Déjà vu paralizante: venezolanos en Argentina temen volver al pasado

EFE

Más de un venezolano en tierras argentinas se llevó las manos a la cabeza con el triunfo en primera vuelta del candidato del partido peronista Frente de Todos,Alberto Fernández con el 48,1% de la votación, cuya su vicepresidenta será nada más y nada menos que la exmandataria de esa nación Cristina Fernández de Kirchner (aliada del gobierno de Hugo Chávez).

Así lo revela crudamente un trabajo publicado por Deisy Martínez en el portal web de 2001, que trata sobre los nacionales que en algún momento del período madurista huyeron del país por la profunda crisis económica y emergencia humanitaria a vecinos sudamericanos en apariencia estables que hoy estallan en revueltas sociales o retornan a sistemas políticos que consideraron ya superados. El caso de Argentina es un choque para la diáspora criolla.

“El socialismo llegó a Argentina, es una pésima noticia”, fueron frases frecuentes que desde el domingo se leyeron en grupos de criollos llamados Venezolanos en Argentina en redes sociales como Instagram. Muchas palabras denotaron pánico y decepción, pero otras, incluyendo la opinión de expertos, llamaron a la calma, a esperar el desarrollo del nuevo Gobierno y hasta expresaron su confianza en que la nación sureña no llegará a los niveles de deterioro que tiene Venezuela.

“Esperaba otro resultado en las elecciones, pero creo que nadie escarmienta en cabeza ajena, los ciudadanos argentinos eligieron lo que para ellos era su mejor opción, para eso es la democracia. Que haya sido la mejor decisión sí lo pongo en duda pero el tiempo lo dirá y estaré aquí para verlo, lo bueno de esto es que los demás Poderes no están parcializados con un solo partido, así que creo que no les será muy fácil ponerse a inventar, a diferencia de Venezuela que todo lo tiene acaparado el Gobierno. Me quedo en Argentina, ni pensar si quiera en irme a otro país, mucho menos regresar por ahora a Venezuela, ya nosotros empezamos de cero aquí y en poco tiempo logramos metas”, expresó Eva de Fernández.

De Fernández con 45 años, ya tiene dos años en Buenos Aires, Argentina con sus dos hijos y su esposo, procedentes de Caracas. Su experiencia como emigrante es satisfactoria según aseguró, porque han podido cubrir sin contratiempos, necesidades en materia de alimentación, salud, vivienda y trabajo. Otro aspecto que destacó es la seguridad ciudadana como otro componente principal de la calidad de vida que fueron a buscar a ese país.

“En la actualidad (Argentina) está lejos de parecerse a lo que es ahora Venezuela, creo que no hay punto de comparación, Venezuela está terrible, acá nos han recibido muy bien, de verdad me siento cómoda, jamás he visto que hayan maltratado a ningún venezolano. Además que uno tampoco puede estar huyendo cada vez que hay un cambio de Gobierno con el que uno no esté de acuerdo, lo de Venezuela era y es insostenible. No está la familia completa, siempre se va a extrañar a mi mamá y a mi papá pero también tengo a mis hijos, yo pongo prioridades y ellos están primero por sobre muchas cosas”, agregó.

Otros no son tan optimistas. Carlos Monzón (25 años) ya lo tiene decidido, saldrá de territorio argentino en el que vive desde hace dos años y tres meses, entre diciembre y enero de 2020. Su primera opción era Chile para lo que tramitó la Visa Democrática, pero ese país lleva más de dos semanas de protestas de calle por lo que maneja como segunda alternativa España donde tiene familiares y amigos.

“Cuando llegué el dólar estaba en 16 pesos pero ya hoy en el mercado negro está entre 70 y 75 pesos y en el banco tienes ahora un límite de compra de 200$ mensuales y está en 76 pesos. Me fui de Venezuela huyendo de la crisis económica y siento que la estoy reviviendo, cada día la plata alcanza menos. Cuando llegué un kilo de arroz costaba 12 pesos, hoy está en 40 y están los precios controlados igual que en mi país, el alquiler en una habitación me vale 9 mil pesos y el sueldo mínimo es 13 mil. Yo trabajo para una aplicación de delivery y el nuevo Gobierno piensa tomar medidas que perjudicarían a este sector, entonces si me veré afectado en mi empleo prefiero irme”, sentenció.

La psicológa Milagro Mendoza, quien pertenece a la red de psicólogos que asiste a la diáspora en el mundo, indicó que respuestas emocionales como la de Monzón y probablemente una cantidad de jóvenes en países como Chile y Argentina son lógicas luego de haber pasado por una experiencia traumática como lo es “huir” de Venezuela. También subrayó que la juventud suele ser impulsiva porque sus expectativas son muy altas, alimentadas en parte por las redes sociales en las que por lo general se muestra un estilo de vida que en la realidad no es tan fantástico como aparenta.

“En el caso de Argentina es momento de esperar, poner cabeza fría, respirar profundo y dar tiempo para ver cómo se desarrollan las cosas porque allá no están pasando los hechos de violencia de Chile, hay que evaluar con planificación hacía dónde emigrar si es la decisión final, en qué condiciones. Yo creo que para que Argentina, si eso es lo que va a suceder, termine como Venezuela tendrían que pasar años, no será en 24 horas. No hay que tomar decisiones de las que después se puedan arrepentir porque en todo el mundo hay crisis”.

El caraqueño Juan Arenas (29 años), por su parte, apuesta por Argentina, animado por el apoyo y la solidaridad que ha recibido de su gente desde que llegó.

“No es una sorpresa, ya se sabía que Fernández contaba con los números a su favor. Al parecer fue un proceso normal y Macri aceptó la derrota. Esperaré a que los eventos políticos y económicos se desarrollen, qué decisiones adopta el nuevo Gobierno y si empieza a implementar medidas socialistas como las de Venezuela sí evaluaría otro país, pero ya no sería Latinoamérica porque en conjunto tiene muchos problemas sino Europa y lo que busco es estabilidad”.

Por su parte, la experta en temas de migración Claudia Vargas, descartó que por la turbulencia regional la diáspora vaya a mermar – Acnur calculó que serán más de seis millones en 2020- Lo que puede ocurrir es el replantearse el país de destino.

“Consideremos además que lo que está pasando en esos países obedece a situaciones delicadas, pero todo apunta a que van a ser resueltas institucionalmente”.

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