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Marzo 18, 2015.-Lo primero, evidentemente, es preguntar por él. Ella responde sin pensarlo: está mal. La respuesta es obvia. Christian Holdack (35) lleva más de 10 meses preso en la sede de PoliChacao, luego de haber sido detenido en la marcha estudiantil del 12 de febrero. Aurora Armesto llevaba cuatro años viviendo con Holdack, pero desde que fue detenido, ella se fue a vivir con sus padres. “La soledad de la casa sería insoportable, no podría”, confiesa.

Holdack enfrenta un juicio, el mismo del líder de Voluntad Popular Leopoldo López, en el que le imputaron delitos de instigación pública, daños a la propiedad, incendio y asociación para delinquir. Es el único que queda preso del grupo llamado #Los6del12F cuyos miembros fueron detenidos en la marcha y permanecieron apresados en la sede de ese cuerpo policial.

Armesto repite, cada vez que puede, que su esposo es inocente. También cuenta que en cada una de las audiencias, López pide la liberación de los estudiantes que continúan detenidos. “Siempre insiste que Christian es inocente. Eso se lo agradezco”, expresa.

Durante los últimos meses Holdack ha presentado fuertes dolores de cabeza, tensión alta y cuadros febriles. La familia ha solicitado que permitan hacerle exámenes médicos y fue el primero de octubre, ocho meses después de ser detenido, cuando fue trasladado al Hospital Militar para realizarle chequeos. Su esposa cuenta que no le dieron los resultados de las pruebas médicas. “Me dijeron que no podían imprimir los exámenes porque no había papel. Me toca confiar ciegamente en que los médicos no vieron nada grave”, declara, aunque sin resignación.

¿Por qué Holdack es el único que queda preso de los 6 del 12F?

Mis conjeturas son que, como ya tiene 35 años, es más justificable que él esté ahí. Pero son suposiciones, porque si revisamos el expediente no hay nada por lo que Christian deba estar preso. No hay ningún motivo para que él vaya a juicio y tampoco para que viva el juicio privado de libertad. Y mucho menos, si comparte causa con otras personas que ya están en libertad; para él debería aplicar lo mismo.

Aparece en todos los videos, porque estaba fotografiando los disturbios, en los momentos álgidos, y cuando mataron a Bassil Dacosta.

¿Christian reconstruye una y otra vez los sucesos de ese día? ¿Qué recuerda?

A Christian le vienen imágenes recurrentes de todo lo que vivió en la marcha del 12F. Lo que siempre recuerda es que él estaba frente a la plaza, guardando su cámara y llegó una persona vestida de civil.

-¡Epa! ¿Qué estás haciendo ahí?

Él levantó las manos y dijo:

-Nada, nada. Guardando la cámara.

– Entonces ¡arranca!

Pero no le dio tiempo de arrancar. Llegaron unas personas vestidas de civiles y lo sometieron, lo patearon. De allí fue llevado al CICPC, donde fue torturado física y psicológicamente. Lo obligaban a admitir que había sido él quien quemó las patrullas, le decían que lo iba a terminar admitiendo.

Siempre me repite esa escena.

Él, como no estaba haciendo nada, se confió y se quedó allí.

¿Christian se siente esperanzado con lo que ha pasado en el país a raíz del 12F, o derrotado?

Cuando todo comenzó, el cayó en un depresión muy fuerte. Pensó que se quedaría para siempre en la cárcel porque veía que era un problema político y no de justicia. Luego vio todas las manifestaciones y le daba mucho pesar enterarse de las nuevas detenciones y torturas. Se contentaba cuando yo le decía que había gente con pancartas con su nombre. Hemos recibido mucho apoyo de gente que ni conocemos, con comida, potazos, insumos.

A veces él dice que ha valido la pena porque ha conocido gente valiosa que sí está comprometida con el país.

Pero después de 10 meses, y al ver tanta gente que queda presa, me dice: “No sé si vale la pena”, “¿Para qué fui a esa marcha?”. Hay días en que sí cree que ha servido de algo estar detenido. Es muy duro.

¿Cuál es su estado de ánimo?

