teníamos dinero para pagar una residencia en Miranda y la niña estaba a punto de perder sus pasantías”, cuenta.

Vía telefónica, una tía materna de Ariana agrega que una vez le pidieron dólares para pagar una residencia, lo que desesperó a la familia que ya no sabía qué hacer para seguir ayudando a Ariana a cumplir su sueño.

Una niña de ojos azules y cabello dorado interrumpe la conversación para meterse entre las piernas de la tía paterna de Ariana, quien relata que a su sobrina nunca le informaron que tenía prohibido acercarse a la residencia del coronel García Palomo y por eso regresó junto a su mamá, Gabriela Roca.

La mañana del 24 de mayo, Ariana y sus padres recibieron la visita de una comisión de efectivos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) en la casa del coronel García Palomo. Argenis Granadillo, el papá de la joven estudiante de medicina, abrió la puerta y los funcionarios entraron preguntando por ella. Pasaron unos minutos y los tres fueron detenidos.

“Los sacaron de forma individual y a cada uno los subieron a unos autos blancos, como los que entrega el gobierno a los taxistas, para llevarlos a la sede del Dgcim, donde estuvieron ocho días sin tener comunicación con ninguno de nosotros. Ni siquiera respetaron que mi hermano tenía más de 20 días operado de peritonitis”, precisa. El 31 de mayo la familia sale en libertad, cinco días después que el Tribunal Militar Segundo de Control libró la solicitud en contra de Ariana.

Ariana se graduó de bachiller en el Liceo Francisco José Bermúdez con las mejores notas | Cortesía Facebook

De Boca de Río Chiquito al estado Miranda

Ariana nació el 15 de octubre de 1996 y tiene dos hermanos: Johana, quien es enfermera, y Argenis Gabriel, quien se dedica a la agricultura. Su madre es ama de casa y su papá es agricultor, de hecho toda la familia paterna de la muchacha se dedica a labrar la tierra. Un tío político cuenta que antes de marcharse, el papá de ella dejó sembrada una hectárea de maíz con la que se sostendrían económicamente. “Ahora nosotros nos encargamos de su mantenimiento”, afirma.

La joven creció en la población de Boca de Río Chiquito, municipio Piar, ubicada a dos horas de Maturín si se viaja en auto pero a casi tres si se va en autobús. Es un pueblo de dos calles y está identificado con una valla verde, casi tapada por las ramas de un árbol. El letrero está un poco ladeado, quizás en señal de algún accidente de tránsito. La carretera de acceso es plana aunque con algunas curvas y bajadas peligrosas.

El pueblo está ubicado a 45 minutos de Caripe, un municipio turístico de Monagas famoso por ser el dueño de La Cueva del Guácharo. En Bocas de Río Chiquito habitan más de 550 familias, estima el tío político de Ariana; la familia más grande es la Granadillo. La gente vive de la agricultura, de hecho el verdor de sus tierras y las flores de la zona llama la atención a primera vista.

La zona también se caracteriza por ser lluviosa con un clima frío: “Es sabroso vivir aquí, porque además es tranquilo. Vine hace más de 20 años, me casé, y ya no me voy aunque con esta situación del país uno nunca sabe”, comenta el tío durante el recorrido para llegar hasta Guanaguana, donde Ariana cursó parte de sus estudios.

El hombre se queja un poco de la situación del pueblo: el ambulatorio no tiene insumos, tampoco ambulancia. La enfermera no puede hacer nada porque ni siquiera tensiómetros tiene; como el transporte público es deficiente usa su camioneta de los años 80 para movilizar a los habitantes. Cuando hay una emergencia, su carro sirve de ambulancia.

La casa de la estudiante de medicina está ubicada en la calle paralela a la principal, a mitad de la cuadra. Tiene una reja de ciclón, un amplio jardín con dos pinos en la entrada y en el porche un juego sencillo de hierro y madera. Está pintada en un tono mostaza y el techo es de láminas de zinc.

Antes de salir a Guanaguana, perteneciente también al municipio Piar y ubicada a media hora de Boca de Río Chiquito, la tía contó que Ariana estudió desde preescolar y hasta tercer grado en la Escuela Básica Bolivariana Boca de Río Chiquito. Cursó estudios hasta sexto grado en la Escuela Básica Barrancas de Guanaguana y después fue inscrita en el Liceo Francisco José Bermúdez, ubicado también en esa población.

A la muchacha no le gustaba ir a las fiestas del pueblo y cuando decidía hacerlo, iba acompañada de sus primos. No fuma y tampoco bebe licor. Es una joven familiar, dedicada a compartir con los suyos. Nunca participó en peleas, aseguran sus familiares y amigos que hablaron con El Pitazo, sin decir sus nombres por temor a represalias.

Algunos de sus profesores la recuerdan como una alumna excelente. No visitó la coordinación por mal comportamiento o por bajo rendimiento académico. Como toda adolescente, se integraba a los grupos de amigos que se hacían en los pasillos.

Los docentes destacan su puntualidad; es que la muchacha madrugaba para llegar a tiempo a sus clases, porque para llegar al colegio recorría media hora en el transporte escolar desde su casa. Responsable, dedicada, amiga, entregada, una joven que le gustaba compartir y ayudar a los demás, son algunas de las cualidades que resaltan sus compañeros.

“Ariana tienes pinta como de odontóloga, porque eres delgada y de facciones finas, así como son las odontólogas”, le dijo en una oportunidad un docente, quien accedió a conversar con El Pitazo en el mismo liceo donde durante dos años le dio clases.

Ariana Virginia era de esas amigas que explicaba matemáticas y colaboraba con aquellos que necesitaban ayuda con algún trabajo. “Ella siempre fue muy callada, desde que nos conocimos nos íbamos juntas a clases. Nosotras nos separamos en tercer año porque ella decidió estudiar ciencias y yo humanidades, pero nunca dejamos de ser amigas. La última vez que la vi estaba emocionada porque tenía un estetoscopio de color verde fosforescente”, recuerda su mejor amiga mientras veía caer la lluvia en el patio de su casa.

Cuando la alumna presentó la prueba vocacional, el resultado fue el que ella esperaba: medicina. Recibió un cupo en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos, donde entró con 18 años.

Antes de comenzar clases, Ariana hizo cursos relacionados con el área de la salud, como el de Asistente de Farmacia y el de Asistente Prehospitalario con el Cuerpo de Bomberos de Piar; incluso, cursó uno de manualidades para evitar el ocio.

En Boca de Río Chiquito todos la conocen. Quienes la vieron crecer la definen como una joven tranquila, amable, cariñosa, respetuosa y dedicada a sus estudios. No hay nadie en el pueblo que no esté asombrado con su historia, que califican como injusta. “Esa es una muchachita que no se mete con nadie mija”, asegura un vecino que la vio crecer.

Su familia paterna y materna la ve como un ejemplo para sus primos y vecinos. De adolescente pasaba más tiempo estudiando que jugando y prefería un libro a cualquier otra cosa. Ariana es una lectora empedernida, hace poco un primo pudo verla en el Cicpc de El Rosal, donde estuvo detenida ocho días, y le entregó un libro; ella se emocionó porque era el mejor regalo que podían hacerle en este tiempo.

La joven estudió desde preescolar hasta tercer grado en la Escuela Boca de Rio Chiquito | Jesymar Añez

La casa del coronel

Ariana Virginia llegó a San Juan de los Morros, estado Guárico, en 2014. Su familia decidió enviarla a Los Llanos venezolanos porque vivir allá era más económico. Mientras su padre araba la tierra, sembraba, cosechaba y vendía maíz, sus tíos hacían colectas para ayudarla en cada semestre.

Después de cuatro años llegó al estado Miranda para iniciar sus pasantías en Los Teques y, antes de irse de Monagas, una tía materna se despidió de algunas prendas de vestir para dárselas a su sobrina porque ella necesitaba tener bastante ropa. “Yo le dije, Ariana, aquí tienes esto, lo único que debes hacer es meterle un poquito mija”, cuenta su tía materna a través de una llamada telefónica.

Esa tía explica que vivir en casa del coronel fue la opción más viable que consiguió la familia en vista del alto costo que implicaba mudarse al centro del país. “La situación se puso ruda y a veces se nos hacía complicado ayudarla, pero siempre podíamos hacerlo. Imagina tu cómo sería la situación si hubiésemos pagado una residencia allá”, expone.

Su otro tío afirma: “Ella llegó a vivir en la casa del coronel (Oswaldo Valentín García Palomo) porque confiamos en la buena voluntad de un familiar lejano que le ofrece ayuda a uno. Qué culpa va a tener ella de que al señor lo estaban buscando”, cuestiona su tío político.

Su esposa, quien es la hermana del papá de Ariana, deja claro que tenían muchos años sin ver al coronel y su familia. El reencuentro ocurrió a finales de 2017 cuando Sorbay Padilla regresaba de la playa junto a sus hijos y decidió pasar por Bocas de Río Chiquito para ir a la casa y saludarlos. “Ella le dijo a sus hijos, saluden que esos son sus primos”, recuerda.

Tras su liberación el pasado 3 de julio, Ariana ahora se enfrenta a no saber dónde están sus documentos de la universidad y a no poder acercarse al hospital, porque la segunda vez que fue liberada le prohibieron acercarse a ese lugar.

La familia de la joven reunió dinero para ayudarla a cumplir su sueño: ser una pediatra | Cortesía Facebook

La joven acusada de traición a la patria estudia medicina ayudada por 11 tíos