A veces está irritable, a veces muy deprimido. En algunos momentos está muy animado al ver que en el juicio nunca hay testigos que puedan incriminarlo. A veces cuenta las audiencias que quedan y siente que falta poco, pero al volver a la celda se desanima. Es una montaña rusa.

Y para ti, ¿Cómo han sido estos 10 meses?

Emocionalmente estoy mal. Ya no tenemos 25 años, teníamos muchos planes. Pensábamos casarnos y tener hijos. No es que ya no tenemos planes, pero están paralizados. Esta situación es un desgaste. No solamente Christian está preso, estamos presos todos sus familiares.

Es una carrera de resistencia. Yo, todos los días le llevo comida a Polichacao, me encargo de sus medicinas, le lavo su ropa. Voy a todas las diligencias del juicio. Busco en todas las instituciones quien puede tenderme una mano para mejorar su situación. Es agotador. Yo jamás pensé que íbamos a pasar 10 meses en esto. Ahora viene la navidad, recibir el año sin él. Y eso nos pega mucho.

¿Por qué crees que esto les pasó a ustedes?

Esto demuestra que a cualquier persona le puede tocar.

Nunca pensamos que íbamos a estar envueltos en algo así. Nunca hemos militado en ningún partido político. No somos personas de ir a marchas; él estaba enfocado en sus estudios y yo en mi trabajo. Pensábamos tener hijos pronto. Nunca imaginamos esto. Y menos que estuviera involucrado en un caso tan político, y con un dirigente a quien Christian ni siquiera conocía. Lo vio por primera vez en la audiencia preliminar (a López).

Yo no sabía qué hacer. Hasta la audiencia preliminar fue horrible, porque yo no sabía si lo que estaba haciendo ayudaría o perjudicaría a Christian. Después entendí que es un caso político y asumí que esto escapa de mis manos, y lo que me queda es seguir tocando puertas, llevarle su comida, confiar en los abogados y esperar.

Confiar en los abogados es confiar en la justicia ¿Todavía crees que puede haber justicia?

No veo nada de justicia. Nada. Pero los abogados me dicen que hay que seguir tocando puertas, meter recursos de amparo y revisión de medidas. Cuantas veces sea necesario introducir un escrito en tribunales para denunciar sus dolores de cabeza, hay que hacerlo. No importa la cantidad de veces que nos digan que no, hay que seguir engrosando ese expediente hasta que llegue el momento en que le den, al menos, una cautelar. Es un desgaste infinito. Pero te mueve estar luchando por una causa, y mi causa es mi esposo. No se me van a agotar las energías, hay que seguir.

¿Cómo es tu vida desde que Christian está preso?

Estoy en un limbo, siento que estoy viviendo una vida que no es mía. Mi vida es: todas las mañanas llevarle la comida a Christian. Luego me voy al trabajo. Falto muchas veces a la oficina, por todas las diligencias que tengo que hacer sobre el caso de mi esposo. Por suerte tenía muchos días de vacaciones acumulados, y los he pedido poco a poco para no perder el trabajo.

En la noche llego a la casa, a prepararle la comida del día siguiente. Y así. Los sábados y domingos voy a visitarlo.

Mi vida no es mía. No hago nada más allá de trabajar lo justo, tocar todas las puertas posibles, hacerle la comida y visitarlo. Esa es mi vida desde hace 10 meses. Es patético y dramático.

Es la vida de los familiares de todos los presos…

Sí. Y yo no lo sabía. No lo entendía. Es un desgaste para la familia. En nuestro caso es peor porque Christian es inocente. Me pregunto si vale la pena destruirle la vida a una persona y a toda su familia de esta forma. Es muy triste.

¿Les están destruyendo la vida?

Son diez meses que se fueron. Diez meses con Christian encerrado y con su salud deteriorada. Con unas vivencias que no van a quitárselas nunca. Con pérdidas materiales importantes. Ha sido un desgaste físico, económico, emocional. Son diez meses que nadie te devuelve, y no hay manera de resarcir. Sé que no es infinito, espero que el año que viene haya un cambio en su caso y pueda salir.

Por ejemplo, el padre de Christian está muy afectado. Es un señor de 70 años que se ha ido deteriorando mucho, porque ver a su hijo preso le duele, y también duele ver cómo se deteriora su papá.

¿Sientes rabia hacia quienes mantienen preso a Christian?

Sí siento rabia. Decir que no, es absurdo. Es rabia, es depresión. La gente me dice que Dios nos tiene preparado algo bueno. Quizás esa es la recompensa. Hay veces que digo: ¡Qué Dios ni qué nada! Aquí no hay justicia y él está encerrado. A veces me deprimo y pienso que todo esto es muy injusto. Lamento mucho que haya gente que se preste a este juicio, no sé cómo duermen tranquilos. Pero todo este teatro va a tener que caer. A pesar de todo, sigo esperanzada y creo que esto va a terminar pronto.

¿En qué se basa tu esperanza?

Se basa en que si siento que todo está perdido, ya no habría nada por qué luchar y me veo perdida en un hoyo. Necesito tener esperanza, estar activa y saber que esto va a terminar más pronto que tarde. Sobre todo porque yo soy el apoyo de Christian. No puede verme molida y desesperanzada. Sería muy duro para él. Él necesita verme activa, bien, fuerte, y saber que afuera hay alguien que cree que él va a salir.

¿Cómo consuelas a una persona que lleva 10 meses encerrado injustamente, y con pocas esperanzas de salir?

No se consuela. Lo escucho cada vez que quiere hablar. Simplemente le digo que esto no durará toda la vida porque él es inocente. Que en alguna audiencia se demostrará. Eventualmente la jueza aceptará. Le digo que no puede darse por vencido. Le digo que piense en todo lo que va a hacer en el futuro. Le recomiendo que se mantenga entretenido, que lea, dibuje y escriba. Que se aferre a su familia los días de visita. Pero realmente no hay consuelo, porque no hay manera de asegurarle que él saldrá pronto.

¿Cuál ha sido su relación con la jueza del caso, Susana Barreiros?

No he hablado con ella personalmente. Ella escucha todos los actores del juicio. Me ha molestado mucho que Christian ha pedido derecho de palabra para decirle cómo se siente, y ella simplemente no se ve interesada en colaborar para que mejore su salud. Lo único que yo le pido es que durante el juicio ella pueda garantizar que él se sienta bien. No le cuesta nada, y ella ve que él está mal de salud. No es a ella a la que le duele la cabeza, debería ser un poco más humana.

¿Crees que estos 10 meses han hecho que la gente se olvide de su caso?

La gente se olvida que ellos existen. Todos están muy pendientes de hacer colas y conseguir lo que no hay. No los culpo. Eso desgasta a la población, la gente está subsistiendo día a día. Pero es triste que los olviden. Hay presos que la está pasando muy mal en otras cárceles. No podemos olvidarlos. Aunque también hay personas maravillosas que sin conocerlo le envían comida, cartas, mensajes.

¿Cómo será esta Navidad para ustedes?

Lo que más me molesta de esta Navidad es que el 24 y 25 no hayan caído sábado y domingo para poder ir a visitarlo. No hay posibilidad de verlo.

Nuestras navidades eran como las de todo el mundo: repartíamos el tiempo entre la familia de él, mi familia, los tíos, los amigos. Yo hago pan de jamón, y él hace ponche y siempre llevábamos eso a las fiestas.

Este año será muy triste. Para animarlo, siempre le digo que en la variedad está el gusto. Que podrá contarle a sus hijos que un año lo pasó trabajando, un año lo pasó con la familia y un año lo pasó preso.

El año pasado hicimos hallacas, no nos quedaron buenas. Este año íbamos a intentarlo otra vez. Pero no se va a poder.

¿Qué te pasa por la cabeza cuando te desean una feliz navidad?

No me lo desean. La gente está consciente de mi situación. Me dicen que el 20 de diciembre es el día de la Virgen de Las Mercedes, la patrona de los detenidos. Que ese día por lo general sueltan algunos presos, que no pierda la esperanza. Pero no sé.

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